?Allez Richard!

Termin¨® un Tour, y empieza otro, a ver si alguien se va a pensar que esto ya ha terminado. Termin¨® el Tour de los kamikazes del sprint y empieza el de los amantes de las pendientes escarpadas; qu¨¦ bueno, bien pensado, a ¨¦stos no les falta tambi¨¦n un punto de kamikazes, porque a ver si no es lanzarse a la aventura lo que ha hecho ayer mi compa?ero. Una aventura de esas con final feliz, pero ojo, que tranquilamente podr¨ªa haber terminado en una explosi¨®n que se hubiese o¨ªdo desde mi balc¨®n.

En fin, pasar del 53 al 39 no es nunca f¨¢cil, y que conste que no estoy haciendo revisionismo hist¨®rico ni nada que se le parezca. Estoy hablando de los platos que utilizan los corredores. Imag¨ªnense que ahora le quitan 14 dientes de su dentadura; ?c¨®mo se sentir¨ªan? Les falta algo. ?no? Pues algo as¨ª les pasa estos d¨ªas a los rodadores y sprinters.

Pero bueno, de eso hablaremos otro d¨ªa, que me quedo sin tiempo y no voy a contar nada de Richard. Es que lo de este hombre es incre¨ªble, qu¨¦ grinta que tiene, como dicen los italianos. Es que siempre va a tope, incluso hasta cuando est¨¢ medio muerto. Te llega a la concentraci¨®n de Navidad en baja forma, y a¨²n as¨ª no para de atacar, de aprovechar la m¨ªnima oportunidad para liarla. Es lo que se conoce como un pestoso, pero ya me gustar¨ªa a m¨ª ser tan pestoso como ¨¦l, vaya que s¨ª.

Muchas veces pueden m¨¢s su cabeza que sus piernas, y entonces le vemos por cualquier esquina dando pena. Pero ?ay cuando sus piernas funcionan! Entonces lo borda, como hoy, que le ha salido el d¨ªa redondo; y ya si hubiese ganado yo en Austria (he sido el tercero) hubiese puesto la guinda, pero yo no soy como Virenque.