"La mitad del patrimonio teatral europeo est¨¢ en el Este"
Bernard Faivre d'Arcier ha dirigido el festival de teatro de Avi?¨®n entre 1980 y 1984 y, por segunda vez, entre 1993 y 2003. El cambio de signo de la mayor¨ªa que gobierna en Francia la primavera de 2002 hizo que el nuevo ministro de Cultura, Jacques Aillagon, anunciase que buscaba un sucesor para Faivre d'Arcier. La de este a?o es, pues, su ¨²ltima edici¨®n. Tiempo de balance.
PREGUNTA. Usted deseaba prolongar su mandato tres a?os m¨¢s. ?Sus ideas eran incompatibles con la pol¨ªtica cultural de la derecha?
RESPUESTA. Lo cierto es que el ministro quiso cambiar de caras para poder decir que hace una pol¨ªtica propia. ?l quer¨ªa un artista al frente del festival y le ofreci¨® el cargo a Patrice Ch¨¦reau y a Alain Platel. A sus ojos yo era un horrible tecn¨®crata de izquierdas. Se trata de un viejo debate. En 1964, Jean Vilar ya renunci¨® a montar espect¨¢culos porque dirigir el festival era demasiado absorbente. En 1969, cuando le propusieron el cargo a Ariane Mnouchkine, ¨¦sta puso como condici¨®n que no la obligasen tambi¨¦n a dirigir obras. Es muy dif¨ªcil, casi imposible, llevar un festival como el de Avi?¨®n y poder dedicar tiempo a la reflexi¨®n y creaci¨®n personal. Una vez comprobada, una vez m¨¢s, esa incompatibilidad, Aillagon ha escogido a mis colaboradores Vincent Baudriller y Hortense Archambault. Eso significa que los proyectos que ten¨ªa para el futuro ser¨¢n llevados a buen puerto, pues los hab¨ªa elaborado conjuntamente y con el pleno acuerdo de Vincent y Hortense.
P. ?Cu¨¢les son las l¨ªneas maestras de ese futuro?
R. Repescar una idea que esboc¨¦ entre 1983 y 1984. El festival elige una serie de artistas y se asocia a su evoluci¨®n. Hortense y Vincent han elegido a Thomas Ostermaier, Jan Fabre, Josef Nadj y Fr¨¦deric Fisbach. Veremos creaciones suyas nuevas pero tambi¨¦n espect¨¢culos anteriores, obras que les han influido, se debatir¨¢ con escritores o fil¨®sofos que son importantes para su mundo, se proyectar¨¢n filmes que explican tambi¨¦n su trabajo o escucharemos m¨²sicas que les han marcado. Para hacer eso hac¨ªa falta un dinero suplementario y el ministro ha prometido que el Estado aportar¨¢ en 2004 un mill¨®n de euros suplementario al presupuesto, es decir, que ¨¦ste alcanzar¨¢ los 9,5 millones.
P. Pero ese aumento es contradictorio con la pol¨ªtica de austeridad oficial.
R. No, porque un ministro nunca se contradice. Avi?¨®n pasa a tener categor¨ªa de "festival nacional", como Aix en el terreno de la m¨²sica o Cannes en el del cine. Est¨¢ claro que la categor¨ªa "nacional" -o "internacional"-de esos festivales ya la ten¨ªan sin necesidad de etiqueta, pero al ministerio eso le sirve para centrar sus esfuerzos en las manifestaciones as¨ª catalogadas y delegar en las regiones y ayuntamientos, y en nombre de la descentralizaci¨®n, la gesti¨®n de otras manifestaciones. Eso es lo que permite aumentar el presupuesto de Avi?¨®n.
P. El Ayuntamiento de Avi?¨®n nunca parece haber asumido completamente lo que significa el festival.
R. Avi?¨®n es una ciudad peque?a, que dormita protegida por sus murallas, una ciudad de comerciantes, de peque?a burgues¨ªa, que cree que el teatro moderno es cosa de parisienses, de otro mundo. El ayuntamiento no ha hecho nada por implicar la burgues¨ªa local. La propia alcaldesa nunca ve m¨¢s de un espect¨¢culo. Hace dos a?os ni tan siquiera se desplaz¨® por Isabelle Huppert en Medea. Diez a?os atr¨¢s convenc¨ª al ministro para crear un Centre National du Th¨¦?tre en el antiguo hospicio de Saint Louis. Era una escuela europea de actores, directores y t¨¦cnicos de teatro, una garant¨ªa de actividad a lo largo de todo el a?o, una fuente de ingresos para la ciudad. El ministerio pagaba todas las obras y el ayuntamiento s¨®lo deb¨ªa aportar el terreno. No lo vieron claro y dejaron pasar una oportunidad extraordinaria.
