Dar en el blanco
He aqu¨ª la versi¨®n que da un hombre de los hechos: "Fue en defensa propia. Ella me peg¨® primero". He aqu¨ª la respuesta del psic¨®logo. "?Defensa propia? Usted llega a casa. Empieza a discutir con su mujer, la insulta. La llama puta. Le dice que no vale para nada. Sigue as¨ª 20 minutos. Hasta que ella se indigna y le da una bofetada. Y entonces usted la golpea. La agarra de los cabellos y la tira al suelo. Y cuando est¨¢ en el suelo, le da unas patadas tan fuertes que le rompe dos costillas. Est¨¢ claro que es un caso de defensa propia". Estas palabras reflejan muchos de los casos con los que se enfrentan Enrique Echebur¨²a y su equipo en el Pa¨ªs Vasco, donde trabajan en la prevenci¨®n de la violencia dom¨¦stica mediante programas de rehabilitaci¨®n para los hombres que pegan a sus parejas.
Los psic¨®logos creen que la violencia siempre es irracional, que la violencia se aprende. Y sobre todo creen firmemente que la violencia se puede curar
"Cuando un hombre es capaz de examinar su conducta, ver que no es normal, cambiarla y acabar con la violencia, es que algo va por buen camino"
Como la inmensa mayor¨ªa de las v¨ªctimas de la violencia dom¨¦stica son mujeres, los culpables son tambi¨¦n varones, y los datos estad¨ªsticos de muertes, palizas y malos tratos han convencido a los psic¨®logos de que es preciso abordar el problema de ra¨ªz. Cada a?o, en Espa?a mueren un promedio de 50 mujeres a manos de sus parejas o ex parejas, y se calcula que en todo el pa¨ªs, alrededor de 650.000 mujeres reciben malos tratos en sus hogares. Otros indicadores se?alan que una de cada cinco sufre violencia dom¨¦stica en alg¨²n momento de su vida, independientemente de su clase social y su raza. Como consecuencia, la violencia dom¨¦stica representa ya el 13,06% de los cr¨ªmenes en el pa¨ªs. Los psic¨®logos han empezado a luchar contra esta plaga mediante la terapia, intentando cambiar una conducta que causa graves da?os a las mujeres y que destruye familias.
Programa pionero
En 1995, con el apoyo del Instituto Vasco de la Mujer y el gobierno local, Echebur¨²a, un vasco que trabaja como psic¨®logo cl¨ªnico, puso en marcha en Bilbao un programa para hombres que maltrataban f¨ªsica o mentalmente a sus parejas. Tres a?os m¨¢s tarde comenz¨® un segundo programa en Vitoria, y hoy, en los dos centros Zutitu hay sesiones de terapia programadas a lo largo de toda la semana, de forma gratuita. En 2002, 70 hombres pasaron por terapia en los centros vascos.
Los expertos que trabajan en los centros est¨¢n de acuerdo en varios puntos esenciales: que el problema fundamental es el control, la necesidad que tiene un hombre de controlar a una mujer; que la violencia siempre es irracional; que la violencia se aprende. Y, sobre todo, creen firmemente que la violencia se puede curar.
"Su intenci¨®n no es hacer da?o a la mujer", dice Ra¨²l Cenea, que trabaja en Zutitu, "sino controlarla, rectificar su conducta. Imponerle disciplina. Y la violencia surge cuando ven que no pueden. Y nuestro trabajo como psic¨®logos es conseguir que asuman la responsabilidad de lo que han hecho" y aprendan que es posible comportarse de otra forma.
"Tres de cada cuatro hombres denunciados son agresivos s¨®lo en casa, porque saben que los dem¨¢s miembros de su familia no son tan fuertes como ellos y no les van a responder. Los dem¨¢s son hombres conflictivos, con un historial de violencia", explica Echebur¨²a, y ¨¦sa es una diferencia que establece dos tipos de perfiles muy diferentes. "El impulsivo, el hombre comunicativo pero que, de pronto, exhibe arrebatos de ira porque se enfrenta a algo que no le gusta" y no puede controlar esa ira. "Su reacci¨®n consiste en dar golpes f¨ªsicos o verbales, ser violento". La conducta quiz¨¢ sea impulsiva, pero se repite con frecuencia, dice Echebur¨²a. Y muchas veces, una vez desatado, le resulta imposible dar marcha atr¨¢s. El segundo perfil es el del hombre que carece de dotes de comunicaci¨®n, que no sabe c¨®mo resolver los problemas. "Oye algo que no le gusta, pero no sabe c¨®mo reaccionar de forma razonable. As¨ª que grita, los gritos se convierten en costumbre y, en la mayor¨ªa de los casos, eso desemboca en violencia". Todo en el refugio sagrado del hogar, un terreno que, hasta hace poco, estaba fuera del alcance de la ley y de la polic¨ªa, por lo que la violencia dom¨¦stica era un delito oculto.
Los hombres no tardan mucho en darse cuenta de que la violencia funciona, que es una forma r¨¢pida de obtener lo que quieren. "Puede ser que su mujer no salga, que no se ponga un vestido, que pinte la cocina de azul. Siempre hay alguna cosa", dice Cenea. "Es como el ni?o que grita porque quiere su chupete. Los gritos del beb¨¦ le permiten obtener lo que quiere y ¨¦l aprende enseguida que gritar es ¨²til. En el caso del hombre que maltrata a su mujer, sabe que, si utiliza la violencia, no tiene que negociar, no tiene que ceder terreno". Y tambi¨¦n sabe que, en general, los m¨¦todos violentos son m¨¢s r¨¢pidos.
