Una 'cantera' habituada a las noches al raso
Los jugadores que competir¨¢n en el primer torneo internacional de f¨²tbol para personas sin hogar cuentan su experiencia
Mariano, ?ngel y Man¨¦ se han convertido, de la noche a la ma?ana, en unos futbolistas internacionales. No ingresan millones. En realidad, no ganan un duro. Y tampoco son famosos. Pero su equipo, formado por ocho madrile?os que malviven en pensiones, albergues y en la calle, va a competir, como los profesionales, en un torneo internacional: el primer campeonato mundial de f¨²tbol para personas sin hogar, que se celebra, del 7 al 13 de julio, en Graz (Austria).
En el evento, organizado por la red mundial de peri¨®dicos de calle vendidos por indigentes, la INSP (International Network of Street Papers), participan 18 equipos. El que representa a Madrid ha sido promovido por la revista Milhistorias, una publicaci¨®n que desde hace tres meses venden personas sin recursos, y por el centro municipal de acogida de San Isidro.
"Mientras entreno, disfruto y no bebo; antes me pasaba el d¨ªa en el bar y acababa borracho en un banco"
A Mariano le encantar¨ªa volver a Madrid con un trofeo debajo del brazo aunque no tenga donde exhibirlo, ya que su hogar es un simple banco de la calle de San Bernardo. Sosteniendo la copa en alto se sentir¨ªa como Ra¨²l y Figo, sus ¨ªdolos del Real Madrid, aunque les separen cuentas bancarias con muchos ceros.
Este madrile?o de 34 a?os lleva dos d¨¦cadas sin domicilio fijo. Siendo casi un ni?o dej¨® la casa familiar por desavenencias con su padrastro y desde entonces lo m¨¢s parecido a un hogar que ha tenido es la casa de un amigo con el que comparti¨® piso durante nueve a?os. Pero los albergues para indigentes ni los pisa. "No me adapto a los horarios, prefiero estar en la calle aunque te puedan agredir", asegura, y a?ade que lo peor de dormir al raso no es el fr¨ªo, "te echas una manta m¨¢s y te apa?as", sino la imposibilidad de lavarse. "Lo que hago es ir a las duchas p¨²blicas de Alvarado (Tetu¨¢n)", apostilla.
Cuando supo que se estaba formando un equipo de f¨²tbol con personas sin hogar no lo dud¨®. "Me hac¨ªa ilusi¨®n volver a jugar como cuando era un chico y pensaba, adem¨¢s, que los entrenamientos me ayudar¨ªan a dejar de beber", asegura este hombre que sobrevive con la renta m¨ªnima de inserci¨®n (un subsidio mensual de 299 euros que concede la Comunidad) y ayudando a un vendedor ambulante de Quevedo. Sea cual sea el resultado del torneo de Graz, ¨¦l ha logrado ya su propia medalla: mantener a raya el consumo de alcohol.
"Mientras entreno disfruto y no bebo, porque antes me pasaba el d¨ªa en el bar y acababa borracho y tirado en un banco. Adem¨¢s, con esto del campeonato tienes el aliciente de viajar, porque yo lo m¨¢s lejos que he llegado es a Par¨ªs", concluye este hombre que, de madrugada, cuando las calles est¨¢n desiertas, se dedica a ensayar pases con el bal¨®n.
?ngel, de 36 a?os, vendedor habitual de la revista Milhistorias, promovida por la Red de Apoyo a la Inserci¨®n Social (RAIS), espera que este equipo de f¨²tbol no desaparezca tras el viaje a Graz. "Se ha creado un ambiente de compa?erismo muy bueno y estar¨ªa bien seguir entrenando", asegura este hombre, que lleva una d¨¦cada viviendo en pensiones y, en alguna ocasi¨®n, en la propia calle. "Yo trabajaba de mozo de almac¨¦n, pero cuando me tuvieron que hacer fijo me echaron y ah¨ª empezaron mis desventuras", explica. La venta de la revista le permite pagarse una cama y un men¨². Pero nunca ha ido a un centro de acogida.
Tampoco Man¨¦, un asturiano de 26 a?os, es muy dado a cobijarse en albergues, aunque no tiene queja de ellos. Lleva unos meses en Madrid y s¨®lo en pleno invierno, cuando el fr¨ªo arrecia, acude al refugio de Mayorales. El resto de los d¨ªas duerme en la glorieta de Quevedo o, si hace mal tiempo, en un subterr¨¢neo cercano al parque del Retiro.
"Falleci¨® mi padre, mi madre fue ingresada en una residencia con Alzheimer y me qued¨¦ sin mi trabajo de camarero, as¨ª que dej¨¦ Gij¨®n y me vine e Madrid, algo que siempre hab¨ªa deseado. Pero la verdad es que nada m¨¢s pisar la estaci¨®n de Atocha me sent¨ª asustado pregunt¨¢ndome d¨®nde me hab¨ªa metido", explica. Cuando le contaron que se estaba formando un equipo de f¨²tbol se ilusion¨® con la idea. "Me ha gustado ese deporte desde que era un guaje y, adem¨¢s, lo de ir a Austria me ilusiona porque es una forma de conocer a gente de otros pa¨ªses que est¨¢ como nosotros", a?ade.
Durante los d¨ªas que dure el campeonato convivir¨¢n con los otros jugadores en un gimnasio de Graz. Eso s¨ª, no podr¨¢n fumar ni beber dentro de ¨¦l. Y quiz¨¢ tampoco fuera, dado el elevado precio de la cerveza austriaca.
18 equipos de todo el mundo
Este primer campeonato mundial de f¨²tbol para personas sin hogar reunir¨¢ a 18 equipos de todo el mundo con el objetivo de demostrar que el deporte puede ser una buena herramienta para la inserci¨®n social de los colectivos marginados. Hay escuadras europeas de Polonia, Reino Unido, Holanda, Irlanda, Rusia, Eslovaquia... y tambi¨¦n de Estados Unidos, Brasil y Sur¨¢frica.
"Hacen falta pol¨ªticas de vivienda, formaci¨®n y empleo, pero este tipo de iniciativas tambi¨¦n es v¨¢lido, porque ayuda a las personas a recobrar la autoestima", explica Sa¨²l Rodr¨ªguez, portavoz de Milhistorias, la revista de calle impulsora del equipo madrile?o.
Todos los equipos est¨¢n promovidos por cabeceras de la red internacional de publicaciones vendidas por indigentes (INSP), una especie de transnacional de los pobres que se compromete a no lucrarse de la desgracia ajena. Los miembros de la red se comprometen a destinar los posibles beneficios por la venta de ejemplares a proyectos de apoyo social a los vendedores.
Este torneo, pr¨®ximo en sus reglas al f¨²tbol sala, tiene en cuenta las limitaciones f¨ªsicas de los jugadores. Por eso cada partido no dura m¨¢s de siete minutos.
Los ocho jugadores madrile?os no han contado con grandes medios. Cuando pod¨ªan entrenaban en las pistas deportivas del Canal de Isabel II, y si no, en el parque del Retiro.
Pero en estos meses de preparaci¨®n han estado m¨¢s cerca del estrellato de lo que nunca imaginaron. Pudieron asistir a un entrenamiento del Real Madrid e intercambiar impresiones con sus jugadores, y se pegaron tambi¨¦n el gustazo de librar un partido en el c¨¦sped del Rayo Vallecano.
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