1927-1939: El Tour se moderniza
En esta ¨¦poca, el Tour empieza a tomar un aspecto m¨¢s parecido al de nuestros d¨ªas. Aunque todav¨ªa se producen an¨¦cdotas propias de las d¨¦cadas anteriores. Como por ejemplo, en la etapa entre Metz y Charleville, en la edici¨®n de 1928. El vencedor, Nicol¨¢s Frantz, recorre los ¨²ltimos cien kil¨®metros en una bicicleta de mujer, con barra diagonal en vez de horizontal, pues ha sufrido una aver¨ªa que no es capaz de arreglar.
A partir de 1927 cada edici¨®n del Tour, tiene, en promedio, unos 22 d¨ªas. Ya no habr¨¢ m¨¢s Tours de menos de 3 semanas. Ni etapas inhumanas de 12 ¨® m¨¢s horas. Ahora la duraci¨®n media de las etapas es m¨¢s razonable, de unas 7 horas. Y hasta el 50% de los participantes, unos cien por edici¨®n, consiguen llegar a Par¨ªs. Adem¨¢s, la distancia entre el primero y el ¨²ltimo ya no es tan abismal como anta?o: unas 12 horas, frente a m¨¢s de 50 en las d¨¦cadas anteriores.
El Tour cada vez se hace m¨¢s moderno, m¨¢s parecido al que conocemos. Se introducen las contrarrelojes individuales (en 1934), nace la caravana publicitaria, y la carrera se retransmite por radio. Y las bicicletas ya tienen cambios, los d¨¦railleurs, que permiten a los ciclistas cambiar de desarrollo sin tener que darle la vuelta a la rueda como anta?o. Desde 1930 se instauran los equipos nacionales y la clasificaci¨®n por equipos nacionales. Adem¨¢s, el Tour se mundializa: cada vez se apuntan m¨¢s corredores extranjeros. Incluso de las ant¨ªpodas. Como el australiano Hubert Operan, en la edici¨®n de 1928.
La leyenda del Tour no cesa de crecer. En 1935 le quita la vida al espa?ol Francisco Cepeda, que se despe?a bajando el m¨ªtico Galibier. Y en 1938 corona a un gran campe¨®n, el italiano Gino Bartali, que deber¨¢ esperar diez a?os (el Tour no se celebr¨® entre 1940 y 1946 por culpa de la segunda guerra mundial) para volver a ganar la gran ronda francesa.
Los corredores cada vez se preparan mejor. Como lo atestigua la velocidad media del vencedor del Tour de esta ¨¦poca: aproximadamente 30 Km./h y nada menos que 32 Km./h en la edici¨®n de 1939. Contaba Marcel Bidot, un buen ciclista de aquellos a?os, que las etapas llanas parec¨ªan contrarrelojes de lo duras que eran. Antonin Magne, vencedor del Tour de 1931, era un corredor cient¨ªfico que segu¨ªa un minucioso m¨¦todo de entrenamiento dise?ado por ¨¦l mismo. Fue el inventor de las concentraciones en altura: al llegar el mes de mayo se aislaba en los Pirineos y recorr¨ªa sus puertos una y otra vez.
Por aquellos a?os, se producen importantes avances en Fisiolog¨ªa del Ejercicio que pronto podr¨¢n ser aplicados en el mundo del deporte. En 1927 nace el Laboratorio de Fatiga de la Universidad de Harvard, donde en los siguientes 20 a?os se publican m¨¢s de 300 estudios de investigaci¨®n. En ese laboratorio se forman prestigiosos cient¨ªficos de todo el mundo, como el espa?ol Francisco Grande Covi¨¢n. Y algunos deportistas de la ¨¦poca, como el maratoniano Clarence de Mar, dominador del marat¨®n de Boston en los a?os treinta, se someten a evaluaciones fisiol¨®gicas por famosos investigadores de Harvard como David B. Dill o Arlie Bock. Con el tiempo, este tipo de evaluaciones (medici¨®n del consumo de ox¨ªgeno, niveles de lactato o frecuencia cardiaca), se realizar¨¢n rutinariamente a todos los grandes deportistas.
Alejandro Luc¨ªa es profesor de la Universidad Europea de Madrid.
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