Una vez cometido el hecho -despu¨¦s de pegarla, insultarla o infligirle malos tratos mentales-, se apresura a justificar sus acciones, y pocas veces se siente culpable por el da?o que ha causado. "O¨ªmos frases como 'fue culpa de ella', 'me puso tan furioso que no tuve m¨¢s remedio que golpearla', 'no quer¨ªa hacer lo que yo dec¨ªa', y as¨ª es dif¨ªcil que acepten su responsabilidad", explica Cenea.
Esto explica asimismo el gran n¨²mero de hombres que abandonan la terapia en las primeras sesiones, cuando se les insta a reconocer sus acciones y asumir la responsabilidad de su conducta. En general, s¨®lo el 40% de los asistentes superan esa etapa. Ahora bien, la mayor¨ªa de los que la superan consiguen terminar el programa con ¨¦xito y librarse de todo comportamiento violento. El programa dura un promedio de 12 a 18 meses y, una vez vencido el obst¨¢culo inicial, la curva empieza a favorecerles. Aprenden a comportarse de otra forma, a emplear otros m¨¦todos de hacer las cosas. "Entonces empiezan a sentirse m¨¢s contentos consigo mismos, a notar la diferencia. Cuando llegan a casa, ponen en pr¨¢ctica lo que aprenden, y ven que funciona. Empiezan a recoger los frutos", contin¨²a Cenea.
En nombre del amor
Por desgracia, son demasiados los que no pasan por las redes de la terapia y cometen cr¨ªmenes fatales en nombre del amor. El n¨²mero de mujeres asesinadas por sus parejas en Espa?a ha aumentado en los ¨²ltimos cinco a?os. En lo que llevamos de a?o han muerto 37 mujeres a manos de sus parejas o ex parejas, un 50% m¨¢s que en 2002. Los datos muestran que la mayor¨ªa de los asesinatos se producen durante la separaci¨®n o inmediatamente despu¨¦s, cuando la mujer dice "basta". La separaci¨®n provoca en el hombre c¨®lera y humillaci¨®n. "Cree sinceramente que ha perdido algo que era suyo", explica Cenea. Las consecuencias son fatales, y surge adem¨¢s una l¨®gica cruel por la que, cuantas m¨¢s decidan que no aguantan m¨¢s y se quieran ir, m¨¢s morir¨¢n asesinadas.
Los expertos est¨¢n de acuerdo en que se trata de una etapa crucial, en la que las mujeres necesitan m¨¢s protecci¨®n. "Una medida que hace claramente falta en este momento es la evaluaci¨®n policial del grado de violencia en el hogar y el tipo y n¨²mero de amenazas de muerte que la mujer recibe de su pareja o ex pareja", dice Luis Bonino. "Si no", a?ade, "lo que estamos haciendo es jugar con el bienestar de una mujer".
Traducci¨®n de M. L. Rodr¨ªguez Tapia.
Corriente feminista en contra
EL PROYECTO DE ECHEBUR?A cuenta con pocas simpat¨ªas en Espa?a. La mayor¨ªa de los grupos y asociaciones de mujeres se niegan a que se invierta dinero p¨²blico en la rehabilitaci¨®n de los hombres. "Esos hombres no necesitan tratamiento. No est¨¢n enfermos. Su problema es que no ven m¨¢s all¨¢ de sus narices", asegura Ana Mar¨ªa P¨¦rez del Campo, de la Federaci¨®n de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas. "Declararles enfermos les exonera de la responsabilidad de sus acciones, y eso no est¨¢ bien". Su argumento equipara terapia y enfermedad demasiado f¨¢cilmente. Y lo mismo opina Consuelo Abril, de la Comisi¨®n de Investigaci¨®n de Malos Tratos a Mujeres. "Esos hombres no est¨¢n enfermos, est¨¢n obsesionados por el control, y deben ser castigados. En Espa?a no disponemos de tantos recursos econ¨®micos, y los que hay deben dedicarse a las mujeres. Las mujeres acaban arruinadas, deprimidas y con deseos de suicidio. Necesitan m¨¢s ayuda", dice. "Tenemos que contar con m¨¢s programas de prevenci¨®n en las escuelas. Planes para la igualdad de derechos. Una transformaci¨®n de las ideas. Pero no terapia para los hombres". Estas opiniones no consideran que la rehabilitaci¨®n sea otra forma de prevenci¨®n. No creen que el hombre que hoy se lo piensa dos veces antes de levantar el pu?o puede salvar a una mujer ma?ana. Ni que el d¨ªa que otro hombre m¨¢s aprende a dominar un lenguaje abusivo puede ser el inicio de la paz de esp¨ªritu para otra mujer.
Pero Iratxa Landeta, directora general de Infancia, Mujeres y Personas Mayores de la Diputaci¨®n de Vizcaya, aplaude el ¨¦xito de estos programas. "Teniendo en cuenta la enorme cantidad de abandonos en los primeros momentos, en el Pa¨ªs Vasco estamos viendo un ¨ªndice de ¨¦xitos del 38%. Es una cifra muy positiva. Cuando un hombre es capaz de examinar su conducta, ver que no es normal, cambiarla y acabar con la violencia, es que algo va por buen camino", dice. "Tenemos que incrementar al m¨¢ximo la protecci¨®n para las mujeres y los ni?os, y la labor con los agresores es otra forma de hacerlo".
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