Daniel Barenboim lamenta que la m¨²sica "haya perdido su papel en la sociedad"
El director ofreci¨® ayer un concierto en Santiago a favor de los damnificados del 'Prestige'
"Hay que salir de la torre de marfil", repite Daniel Barenboim como si fuera un mantra recitado para evitar una tentaci¨®n. Pero al ya legendario director de orquesta israelo-argentino-espa?ol nadie le puede reprochar que no sea coherente con ese prop¨®sito. Barenboim (Buenos Aires, 1942) dirigi¨® anoche en Santiago de Compostela a la sinf¨®nica Staatskapelle de Berl¨ªn en un concierto a favor de los damnificados por la marea negra del Prestige y volvi¨® a defender con pasi¨®n el compromiso social de la m¨²sica. Barenboim lamenta que la m¨²sica "haya perdido el papel que debe jugar en la sociedad" hasta llegar incluso a desligarse del resto de las artes y de la intelectualidad.
Barenboim se sinti¨® conmovido al ver las im¨¢genes de la costa gallega tras el siniestro del Prestige, pero confiesa que no estaba muy al tanto del asunto cuando, a finales del pasado a?o, el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, le propuso ofrecer un concierto a favor de los perjudicados por la cat¨¢strofe. Fue el d¨ªa en que el director, nacido en Buenos Aires pero crecido en Israel, cenaba con el presidente en La Moncloa para celebrar la obtenci¨®n de la nacionalidad espa?ola, que desde entonces lleva con mucho orgullo, hasta el punto de afirmar: "Cuando estoy aqu¨ª soy espa?ol, nada m¨¢s que eso". Barenboim acept¨® sin dudar, un gesto que habla de "su sensibilidad humana y ecol¨®gica", como resalt¨® en Santiago el secretario de Estado de Cultura, Luis Alberto de Cuenca, que le acompa?¨® en la presentaci¨®n del concierto junto al consejero de Cultura de la Xunta, Jes¨²s P¨¦rez Varela.
El director fue ayer el primero en relativizar la importancia material de su iniciativa que, como ¨¦l mismo reconoci¨®, "econ¨®micamente no resuelve nada, es s¨®lo un gesto de solidaridad". Pero al mismo tiempo el concierto fue una prueba de su concepci¨®n del arte, de su prop¨®sito permanente de escapar de la dichosa torre de marfil. "La m¨²sica sirve para entretener, para sacarnos del aburrimiento de la vida cotidiana. Pero tambi¨¦n tiene otro lado, porque sirve para comprender mejor la realidad y la naturaleza humana, no a trav¨¦s de palabras, sino de sonidos, lo que la hace todav¨ªa m¨¢s inmediata", reflexion¨® el director ante la prensa.
Desde la perspectiva de un m¨²sico, el mundo de hoy ofrece un rasgo que a Barenboim le parece "terrible". "La m¨²sica ha perdido el papel que deb¨ªa jugar en la sociedad", apunt¨® sin rodeos. "Ha perdido incluso a la intelectualidad. Hay gente que se dedica a la filosof¨ªa, a la literatura, a la ciencia... y que vive al margen de la m¨²sica. No s¨¦ c¨®mo, por ejemplo, se puede estudiar a Heine o a Goethe sin estudiar la m¨²sica que es paralela a todo eso". Barenboim no exculpa a los m¨²sicos por esa p¨¦rdida de conexi¨®n con el mundo: "Aprender a tocar un instrumento requiere mucha dedicaci¨®n y mucho tiempo. Por eso los m¨²sicos tienden a mantenerse en un campo de atenci¨®n muy estrecho, lo que les conduce al aislamiento". Pero el principal obst¨¢culo, a su juicio, est¨¢ en el sistema de ense?anza. "No hay una verdadera educaci¨®n musical como s¨ª la hab¨ªa, por ejemplo, en el siglo XVII. La m¨²sica tendr¨ªa que ser una asignatura m¨¢s como lo son la geograf¨ªa, la historia o las matem¨¢ticas".
La manifestaci¨®n m¨¢s clara de esa batalla personal de Barenboim por sacar la m¨²sica de su c¨ªrculo herm¨¦tico es su iniciativa de reunir a ¨¢rabes e israel¨ªes en la West Eastern Divan Workship, orquesta y academia musical al mismo tiempo, que ¨¦l fund¨® en 1999 y que le vali¨® el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de la Concordia. Una iniciativa que ha reforzado su convicci¨®n de que la violencia entre los pueblos suele nacer "de la ignorancia de los unos con respecto a los otros" y de que la primera condici¨®n para superar un conflicto tan enquistado es que todos se esfuercen por "comprender al pr¨®jimo". A Barenboim le gustar¨ªa contar con m¨¢s palestinos en la orquesta, pero se lo impide la precaria educaci¨®n musical de un pueblo "que desde luego tiene otros problemas". "Estoy tratando de encontrar una soluci¨®n y hemos empezado a trabajar con algunos chicos de 14 o 15 a?os", explic¨®. "Por lo dem¨¢s, tenemos egipcios, sirios, libaneses...".
Su actitud de tender puentes hacia los palestinos y algunas iniciativas provocadoras, como la de interpretar en suelo israel¨ª a Wagner, el m¨²sico de cabecera de la jerarqu¨ªa nazi, le han convertido en una bestia negra para los sectores m¨¢s intolerantes del sionismo. Sobre el episodio de Wagner, se limit¨® a precisar que el arte puede estar vinculado a un determinado car¨¢cter nacional sin caer por ello en el "patriotismo". Tambi¨¦n le preguntaron si alguna vez se ha sentido en peligro por su toma de posici¨®n p¨²blica. "Nunca", fue su respuesta. "Lo ¨²nico peligroso para m¨ª son las ruedas de prensa".
Un Benelux para Oriente Pr¨®ximo
Como israel¨ª que ha propugnado siempre la v¨ªa del di¨¢logo para resolver el conflicto de Oriente Pr¨®ximo, Barenboim no pod¨ªa dejar de reconocer lo que tiene de positivo que los gobiernos de Ariel Sharon y la Autoridad Nacional Palestina hayan aceptado la llamada Hoja de Ruta. Pero el m¨²sico tampoco se hace excesivas ilusiones, porque, seg¨²n ¨¦l, hasta ahora "no se puede hablar de un proceso de paz", sino de un "momento de transici¨®n" cuyo primer objetivo es sofocar la violencia. Luego deber¨ªa venir lo que Barenboim define como "el paso del lenguaje diplom¨¢tico al lenguaje real". Es decir, que la voluntad expresada por los l¨ªderes pol¨ªticos se traduzca en una aproximaci¨®n entre los pueblos.
El director de orquesta est¨¢ convencido de que la paz s¨®lo ser¨¢ posible si los ciudadanos de las dos partes enfrentadas descubren que hay un "inter¨¦s com¨²n" en establecer v¨ªnculos y convivir pac¨ªficamente. El sue?o de Barenboim ser¨ªa la coexistencia de tres Estados, Israel, Palestina y Jordania, todos independientes pero asociados en "una federaci¨®n, una especie de Benelux". Barenboim admiti¨® que la acusaci¨®n de antisemitismo se utiliza a veces en su pa¨ªs como coartada para descalificar las cr¨ªticas a la pol¨ªtica israel¨ª, pero advirti¨® de que hay ataques contra el Gobierno de Sharon que, a su vez, encubren un antisemitismo latente.
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