Indirecto duelo espa?ol
Heras y Casero, dos ganadores de la Vuelta, son los lugartenientes de Armstrong y Ullrich
?Qu¨¦ une al Tour de Francia y a la Vuelta a Espa?a? Que dos de los ¨²ltimos ganadores del Tour tienen de gregarios a dos de los ¨²ltimos ganadores de la Vuelta. Roberto Heras y ?ngel Casero no pueden intentar ganar la grande boucle porque su trabajo -bien pagado trabajo- consiste en ayudar a Lance Armstrong y a Jan Ullrich a hacerlo. Ser¨¢ un duelo indirecto y curioso.
Empezar¨¢ hoy en la monta?a, ir¨®nicamente en la etapa que termina en Morzine, en la ciudad en la que Armstrong tom¨® una de sus decisiones m¨¢s importantes y acertadas. Hace tres a?os, camino de Morzine se ascend¨ªa la Joux Plane, un puerto con car¨¢cter, un puerto imprevisible. Subiendo aquel puerto, con su segundo Tour casi en el bolsillo, Armstrong vio c¨®mo un insolente bejarano se atrevi¨® a atacarle. El demarraje de Heras, que se llev¨® a su rueda a Jan Ullrich y a Richard Virenque, no vali¨® para poner en peligro la victoria final de Armstrong, pero s¨ª sirvi¨® para desnudarle, para mostrarle d¨¦bil, aun un m¨ªnimo instante, ante la humanidad.
"Armstrong me dijo que hab¨ªa sido m¨¢s fuerte que ¨¦l en La Mongie, pero s¨®lo ese d¨ªa"
Armstrong sufri¨® aquel d¨ªa, el ¨²ltimo d¨ªa que recuerda que se vio en un atolladero en el Tour. Heras no gan¨® la etapa porque se cay¨® en una curva en el descenso y se aprovech¨® Virenque, pero se gan¨® el futuro. Porque Armstrong lleg¨® a su hotel, se duch¨®, descans¨®, se someti¨® al masaje reparador, cen¨® y tuvo una visi¨®n, una visi¨®n terrible, una revelaci¨®n como un rayo. Ve¨ªa a un diablo moreno y menudo vestido de verde, blanco y azul, qu¨¦ horror de combinaci¨®n, qu¨¦ verde m¨¢s claro, clavarle el tridente una y otra vez, dejarle sin fuerza, vac¨ªo, mientras intentaba ascender el Tourmalet. Y ¨¦l, Armstrong, resbalaba una y otra vez, y el diablo corr¨ªa y re¨ªa, descarado.
En aquel momento supo que s¨®lo Heras, el escalador m¨¢s puro, podr¨ªa impedirle seguir ganando el Tour y decidi¨® neutralizarlo, decidi¨® comprarlo.
Heras gan¨® la Vuelta de 2000 con Kelme, renunci¨® a m¨¢s sue?os de grandeza y en invierno emigr¨® al US Postal, donde se convirti¨® en el lugarteniente de Armstrong cuando llega la monta?a. Lleg¨® a un equipo edificado ciento por ciento en torno a una figura y una idea, dise?ado simplemente para que Armstrong siga ganando el Tour. El resto, las ambiciones personales de todos los grandes corredores que forman el tren azul, es secundario. Un accesorio.
"Aunque, la verdad, me gustar¨ªa ganar una etapa", dice Heras. "Aunque s¨¦ y asumo que la prioridad absoluta es Lance", a?ade. A punto estuvo de ganarla en el Tour pasado en La Mongie, un d¨ªa en el que Lance Armstrong dio gracias al cielo por tener a Heras en su equipo, y no en uno rival. Pero debi¨® dejar pasar al boss para neutralizar a Beloki, que se acercaba. "Armstrong dijo que aquel d¨ªa yo estuve m¨¢s fuerte que ¨¦l, pero s¨®lo ese d¨ªa", deja claro por si acaso.
"Pero yo no renunci¨¦ a nada", repite una y otra vez el escalador de B¨¦jar. "Y aunque muchas veces me dicen que yo soy el ¨²nico corredor capaz de batir a Armstrong en el Tour, yo s¨¦ seguro que Armstrong es mejor. Yo quiz¨¢s tendr¨ªa una oportunidad de luchar por un puesto en el podio. Pensar en ganar el Tour existiendo Armstrong me parece imposible", reconoce.
Si la marcha de Heras al servicio de Armstrong fue fruto de una elecci¨®n consciente, ?ngel Casero est¨¢ trabajando para Ullrich como resultado de un par de carambolas.
Despu¨¦s de ganar la Vuelta de 2001, ?ngel Casero, gran planta, gran capacidad contrarreloj, resistencia en la monta?a, un quinto puesto en el Tour, como Heras, en su hoja de servicio, se encontr¨® con el mercado espa?ol bloqueado. Comenzaba la crisis. Casero debi¨® emigrar al Coast alem¨¢n, un equipo financiado por una empresa en crisis que intent¨® una huida hacia delante fichando a Ullrich, una inc¨®gnita tras su sanci¨®n por dopaje, al comienzo de esta temporada. Finalmente se produjo el crack del Coast y Casero acept¨® reducir su sueldo para poder seguir de ciclista. Ahora el equipo se llama Bianchi, el liderazgo de Ullrich es incuestionable y Casero deber¨¢ aprender a hacer de gregario.
"A ver c¨®mo se me da", dice, sonriente como siempre. "Que a¨²n no he tenido oportunidad de demostrarlo".
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