Medidas contra la delincuencia
Para justificar la ola de delitos que padece Alicante, el alcalde D¨ªaz Alperi cont¨® el otro d¨ªa a los periodistas que su propia madre fue v¨ªctima de un robo, en la calle San Vicente, 15 a?os atr¨¢s. Con esta an¨¦cdota, D¨ªaz pretend¨ªa demostrar que la delincuencia no es un problema de hoy, sino un mal end¨¦mico en la ciudad. Hasta ahora, hab¨ªamos cre¨ªdo que estos asuntos se resolv¨ªan con perseverancia y poniendo m¨¢s polic¨ªas a trabajar. Con m¨¢s guardias patrullando por las calles, pens¨¢bamos nosotros, los delincuentes se retirar¨ªan para que los transe¨²ntes pudieran caminar en paz. Por lo visto, no es as¨ª, y D¨ªaz nos advierte que hemos de acostumbrarnos a convivir con la violencia.
Si he de decir la verdad, no me ha sorprendido la actitud resignada del alcalde. Desde que ocurriera la cat¨¢strofe del Prestige, nuestros gobernantes se han vuelto fatalistas. Todo aquel dinamismo del que hicieran gala tiempo atr¨¢s y que tanto impulso dio a la revoluci¨®n conservadora, se ha evaporado en los ¨²ltimos meses. Actualmente, cuando un problema presenta dificultades, nuestras autoridades se encogen de hombros, farfullan una excusa y aluden al destino. A continuaci¨®n, venga o no a cuento, echan una rega?ina a la oposici¨®n. Por lo visto, la doctrina les ayuda a ganar votos, aunque lleva camino de sumir al pa¨ªs en la perplejidad.
Como D¨ªaz considera que la delincuencia no tiene soluci¨®n, ha dedicado la polic¨ªa local a ordenar el tr¨¢fico de la ciudad. Ya que no acabaremos jam¨¢s con los ladrones, se ha dicho el alcalde, vigilemos a los malos conductores. La medida, acogida, sin duda, con gran contento por los delincuentes, no ha complacido a los vecinos, ni a la propia polic¨ªa municipal. Aunque desde el punto de vista de D¨ªaz Alperi la decisi¨®n no carezca de sentido, la estimo, sin embargo, un error. No porque incomode a los vecinos o a la polic¨ªa, que eso carece de importancia con las actuales maneras de gobernar, sino porque el tr¨¢fico en Alicante es un problema irresoluble. La delincuencia, diga lo que diga el alcalde, podr¨ªa reducirse con suficientes medios, si existiera voluntad. El tr¨¢fico, sin embargo, est¨¢ ligado al urbanismo de la poblaci¨®n y eso no puede remediarse por muchos agentes que env¨ªen a trabajar.
A esos alicantinos que han protestado la decisi¨®n de Luis D¨ªaz, yo les recomendar¨ªa que se acomodaran a los nuevos tiempos, para evitarse disgustos. Hay que espabilar. El ciudadano de hoy, no puede esperarlo todo del Estado y debe cuidar de s¨ª mismo, sin confiar siempre en la autoridad. Si al espa?ol de anta?o se le exig¨ªa ser mitad monje, mitad soldado, el actual conviene que tenga algo de polic¨ªa o, cuanto menos, de guarda de seguridad. En cualquier caso, y atendiendo a las circunstancias, dominar artes marciales le ser¨¢ de gran utilidad. Si, por cualquier motivo, uno no puede defenderse personalmente, siempre cabe la opci¨®n de recurrir a empresas privadas para asegurar nuestra protecci¨®n. Es lo que han hecho recientemente los vecinos de la playa de San Juan, cansados de que los ladrones entraran una y otra vez en sus viviendas. Por unas cuotas mensuales m¨¢s bien m¨®dicas para los tiempos que corren -no m¨¢s all¨¢ de 12 o 15 euros, seg¨²n ha informado la prensa-, estos ciudadanos dispondr¨¢n ahora del amparo que la polic¨ªa no pod¨ªa ofrecerles.
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