Una Convenci¨®n para Irak
El pueblo iraqu¨ª ha sido sometido a un largo per¨ªodo de dictadura que lo ha mantenido neutralizado pol¨ªticamente durante mucho tiempo. Adem¨¢s, desde comienzos de los a?os ochenta, ha vivido en una situaci¨®n de permanente inestabilidad a la que le ha conducido la pol¨ªtica que el r¨¦gimen de Sadam Husein ha llevado en la regi¨®n.
Irak puede abrir ahora una nueva etapa en su historia. Los iraqu¨ªes deben tomar las riendas de su propio destino y dotarse de unas reglas b¨¢sicas de convivencia que le permitan vivir en paz y libertad. Necesita, por tanto, una Constituci¨®n.
Debe darse comienzo a un proceso en el que los propios iraqu¨ªes sean protagonistas. Los iraqu¨ªes deben sentir ese proceso como algo propio. La idea de "apropiaci¨®n" (ownership) del proceso constitucional por los propios iraqu¨ªes es esencial si se quiere conseguir la adhesi¨®n natural del pueblo iraqu¨ª a esas normas de convivencia y, por tanto, el respeto de las mismas.
Este proceso no puede ser secuestrado por intereses locales de unos pocos ni impuesto desde fuera. Hay que preservar al m¨¢ximo ese protagonismo iraqu¨ª porque significar¨ªa el comienzo de la participaci¨®n de los iraqu¨ªes en la construcci¨®n de su propio futuro.
La puesta en marcha de este proceso constituyente se enfrenta sin embargo a carencias institucionales y jur¨ªdicas que hacen imposible establecer directamente una Asamblea Constituyente; baste citar la inexistencia de un censo o la ausencia de un marco normativo generalmente aceptado.
En este contexto, la Convenci¨®n Europea, que acaba de elaborar un proyecto de Constituci¨®n para la Uni¨®n Europea, aparece como un modelo digno de consideraci¨®n y susceptible de aplicaci¨®n a la realidad iraqu¨ª. En efecto, la Convenci¨®n re¨²ne las caracter¨ªsticas que la hacen particularmente apropiadas: se trata de un foro de deliberaci¨®n y propuesta, en el que, bajo la presidencia de una personalidad de reconocido prestigio, los distintos componentes o categor¨ªas de la sociedad interesadas en el futuro de la Uni¨®n, representados de manera paritaria sin prejuzgar su peso relativo, han debatido con arreglo a un mandato flexible y abierto y a un calendario prefijado sobre la futura gobernanza de la Uni¨®n, con el fin de alcanzar por amplio consenso y sin proceder a votaci¨®n un resultado que no tiene car¨¢cter jur¨ªdicamente obligatorio, sino de mera recomendaci¨®n para el ¨®rgano o asamblea encargado de formalizar el texto constitucional.Para que esta tarea constitucional sea viable y eficaz en Irak, es posible pensar en una Convenci¨®n cuyos contornos estar¨ªan definidos por los siguientes rasgos:
1.El proceso constitucional debe ser inclusivo: las distintas orientaciones pol¨ªticas, confesiones y etnias, mayoritarias o minoritarias, deben sentirse representadas. El n¨²mero de miembros de la Convenci¨®n debiera ser lo suficientemente amplio como para que ning¨²n sector significativo de la poblaci¨®n se sienta marginado. Es m¨¢s importante garantizar la presencia de todos los estamentos potencialmente involucrados en el futuro de Irak que reflejar exactamente su peso real, por lo dem¨¢s dif¨ªcil de precisar en estos momentos. Un tercero imparcial, preferiblemente con la intervenci¨®n de Naciones Unidas, deber¨ªa identificar a esos "stakeholders", que estar¨ªan representados en esta fase de manera paritaria.
2.Al frente de esta tarea debe situarse una personalidad con autoridad moral, con capacidad de liderazgo, con sentido de Estado que conduzca a buen puerto este proceso.
3.Debe fijarse calendario preciso, pero dotado de la suficiente flexibilidad para adaptarse a una labor que ser¨¢ compleja como lo son todos los procesos constituyentes. Es necesario que los iraqu¨ªes perciban que se abre un proceso con destino final, una perspectiva pol¨ªtica real de entendimiento entre todos y de respeto de todos.
4.Se necesita un mandato suficientemente ambicioso, pero al mismo tiempo realista y abierto para permitir que los trabajos de la Convenci¨®n evolucionen hacia el resultado m¨¢s susceptible de generar consenso. La fijaci¨®n de ese mandato corresponder¨ªa a una fuente externa a la convenci¨®n misma.
5.La Convenci¨®n debe ser ante todo un foro para la forja de consensos. Para ello debe seguir un m¨¦todo de trabajo que permita a todos sus componentes expresarse sin cortapisas. Se podr¨ªa habilitar una fase de debate abierto, en el que pudieran incorporarse audiciones de la sociedad civil, y una segunda fase de estudio mediante posibles grupos de trabajo para abordar problemas concretos. Las conclusiones deber¨ªan aprobarse por consenso en sesi¨®n plenaria, rehuyendo el recurso al voto para evitar la formaci¨®n de minor¨ªas y la potenciaci¨®n de l¨ªneas de fractura en una sociedad de por s¨ª desestructurada como la iraqu¨ª. Hay que recordar adem¨¢s que la composici¨®n de la Convenci¨®n es heterog¨¦nea, y, por tanto, la adici¨®n no tiene demasiado significado.
6.Har¨ªa falta, por ¨²ltimo, que el fruto de ese proceso pudiese ser sometido a una Asamblea Constituyente surgida de unas elecciones libres. La elaboraci¨®n de un censo electoral ser¨ªa una pieza clave para el ¨¦xito de las mismas.
La comunidad internacional est¨¢ dispuesta a prestar todo su apoyo para que los iraqu¨ªes alcancen con ¨¦xito esa meta. La comunidad internacional puede contribuir a que se creen las condiciones necesarias para que la labor de esa Convenci¨®n se desarrolle en un clima de paz y de estabilidad. Puede aportar su asistencia, asesoramiento y experiencia si as¨ª se considera necesario por los iraqu¨ªes en el desarrollo de esta trascendental tarea constitucional. Pero nada podr¨¢ sustituir la voluntad de los iraqu¨ªes en la definici¨®n del marco normativo de convivencia que de manera tan decisiva puede sentar las bases de un Irak en paz y pr¨®spero al que tanto derecho tiene el pueblo iraqu¨ª.
Ana Palacio es ministra de Asuntos Exteriores.
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