Silla de pista
En apenas una semana habr¨¢n pasado por Espa?a en visita oficial los presidentes de Brasil y Argentina y el ministro de Econom¨ªa de Chile. Cada uno con su estilo y agenda. Pero todos con el mismo objetivo: hallar apoyos y complicidades para que sus econom¨ªas vuelvan a crecer sostenible y saludablemente tras casi cuatro a?os de decepcionante comportamiento. Tolst¨®i dec¨ªa que todas las familias felices lo son de igual manera, pero que cada familia desgraciada lo es de forma propia. Algo de esto ocurre en Suram¨¦rica.
Chile, que entre 1999 y 2002 ha crecido a una tasa promedio del 2,1%, ha gastado muchas energ¨ªas analizando por qu¨¦ no ha sido capaz de recuperar el crecimiento del 6,5% que se supo ganar a lo largo de los a?os noventa.
Lo novedoso es que los l¨ªderes sudamericanos expliquen en el "extranjero" sus proyectos. Y a¨²n lo es m¨¢s, que Espa?a sea parte del "road-show"
Brasil, que en 2002 borde¨® el abismo, ha logrado seis meses despu¨¦s de la toma de posesi¨®n del gobierno de Lula recuperar, primero, la esperanza, y luego, credibilidad, reputaci¨®n y el control de sus desequilibrios, pero el crecimiento a¨²n no ha reaparecido.
Finalmente Argentina, desde mediados de 2002, ha sido capaz, a trancas y barrancas, de crear una relativa estabilidad que, a la postre, se ha revelado suficiente para evitar el desplome que muchos le auguraban hace apenas un a?o, y permitir al reci¨¦n elegido presidente Kirchner ensayar su propia via de soluci¨®n sostenible a los problemas del pa¨ªs.
Nadie es totalmente feliz, la gravedad de los problemas de cada econom¨ªa es distinta, pero todos est¨¢n macroecon¨®micamente mejor que hace un a?o. Todos est¨¢n convencidos de que lo peor est¨¢ atr¨¢s y lo mejor, por venir, aunque, para asegurarlo, haya que trabajar mucho y adoptar medidas que exigir¨¢n valent¨ªa y tino pol¨ªtico.
Por encima de las fundadas esperanzas de un mejor futuro, lo novedoso es que los l¨ªderes pol¨ªticos suramericanos est¨¦n explicando en el "extranjero" sus proyectos. Y a¨²n lo es m¨¢s, que Espa?a sea parte del road-show. Las empresas espa?olas que apostaron por estos tres pa¨ªses y decidieron invertir en ellos m¨¢s de 50.000 millones de euros tienen hoy silla de pista en los foros en los que se expone la orientaci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas iberoamericanas.
Por su parte, la "pol¨ªtica" est¨¢ tratando de reequilibrar el desfase entre el peso econ¨®mico alcanzado y nuestro peso pol¨ªtico en la regi¨®n y en organismos multilaterales. Basta con mirar las preferencias de internacionalizaci¨®n de nuestras empresas para darse cuenta de que Iberoam¨¦rica es una de las tres ¨¢reas -las otras son Europa y norte de ?frica- en las que nuestra econom¨ªa se juega buena parte del ¨¦xito de su modelo de inserci¨®n en la econom¨ªa global.
Para Iberoam¨¦rica, Espa?a es tambi¨¦n importante. No s¨®lo porque haya sido en el pasado reciente el origen de una parte significativa del ahorro externo que ha financiado sus desequilibrios externos o porque, llegada la crisis, los inversores hayan mantenido el compromiso con la regi¨®n haciendo buena su promesa de estar a las duras y las maduras. Tambi¨¦n porque la l¨®gica econ¨®mica sugiere que est¨¢ en el inter¨¦s de ambas partes completar el c¨ªrculo de interdependencia con una intensificaci¨®n de la relaci¨®n comercial.
Latinoam¨¦rica ha sido el destino del 42% de la inversi¨®n espa?ola en el exterior, pero representa menos del 5% de nuestras exportaciones. Y, sim¨¦tricamente, la amplia tolerancia de la regi¨®n a las entradas de ahorro externo contrasta con los bajos niveles de apertura comercial de la mayor¨ªa de sus econom¨ªas, probablemente, junto a la distribuci¨®n de la renta, una de las mayores vulnerabilidades del continente.
Argentina, Brasil y Chile tienen aproximaciones t¨¢cticas diferenciadas sobre el modelo a seguir para convertirse en econom¨ªas realmente abiertas. Pero todos comparten una misma aspiraci¨®n: que la apertura de los mercados sea realmente aplicable a todos los pa¨ªses y sectores. Sin asimetr¨ªas y sin triqui?uelas. Sin excepciones. Ojal¨¢ sepamos dar una respuesta adecuada a esta leg¨ªtima aspiraci¨®n. Y no s¨®lo por solidaridad, que tambi¨¦n, sino porque es ah¨ª donde ellos y nosotros tenemos m¨¢s que ganar.
Hecha la opci¨®n de ser econom¨ªas abiertas que est¨¢n dispuesta a honrar los contratos y a aplicar pol¨ªticas sostenibles, una mayor apertura al exterior -como la que Espa?a hizo a partir de 1986- es un camino muy recomendable para lograr m¨¢s crecimiento, m¨¢s capital productivo y, en definitiva, una mejor capacidad para poner en valor sus recursos y mejorar establemente las condiciones de vida de sus ciudadanos. Y nosotros, ya somos tambi¨¦n iberoamericanos.
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