Madrid abre las puertas del Para¨ªso
Al menos 700 esculturas y copias ser¨¢n exhibidas en cinco salas del antiguo taller de vaciado de la Academia de Bellas Artes
Crecer por dentro para prosperar por fuera. Tal parece ser la divisa adoptada por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. A partir de la semana entrante, esta veterana instituci¨®n madrile?a, orlada desde el siglo XVIII por el esfuerzo, la sensibilidad y la memoria de sus acad¨¦micos y operarios, emprende una nueva fase de su historia. En su seno va a nacer un nuevo museo, que se adhiere al que exhibe muchos de los mejores goyas, zurbaranes, archimboldos o vanloos existentes en Espa?a. Ahora le ha llegado su mejor hora a la escultura. Con m¨¢s propiedad, a las t¨¦cnicas escult¨®ricas. Cinco nuevas salas desplegadas sobre el que fuera su taller de vaciado, instalado en el semis¨®tano del palacio de la calle de Alcal¨¢, 13, har¨¢n aflorar los fondos escult¨®ricos que sus almacenes atesoran. Ser¨¢ un nuevo Museo de Reproducciones Art¨ªsticas, avalado por la Academia.
Pedro Tacca consult¨® con Galileo Galilei c¨®mo sujetar las 18.000 libras de la estatua ecuestre de Felipe IV
En los almacenes de la Real de Bellas Artes de San Fernando han dormido hasta 2.000 reproducciones de esculturas, como las de las puertas del batisterio de San Giovanni, en Florencia, o las del retrato ecuestre de Felipe IV, obra de Pedro Tacca, cuya hechura despierta en cuantos las contemplan el latido del arte; tal es la perfecci¨®n de sus formas, sabiamente cinceladas. "Su riqueza es enorme", subraya la arquitecto Emanuela Gambini, responsable del dise?o del nuevo museo, cuyos futuros contenidos estudian a¨²n Jos¨¦ Mar¨ªa Luz¨®n y el escultor Julio L¨®pez, ambos acad¨¦micos.
Al frente del taller de vaciado se encuentra Miguel ?ngel Rodr¨ªguez, uno de los profesionales m¨¢s prol¨ªficos de Madrid, de cuyo cincel ha surgido una de las reproducciones m¨¢s cotizadas de cuantas la Real Academia atesora; se halla bajo una ventana de una sala destinada a los acad¨¦micos, en la segunda planta del palacio dieciochesco. Se trata de una copia de la cabeza del caballo que, en corbeta, monta el rey Felipe IV sobre una magn¨ªfica peana enclavada en el coraz¨®n de la plaza de Oriente, frente al Palacio Real. "Es una copia bronc¨ªnea en resina", comenta con una sonrisa Miguel ?ngel Rodr¨ªguez.
Sobre la gran cabeza, casi cuatro veces el tama?o real, destacan sobre la testuz sus venas latientes, casi vivas por el arrastre de copiosa sangre intuida; las trenzadas crines, los desorbitados ojos y las fosas nasales, henchidas de aire, dan al semblante equino un gesto enfurecido que pareciera hacerle resoplar brav¨ªo.
Esta magna estatua ecuestre fue la primera en la Historia en la que el cuadr¨²pedo se ergu¨ªa sobre los cuartos traseros, en un prodigioso escorzo resuelto por la desenvoltura que s¨®lo pudo procurarle el genio combinado del orfebre Pietro Tacca y del sabio Galileo Galilei, autor de c¨¢lculos para la sujecci¨®n de las 18.000 libras de su peso en bronce, a base de un sistema cruzado de invisibles soportes de acero. Sus patas traseras reposan sobre un soporte romboidal macizadas con plomo, ya que el bronce no admite apenas m¨¢s que unos cent¨ªmetros de espesor. Construida entre 1637 y 1642, la estatua lleg¨® a Madrid desde Florencia, a trav¨¦s del puerto de Livorno y hasta la atarazana de Cartagena, por encargo de Gaspar Guzm¨¢n, conde duque de Olivares, valido de Felipe IV.
"Nunca he visto una perfecci¨®n como ¨¦sta en el tratamiento del caballo, la armadura y el ropaje", confiesa con asombro profesional Miguel ?ngel Rodr¨ªguez, con m¨¢s de treinta a?os de oficio a sus espaldas. El encaje del manto del regio jinete, afiligranado, muestra un detalle minucioso; la mano regia que sujeta una bengala es tan nudosa que permite adivinar hasta temblores... Se sabe que Tacca emple¨® para esculpir la estatua al menos un retrato del pincel de Pedro Pablo Rubens, si bien la majestad de su porte se asemeja mucho m¨¢s a la que del mismo rey obtuviera Diego Vel¨¢zquez en sus lienzos.
Todo invita a so?ar con la perfecci¨®n, salvo el rostro del monarca, hier¨¢tico y fr¨ªo, que reposa sobre una peana. "La cabeza debi¨® proceder de un taller distinto del de Tacca", comenta Rodr¨ªguez. Se sabe que el escultor andaluz Juan Mart¨ªnez Monta?¨¦s (1568-1649) recibi¨® encargo de esculpir un busto regio. Pero la altivez del rostro fue conscientemente buscada: era la divisa del monarca, esa forma suprema de elegancia distante adoptada por los Habsburgo, tensa torsi¨®n de la natural sprezzatura que recomendara a los patricios Baltasar de Castiglione en su Cortesano, un siglo antes del reinado de Felipe IV. Los visitantes del futuro museo podr¨¢n gozar de la contemplaci¨®n de hasta 700 reproducciones m¨¢s a partir del mes de noviembre, en que culminar¨¢n las obras a punto de ser iniciadas.
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