Hasta la pr¨®xima reforma de la PAC
Lo esencial de la reforma agraria ser¨ªa valorar en qu¨¦ territorios, con cu¨¢ntos agricultores y de qu¨¦ tipo podr¨¢ mantenerse esta actividad en el futuro.
Acaba de concluir una nueva reforma de la PAC (la tercera en los ¨²ltimos 10 a?os). Como ocurre siempre en estas ocasiones, la valoraci¨®n del impacto ser¨¢ motivo de controversia, pero los rasgos esenciales de la realidad de nuestra agricultura nos permiten realizar un primer balance social de los resultados esperados: la mayor parte de nuestros agricultores puede ver cuestionada seriamente su continuidad a medio plazo. Veamos por qu¨¦.
Con car¨¢cter general, lo que se ha aprobado es fundamentalmente un cambio del modelo de apoyo a la agricultura europea. Se pasar¨¢ de un sistema basado mayoritariamente en unas ayudas directas proporcionales al volumen de producci¨®n de las explotaciones agrarias, al establecimiento de un pago ¨²nico anual por explotaci¨®n seg¨²n los derechos hist¨®ricos adquiridos (entre 2000-2002), "desacoplado" de la producci¨®n y "condicionado" al cumplimiento de unas normas agrarias, alimentarias y medioambientales. En este punto las opiniones coinciden en afirmar que la reforma era obligada y necesaria, tanto por razones internas como, sobre todo, externas a la UE (la sombra de la OMC ha pesado decisivamente).
Para los ciudadanos europeos, como contribuyentes, lo que cambia es la justificaci¨®n por la cual la PAC va a seguir reteniendo cerca del 50% del presupuesto de la UE, y como consumidores, la posibilidad menos cierta de acceder a una alimentaci¨®n m¨¢s barata y m¨¢s segura: todo el mundo sabe que los precios alimenticios dependen b¨¢sicamente de la distribuci¨®n y que las crisis de seguridad alimentaria est¨¢n especialmente emparentadas con la agroindustria. Pero para los agricultores europeos lo que est¨¢ en juego es la legitimidad de las ayudas y, sobre todo, su continuidad en el futuro. Porque, ?por cu¨¢nto tiempo podr¨¢ mantenerse este nuevo tipo de cobro (verdadero "fondo de comercio" negociable) sin que se ponga en cuesti¨®n ante otras pol¨ªticas econ¨®micas y sociales m¨¢s prioritarias en la nueva Europa?
La respuesta tiene que ver con la segunda gran medida de esta reforma: la "modulaci¨®n" de las ayudas. Cuando hay pa¨ªses, como Espa?a, donde apenas el 9% de los agricultores recibe m¨¢s del 60% de los pagos directos, y se decide reducir d¨¦bilmente las ayudas (en un 3%-5% para los perceptores de m¨¢s de 5.000 euros al a?o, que cobran sin limite de cantidad), se comprende la escasa voluntad pol¨ªtica de los gobiernos para considerar la redistribuci¨®n de estas ayudas. ?ste es el verdadero "tal¨®n de Aquiles" de la reforma: la PAC sigue siendo una pol¨ªtica que provoca p¨¦rdidas de cohesi¨®n social dentro de la Uni¨®n. No existe legitimidad posible para seguir subvencionando innecesariamente explotaciones que acaparan resultados econ¨®micos millonarios.
El efecto sobre los agricultores de esta reforma se ir¨¢ concretando en los pr¨®ximos meses y a?os, singularmente en las sucesivas revisiones de las organizaciones comunes de mercado de los diferentes sectores (el aceite de oliva, el tabaco y el algod¨®n ser¨¢n los primeros el pr¨®ximo oto?o). Con todo, parece evidente que la reforma relanzar¨¢ el proceso de ajuste (de reducci¨®n de activos) en curso en la agricultura europea. En el caso espa?ol, con una estructura productiva tan dual (el 76% de las explotaciones carecen de viabilidad econ¨®mica, un 11% tienen un dudoso futuro y el 13% concentran el 70% de los resultados econ¨®micos, ayudas incluidas), los efectos no se har¨¢n esperar.
En s¨ªntesis, el impacto m¨¢s negativo lo soportar¨¢n aquellos agricultores m¨¢s dependientes de las ayudas (se incrementar¨¢ m¨¢s a¨²n la agricultura familiar a tiempo parcial, que ya supera el 75% en nuestro pa¨ªs) y aquellos territorios m¨¢s dependientes de la agricultura (econ¨®micamente menos diversificados y m¨¢s necesitados de desarrollo rural), conforme los nuevos pagos no permitan compensar su limitada producci¨®n y sus menores rendimientos. La evoluci¨®n de los mercados agrarios y la letra de los reglamentos comunitarios marcar¨¢n el ritmo de este nuevo proceso de ajuste (y tambi¨¦n reestructuraci¨®n) de la agricultura, en particular en Espa?a: en 2002 los activos agrarios se redujeron en un 5%, el doble que la media europea.
Ante esta perspectiva, el verdadero debate no est¨¢ en establecer simples balances de lo que seguir¨¢ recibiendo nuestro pa¨ªs por la PAC, como hace el ministro de Agricultura con datos agregados trucados (el aumento anual en los pagos para Espa?a declarado por ¨¦l equivale al margen presupuestario anual con que cuenta toda la UE), sino en valorar cu¨¢ntos, con qu¨¦ tipo de agricultores y en qu¨¦ territorios podr¨¢ mantenerse esta actividad en el futuro. Sin duda la PAC se tendr¨¢ que volver a reformar en unos a?os y la verdadera tarea es asegurar que los actuales agricultores puedan sobrevivir a la reforma actual, hasta la pr¨®xima reforma.
Jes¨²s G. Regidor es profesor de Econom¨ªa Agraria y Desarrollo Rural de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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