Inc¨®gnita despejada
La compra de Eduardo Tamayo y Teresa S¨¢ez ha paralizado institucionalmente la Comunidad de Madrid. Nada de lo que es normal que ocurra tras la celebraci¨®n de una elecciones auton¨®micas ha sucedido y, a la inversa, todo lo que ha sucedido ha sido anormal. Se ha constituido la Asamblea sin que estuvieran presentes todos sus miembros; como consecuencia de ello la presidenta ha sido elegida por mayor¨ªa simple; se ha constituido un grupo mixto integrado ¨²nicamente por los dos diputados traidores; se aprob¨® un periodo de sesiones de ¨²nicamente seis d¨ªas, con la finalidad de que se pudiera disolver la Asamblea con m¨¢s rapidez; se constituy¨® la Diputaci¨®n Permanente con Eduardo Tamayo como ¨¢rbitro de la misma; no se ha producido la investidura de Rafael Simancas como presidente de la comunidad; se van a repetir las elecciones en octubre. Nada de esto ha ocurrido en ninguna comunidad aut¨®noma desde que en 1980, a?o en que se celebraron las primeras elecciones auton¨®micas.
El desenlace de la crisis de Madrid va a imponer la celebraci¨®n de las andaluzas en la primavera de 2004
La consecuencia de todo ello ha sido la paralizaci¨®n institucional de la Comunidad de Madrid y la contaminaci¨®n del debate pol¨ªtico nacional, como hemos tenido ocasi¨®n de ver con el reci¨¦n celebraro debate sobre el estado de la naci¨®n.
Pero los efectos de la compra del Gobierno de la Comunidad de Madrid no se agotan en esta incidencia inmediata en el susbsistema pol¨ªtico madrile?o y en el sistema politico espa?ol. Dicha compra va a marcar de manera duradera la forma de hacer pol¨ªtica en Espa?a.
Dejo de lado lo m¨¢s importante, esto es, el hecho de que un Gobierno se pueda comprar, es decir, que se pueda imponer por personas con suficiente poder econ¨®mico la repetici¨®n de unas elecciones. En la ruptura de la legitimidad democr¨¢tica del poder es en lo que consiste t¨¦cnicamente un golpe de Estado. Y eso es lo que ha ocurrido en Madrid. Y es lo que se va a legitimar con la repetici¨®n de las elecciones. Va a ser un golpe de Estado resuelto circunstancialmente por un procedimiento democr¨¢tico, pero no por ello va a dejar de ser un golpe de Estado. En democracia nunca se repiten las elecciones. Nunca.
Pero dejemos esto de lado y centr¨¦monos simplemente en los efectos "t¨¦cnicos", consecuencia inexcusable de la repetici¨®n de las elecciones.
El primero es la alteraci¨®n de nuestro Estado auton¨®mico desde una perspectiva electoral. La repetici¨®n electoral significa que Madrid se desvincula de las comunidades del art¨ªculo 143 de la Constituci¨®n. Electoralmente la Comunidad de Madrid se convierte en la quinta comunidad del art¨ªculo 151. Si hasta el momento Pa¨ªs Vasco, Catalu?a, Galicia y Andaluc¨ªa eran las ¨²nicas comunidades aut¨®nomas que se constitu¨ªan pol¨ªticamente de manera individualizada, a partir de ahora tambi¨¦n lo har¨¢ Madrid. Aproximadamente el 60% de la poblaci¨®n de Espa?a se expresar¨¢ de manera particularizada en las elecciones auton¨®micas mientras que el 40% lo har¨¢ conjuntamente. Al rev¨¦s de como se ven¨ªa haciendo hasta ahora.
Esta exclusi¨®n de Madrid del 143 y su inclusi¨®n en el 151, va a influir en la vida pol¨ªtica espa?ola de dos maneras:
1?. Devaluando la convocatoria auton¨®mica general del 143 y abriendo, como consecuencia de ello, la posibilidad de que algunas comunidades, como la Comunidad Valenciana o Canarias, empiecen a plantearse que ellas tambi¨¦n deben ir en solitario y pongan en marcha los mecanismos para hacerlo posible.
2?. Intercalando entre las convocatorias de elecciones generales una convocatoria electoral m¨¢s y nada menos que en Madrid. Si hasta ahora entre dos convocatorias de eleciones generales hab¨ªa cinco convocatorias auton¨®micas y municipales, ahora van a ser seis. No es f¨¢cil cuantificar el efecto que pueda tener en el sistema pol¨ªtico espa?ol y en los susbsistemas auton¨®micos, pero me temo que va a ser significativo. El peso de Madrid en el Estado auton¨®mico espa?ol va ser mucho mayor a partir de ahora.
Pero no s¨®lo va a influir en el Estado, sino que tambi¨¦n lo va a hacer en otras comunidades aut¨®nomas. De momento ha obligado a Catalu?a a retrasar la convocatoria de sus elecciones auton¨®micas para no hacerlas coincidir con las de Madrid. Y, previsiblemente, Catalu?a deber¨¢ poner en marcha mecanismos en el futuro con la finalidad de que sus elecciones se distancien de las madrile?as. Catalu?a no puede aceptar celebrar sus elecciones auton¨®micas unas semanas despu¨¦s de que Madrid haya celebrado las suyas, como si fueran un ap¨¦ndice de las madrile?as.
Con algo m¨¢s margen de maniobra, pero no con mucho m¨¢s, puede operar Andaluc¨ªa, en lo que a la fijaci¨®n de la fecha de las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas se refiere. La repetici¨®n de las elecciones madrile?as en octubre obliga al presidente de la Junta de Andaluc¨ªa a convocar las elecciones auton¨®micas o con las generales o con las madrile?as/catalanas.
Ninguna opci¨®n es buena, aunque una es mucho peor que la otra. El oto?o se ha llenado electoralmente de una manera tan an¨®mala que no ha dejado espacio para que se pueda producir la incorporaci¨®n de otra convocatoria electoral. La campa?a de Madrid va a ser muy sucia. Est¨¢ siendo ya muy sucia. Va a contaminar inevitablemente a todas las dem¨¢s que se celebren con ella o pr¨®ximas a ella. De ah¨ª que esa opci¨®n deba ser descartada.
El desenlace de la crisis institucional de Madrid va a imponer casi inevitablemente la celebraci¨®n de las elecciones andaluzas en la primavera de 2004 juntamente con las elecciones generales. La repetici¨®n de las elecciones auton¨®micas madrile?as ha despejado de rebote la inc¨®gnita electoral andaluza.
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