"Eran cien soldados contra nosotros tres"
Pese a no haberse entrenado durante cuatro meses a causa de la guerra, tres iraqu¨ªes, uno de ellos con una cicatriz causada por una bomba, compiten en el Mundial
Sarmad Mohamad es nadador; tiene 28 a?os, cara saludable, cuerpo rechoncho y sonrisa amable. Pero le cuesta hablar. Es t¨ªmido y s¨®lo chapurrea el ingl¨¦s, as¨ª que se retira, observa la escena y asiente cuando Zaid Saeed y Mohammed Abbas, sus compa?eros de equipo, narran los milagros de su vida. Pero Zaid le hace un gesto y Sarmad acude presto. No sin cierto pudor, levanta su camiseta y muestra una gruesa cicatriz que recorre su abdomen. Es su herida de guerra. Literalmente. La indeleble se?al que le ha dejado la guerra que, desde hace cuatro meses, libran los Estados Unidos contra Irak, su pa¨ªs.
Sarmad, el nadador, conversaba con sus amigos en las calles de Bagdad, cuando uno de ellos se acerc¨® jugueteando con una bomba en la mano. La cre¨ªa explosionada, as¨ª que pretend¨ªa divertirse un poco con ella. Pero su juego result¨® letal. Le estall¨® en las manos y muri¨® en el acto. Y Sarmad, separado de ¨¦l por s¨®lo unos metros, sufri¨® los efectos de la onda expansiva. La metralla le alcanz¨® las piernas, los brazos y la cabeza. "Nada grave", pens¨® Sarmad cuando comprob¨® que las heridas eran s¨®lo superficiales. Pero un minunto m¨¢s tarde su rostro mud¨®. Su abdomen, agujereado por la metralla, se hab¨ªa convertido en un mar de sangre. Lo trasladaron al hospital m¨¢s cercano y fue intervenido de urgencia por m¨¦dicos iraqu¨ªes. Pese a la escasez de los productos m¨¢s b¨¢sicos, la operaci¨®n fue un ¨¦xito. En tres d¨ªas, Sarmad hab¨ªa recibido el alta y volv¨ªa a su casa. "La carest¨ªa imped¨ªa que Sarmad permaneciera durante m¨¢s tiempo en el hospital", cuenta Zaid, estudiante de medicina adem¨¢s de nadador.
Sarmad conversaba con sus amigos en las calles de Bagdad cuando la bomba estall¨®
Y ah¨ª, en casa de sus padres, convaleciente y sin entrenarse, permaneci¨® Sarmad hasta que hace una semana se traslad¨® a Amman -el aeropuerto de Bagadad contin¨²a cerrado- junto al resto del equipo para poder competir en Barcelona. Pero la FINA y la organizaci¨®n del Mundial, que les costean los cuatro billetes de avi¨®n, as¨ª como su estancia en la ciudad durante estas dos semanas, tuvieron dudas de su participaci¨®n hasta ¨²ltima hora. Y por eso, cuando los tres nadadores iraqu¨ªes llegaron ayer al aeropuerto de Barcelona a las 8.30 de la ma?ana, se encontraron sin hotel. La organizaci¨®n reaccion¨® r¨¢pido y enseguida les busc¨® alojamiento. Sarmad ten¨ªa que nadar la prueba de 10 kil¨®metros en aguas abiertas. Pero no lo har¨¢. Como sus compa?eros, hace casi cuatro meses que no se entrena, de modo que ha decidido competir en los 50 metros mariposa y en los 50 espalda. "Requieren menos preparaci¨®n f¨ªsica", argumenta Sarmad, que tambi¨¦n era profesor de nataci¨®n en un instituto de Bagdad. Pero las clases, como los entrenamientos, se pararon casi desde el mismo d¨ªa en que el ej¨¦rcito de Estados Unidos, arengado por su presidente George Bush, decidi¨® invadir otra vez Irak e iniciar una nueva guerra en este castigado pa¨ªs del Golfo. Aquel d¨ªa Sarmad, Zaid (23 a?os) y Mohammed (25 a?os) supieron que sus escas¨ªsimas posibilidades de hacer un papel digno en los Mundiales de Barcelona se hab¨ªan esfumado. Asist¨ªan a la cuarta guerra (ya vivieron la de 1980 contra Ir¨¢n, la del Golfo de 1991 y la incursi¨®n de Clinton de 1994) en sus cortas vidas y sab¨ªan lo que eso supon¨ªa.
Los soldados estadounidenses aterrizaron en Bagdad y, como del aeropuerto, tambi¨¦n se apoderaron de las dos piscinas ol¨ªmpicas indoor (una para los nadadores y otra para las escuelas de la ciudad) que existen en la capital iraqu¨ª. De poco sirvieron los intentos de los nadadores para que les dejaran entrenar. Seg¨²n los soldados, el agua de las piscinas pod¨ªa contener productos qu¨ªmicos que, por orden de su gobierno, deb¨ªan analizar. El an¨¢lisis dur¨® casi cuatro meses durante los que las piscinas permanecieron vetadas para los 30 nadadores amateurs que se existen en Irak. No pod¨ªan competir, no pod¨ªan entrenarse. Ni siquiera en el m¨ªtico Trigis, el r¨ªo m¨¢s cercano a la capital bagdad¨ª, donde Sarmad hab¨ªa llegado a nadar 10 kil¨®metros en una hora. "Era demasiado peligroso", cuenta. "El tecer d¨ªa de la guerra fue horroso: las bombas no dejaban de caer, los B 52 no paraban de sobrevolar Bagdad", a?ade Zaid, que nadar¨¢ los 50 y 100 metros mariposa.
Durante todo este tiempo, s¨®lo han podido ejercitarse una semana, hace dos. El resto han sido horas y m¨¢s horas muertas metidos en casa. Sobreviviendo con la comida almacenada cuando se coc¨ªa la guerra -"Nuestra dieta nada tiene que ver con la que deber¨ªa llevar un atleta", puntualiza Zaid-, con tan s¨®lo ocho horas de electricidad diarias, con cortes de agua, sin televisi¨®n, sin peri¨®dicos. "No pod¨ªamos hacer nada; ni siquiera estudiar porque nuestra cabeza no estaba para concentrarse en los libros", cuenta Zaid, el m¨¢s dicharachero de todos, en un m¨¢s que correcto ingl¨¦s. Juegos de cartas o el domin¨® eran sus ¨²nicas distracciones. Se hab¨ªan acabado las emisiones piratas de partidos de f¨²tbol internacional que tanto les entusiasman (Sarmad, como Zaid, muestra orgulloso su camiseta del Bar?a; Mohammed es seguidor del Depor). S¨®lo un d¨ªa, dos antes de que la guerra se diera oficialmente por terminada, los soldados estadounidenses les propusieron celebrar una competici¨®n. "Eran cien contra nosotros tres. Pero ganamos nosotros siempre", dice Mohammed, el ¨²nico que s¨®lo se dedica a la nataci¨®n y que nadar¨¢ en Barcelona los 50 y 100 libres.
Pese a la guerra, los tres, como su entrenador, un antiguo recordman de su pa¨ªs, sonr¨ªen permanentemente. "Estamos acostumbrados a vivir as¨ª y contentos de estar aqu¨ª", argumentan. No quer¨ªan a Sadam Hussein -"?D¨®nde est¨¢? Tal vez con Bush en Washington", bromean- y tampoco esta guerra "injusta", pero no odian a los estadounidenses
. Don Ebrly, el administrador americano para el deporte del gobierno transitorio, les ha proporcionado los uniformes y 1.600 d¨®lares para su aventura en Barcelona.
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