P. Avi?¨®n y Edimburgo, las dos capitales mundiales del teatro, son dos ciudades provincianas de pasado glorioso.
R. Los festivales son muy distintos. Avi?¨®n presta mucha m¨¢s atenci¨®n al teatro, al teatro de creaci¨®n. Edimburgo es el resultado de una superposici¨®n de festivales: de ¨®pera, bandas militares, jazz o cine y en el que el teatro se presenta en el off, al margen. La muestra es de gran calidad pero casi siempre exclusivamente en ingl¨¦s. En Avi?¨®n el off ha dejado de ser un contra-festival, alternativo, y es un mero supermercado sin gran inter¨¦s, pero el in tiene un nivel de calidad y de obertura al mundo inigualado. Es un festival que respeta las reglas de la tragedia cl¨¢sica: la unidad de tiempo, lugar y acci¨®n. Barcelona o Par¨ªs, por ejemplo, tienen festivales excelentes, pero por ser grandes ciudades o por programar los espect¨¢culos en un lapso de tiempo mucho m¨¢s largo no tienen esa capacidad para ser ellos mismos un acontecimiento dramat¨²rgico.
P. Con usted, Avi?¨®n ha prestado gran atenci¨®n a los pa¨ªses del Este.
R. ?La mitad del patrimonio teatral europeo est¨¢ en el Este! En Europa coexisten tres universos teatrales. El del Este es el de la troupe, all¨ª reina la figura del administrador, los directores se desplazan de una ciudad a otra para trabajar con troupes estables. En el campo anglosaj¨®n reinan el autor y el actor, la diferencia entre p¨²blico y privado es a menudo imperceptible. La tradici¨®n latina hace que el peso de los proyectos recaiga sobre el director, que busca dinero para cada proyecto. Entre nosotros la diferencia entre teatro p¨²blico y privado es neta. No creo que un sistema sea mejor que otro sino que conviene mantener las diferencias y que cada f¨®rmula debe buscar la excelencia dentro de su propia coherencia.
P. ?C¨®mo caracterizar¨ªa la programaci¨®n de la edici¨®n de 2003?
R. Es una edici¨®n un poco especial porque incluye algunas reposiciones que satisfacen la demanda del p¨²blico y permiten constatar la evoluci¨®n de un repertorio de espect¨¢culos coproducidos por el festival. Quer¨ªa tambi¨¦n que estuviesen presentes las figuras que han marcado estos a?os: Bartabas, Fabre, Lacascade, Platel, De Keersmaeker, Lupa, Novarina, etc¨¦tera. Y he querido que siguiese esa l¨ªnea de investigaci¨®n que pone en contacto la danza, el teatro y las artes pl¨¢sticas. La B¨¦lgica flamenca trabaja en esa direcci¨®n, potencia esos intercambios. A menudo, los artistas pl¨¢sticos contempor¨¢neos, sus instalaciones, resultan pobres. Hay en su labor una buena idea pero s¨®lo una, que no se despliega en el tiempo. El teatro les aporta ritmo y duraci¨®n, enriquece sus reflexiones y su pr¨¢ctica. Fabre, como creador pl¨¢stico, es menos potente que como core¨®grafo y dramaturgo. El canadiense Denis Marleau present¨® el a?o pasado Les Aveugles y ah¨ª el texto de Maeterlinck le permiti¨® ir mucho m¨¢s all¨¢ de lo que ir¨ªa como videoartista en el terreno de una representaci¨®n artificial que no lo parece. El arte contempor¨¢neo estar¨ªa en un callej¨®n sin salida si no buscase caminos distintos en colaboraci¨®n con otras formas de creaci¨®n. Romeo Castellucci es un caso claro de las ventajas del encuentro entre la tradici¨®n de las artes pl¨¢sticas y la del teatro. Este a?o veremos Wolf, que significa el retorno de Alain Platel tras cuatro a?os de silencio, descubriremos una versi¨®n especial de Le Diboukk, un cl¨¢sico del teatro y¨ªdish, dirigido por un polaco y mezclado con un texto contempor¨¢neo de Hanna Krall. Tengo tambi¨¦n gran curiosidad para ver qu¨¦ da de s¨ª la versi¨®n que el lituano Varnas ha hecho de Le Pays lointain, de Lagarce, que junto a Novarina, Kolt¨¨s, Py y Gabily es uno de los grandes autores franceses de los ¨²ltimos 20 a?os, o por ver c¨®mo Latella ha montado La noche de Reyes, de Shakespeare, o c¨®mo Lupa se confronta con un autor contempor¨¢neo como Dea Loher. Avi?¨®n 2003 estar¨¢ repleto de buenas sorpresas.
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