Cristianismo y Constituci¨®n Europea
La redacci¨®n de la Constituci¨®n Europea ha levantado una importante controversia en el seno de la Uni¨®n. Algunos europeos creen que la propuesta debe incluir una referencia clara a las ra¨ªces cristianas de Europa, sin las cuales ¨¦sta no puede entenderse. Pero, en mi opini¨®n, ¨¦sta es una pol¨¦mica con trampa. Todos sabemos que el asunto no se limita a una mera referencia a la historia de Europa como arguye el se?or Aznar.
M¨¢s bien se trata, por el contrario, de un debate sobre la personalidad de Europa. Debate sobre las esencias que nos es tan familiar a los espa?oles y que impregna el, como dicen ahora, "imaginario" espa?ol y antiespa?ol desde la Edad Media hasta nuestros d¨ªas. Debate sobre las identidades (religi¨®n, raza, lengua) que tanto ha envenenado, y tristemente lo sigue haciendo, la vida pol¨ªtica y la convivencia espa?ola. De la misma manera que no se entend¨ªa Espa?a sin la referencia al catolicismo (y, todav¨ªa hoy, no pocos espa?oles siguen sin entenderla, como demuestra la nueva ley sobre la ense?anza de la religi¨®n), ahora no se quiere concebir Europa sin la referencia al cristianismo: Europa ser¨¢ cristiana o no ser¨¢.
En definitiva, es un ejemplo m¨¢s de utilizaci¨®n partidista de la historia con fines pol¨ªticos claros. Por una parte, en lo que a la historia de Espa?a se refiere, de esta manera se consigue mantener el "imaginario colectivo" de lo espa?ol, ocultando, curiosamente, una parte sustancial de la historia de Espa?a (ocho siglos de dominio musulm¨¢n, por ejemplo), al mismo tiempo que se da definitivo cumplimiento al deseo de don Miguel de Unamuno de espa?olizar Europa. Por otra, siguiendo las tesis del actual pensamiento dominante sobre el choque de civilizaciones (una visi¨®n, por cierto, que, si no lo impedimos entre todos, tiene muchas probabilidades de convertirse en lo que los psic¨®logos llaman una profec¨ªa autocumplida), se tratar¨ªa de poner barreras al mundo isl¨¢mico, la representaci¨®n del mal.
No deber¨ªamos, pues, dejarnos enredar en esta pol¨¦mica est¨¦ril. Somos europeos porque tenemos voluntad de serlo. Y nuestra identidad, si es que existe, no es ni debe ser otra que el respeto a la libertad y dignidad de las personas, la pluralidad y la democracia. O lo que es lo mismo: libertad, igualdad y fraternidad. Principios que todos, europeos y no europeos, hemos ido conformando a lo largo de los siglos en una dura lucha contra el poder dominante, cualquiera que este fuera, civil o religioso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.