Los ?ngeles
Dos d¨ªas despu¨¦s de celebrar su masiva parade en Montju?c, vi a un grupo de moteros bajando con sus relucientes Harley-Davidson por la calle de Calvet de Barcelona. No parec¨ªan ?ngeles del Infierno, m¨¢s bien un grupo de amigos paseando a lomos de una forma de contaminaci¨®n ac¨²stica con pedigr¨ª. Por una t¨®pica asociaci¨®n de ideas, me hicieron pensar en el libro de Hunter S. Thompson Los ?ngeles del Infierno, una extra?a y terrible saga (Anagrama), as¨ª que, al llegar a casa, quise hojearlo para recordar algunos de sus episodios. Descubr¨ª que me lo hab¨ªan robado, o que lo hab¨ªa perdido, o que lo hab¨ªa dejado a alguien que no pensaba devolv¨¦rmelo. Sal¨ª a comprar uno nuevo, pues, y en una mesa de novedades de la librer¨ªa vi que acababa de salir Los ?ngeles, de A. M. Homes, en la colecci¨®n Latitudes / National Geographic, un sello que encarga a reconocidos escritores relatos vagamente period¨ªsticos sobre viajes. Pese a que me hab¨ªa propuesto no leer m¨¢s periodismo del estrictamente necesario, me llev¨¦ los dos libros pensando m¨¢s en el segundo que en el primero (miento: tambi¨¦n compr¨¦ el de un periodista profesional del exceso y Dios me castig¨® con un ejemplar defectuoso: entre las p¨¢ginas 39 a la 44, arrugas, cortes y otras pruebas de que una cosa es presumir de hacer las cosas bien y otra conseguirlo).
Pero volvamos a A. M. Homes. Su novela M¨²sica para corazones incendiados empieza con esta frase: "Es m¨¢s de medianoche de uno de esos viernes en que los invitados ya se han ido a sus casas y el anfitri¨®n y la anfitriona, borrachos, tratan de restablecer el orden". En la fotograf¨ªa de la solapa de la novela, la autora luce una mirada clara, con matices ambivalentes de determinaci¨®n y desamparo. Motivado por esa curiosidad que solamente los libros son capaces de provocarme, me sent¨¦ a leer este Los ?ngeles, un encargo que incluye 172 p¨¢ginas de observaci¨®n en primera persona. Enseguida intu¨ª que iba a tardar en levantarme y que s¨®lo un bombardeo lograr¨ªa interrumpir este ameno y fascinante viaje. En alguna ocasi¨®n he o¨ªdo decir que mirar es elegir, y que el periodismo consiste en saber acertar lo que se mira y decidir despu¨¦s lo que se cuenta. A menudo, lo que nos seduce de una cr¨®nica es, adem¨¢s del estilo, la personalidad en la elecci¨®n de los detalles. ?Por qu¨¦ prefiero a Josep Maria Carandell, Nick Toshes, Enric Gonz¨¢lez, Josep Maria Espin¨¤s, Quim Monz¨® o algunas cr¨ªticas de Joan-Anton Benach? Pues probablemente porque, sin traicionar la humildad de su misi¨®n (contar lo que ven sin pontificar y esbozar algunas reflexiones al respecto teniendo en cuenta las terrenales urgencias de espacio y tiempo), consiguieron que sus textos perdurasen como una forma asequible y popular de conocimiento.
Algo parecido ocurre con el Los ?ngeles de A. M. Homes, viaje a la capital mundial de las metanfetaminas en busca de referentes personales (el hotel Ch?teau Marmont y su legendaria aureola) y de pruebas materiales de ficciones colectivas. La elecci¨®n de los detalles que dan sentido a este ca¨®tico todo produce una envidia sana (de ni?o so?aba con marcar los mismos goles que mis ¨ªdolos; ahora sue?o con escribir un libro as¨ª: sin pretensiones, imperfecto y tremendamente atractivo).
Para explicar esta inexplicable metr¨®polis, Homes completa su discurso con entrevistas y fogonazos reflexivos: "La vida en Los ?ngeles se basa en la cultura del momento: todo est¨¢ pensado para el d¨ªa de hoy. Te ves obligado a pensar con un solo d¨ªa de antelaci¨®n. Absolutamente nadie quiere comprometerse a una sola cosa m¨¢s: ni la asistenta, inmigrante ilegal, que puede ser arrestada en cualquier momento y deportada al otro lado de la frontera; ni el ejecutivo cinematogr¨¢fico, cuya comedia rom¨¢ntica de 60 millones de d¨®lares se ha convertido en un desastre de 60 millones de d¨®lares. ?sta es una ciudad especializada en la suspensi¨®n de la incredulidad, la suspensi¨®n del tiempo, la realidad, la historia, la memoria". Adem¨¢s, una guarnici¨®n de breves di¨¢logos m¨¢s cercanos a la excelencia que a la eficacia: una entrevista con un ge¨®logo especializado en terremotos, otra con un cirujano experto en circuncisiones entre la jet-set hollywoodiense, un encuentro con un director de hotel que sue?a con ser actor y una conversaci¨®n con un artista especializado en decorados de telecomedia que trabaja de cartero. Eso es Los ?ngeles: un foll¨®n multidireccional, alejada de la que aparece en las pel¨ªculas de bandas de delincuentes, menos sofisticada y melanc¨®lica que la que sirve de decorado a los espl¨¦ndidos relatos de Steve Martin, parecida a todo lo que ya sabemos de ella y, al mismo tiempo, distinta y peligrosamente estimulante.
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