Llanto en el hospital
En una silla de la sala de urgencias, Saiz llora y piensa en el Tour que pod¨ªa haber ganado
Era 14 de julio y Manolo Saiz, el director del ONCE-Eroski, cre¨ªa estar reviviendo otro 14 de julio hist¨®rico, aquel de 1995 en que Laurent Jalabert, con un ataque lejano de todo su equipo, hizo temblar el imperio Indurain. El mismo calor pegajoso y asfixiante, las mismas carreteras estrechas y descarnadas, el mismo tipo de recorrido, imposible hallar una recta de m¨¢s de 100 metros, un plano de 50. Y Joseba Beloki, su l¨ªder, atacando una y otra vez a Armstrong, desnud¨¢ndolo, aisl¨¢ndolo de su equipo. Otro d¨ªa hist¨®rico...
Manolo Saiz vio la ca¨ªda de Joseba Beloki, el desastre que dejaba en cero su Tour del Centenario, por el monitor televisivo de su coche de director, mientras hac¨ªa chirriar los frenos en las curvas de un descenso casi suicida por una carretera estrecha y desigual. "Lo vi por la tele y nada m¨¢s verle caer, as¨ª, a plomo sobre el suelo, de culo, y luego los rebotes que dio, supe que era una ca¨ªda grave". Manolo Saiz, tambi¨¦n con voz grave, apenas audible, derrumbado en una silla de la recepci¨®n de urgencias del hospital general de Gap. A su lado, en otra silla, d¨¢ndole de vez en cuando golpes de ¨¢nimo en la espalda, Pablo Ant¨®n, manager del ONCE-Eroski, intenta animarlo. De vez en cuando cierra los ojos Saiz, echa la cabeza para atr¨¢s y, silenciosas, algunas l¨¢grimas aparecen. Se las seca con el dorso de la mano y contin¨²a. "Si le hubiera patinado la rueda y hubiera sido una ca¨ªda normal no le habr¨ªa pasado nada, s¨®lo heridas superficiales y quemaduras, porque se habr¨ªa deslizado por el asfalto, pero al cruz¨¢rsele la rueda de atr¨¢s se ha quedado bloqueado y ha ca¨ªdo a plomo. Peor, imposible".
"Le tendr¨¢n que operar. Un mes inmovilizado, sin poder tocar la bici. Adi¨®s a la temporada"
En otra sala del hospital, junto a la puerta de radiograf¨ªas, Pedro Celaya, el m¨¦dico del equipo, espera los resultados de las primeras exploraciones. Enseguida llama a Saiz. "Parece que tiene un par de fracturas en la mu?eca y un fuerte hematoma en la zona de la cadera", le dice. Saiz cuelga el m¨®vil, un poco animado. "Si es s¨®lo la mu?eca, para la Vuelta ya le tenemos en forma", dice. Le dura poco el ¨¢nimo, sin embargo. El tiempo que tarda en volver a vibrarle el tel¨¦fono. Cuelga hundido. "Es la cadera", dice. "Rotura de troc¨¢nter. Le tendr¨¢n que operar. Un mes inmovilizado, sin poder tocar la bici. Adi¨®s a la temporada.Y adem¨¢s el codo y la mu?eca". Celaya es el rey del tel¨¦fono y de la atenci¨®n, de la delicadeza. Tambi¨¦n ha llamado a Gemma, la mujer del ciclista, embarazada de m¨¢s de ocho meses -tiene planificado el parto para el cuatro de agosto-, ha intentado tranquilizarla, decirle que es poca cosa.
Saiz lleva una mancha de sangre en la pernera izquierda del pantal¨®n. Sangre de Beloki, por supuesto. "Me mont¨¦ en la ambulancia a su lado. Ha venido todo el tiempo apret¨¢ndome la mano y llorando", dice. "Pero no llorando por el dolor f¨ªsico, sino de dolor moral. Iba a ser su Tour y se le ha quedado en nada".
Iba a ser, por fin, el Tour del ONCE. "Estaba fort¨ªsimo Joseba, lo ten¨ªamos que frenar, casi", sigue su director. "En la etapa del s¨¢bado le dije que no atacara, y quiz¨¢s fue un error, porque ahora sabemos que Armstrong estaba mal ese d¨ªa, tambi¨¦n sabemos que en Alpe d'Huez estaba un poco mejor y que hoy, mejor todav¨ªa. Pero sab¨ªamos que en la contrarreloj iba a chocar contra Beloki. Est¨¢bamos seguros de que ¨ªbamos a ganarle".
Vuelve a llamar Celaya. Habla con Saiz de la operaci¨®n, de hacerla en Francia o de transportar a Beloki a Espa?a. Saiz es tajante. "Si de m¨ª dependiera, la har¨ªa en Espa?a", dice. "No s¨®lo porque ser¨ªa m¨¢s c¨®modo para su familia, sino tambi¨¦n porque le tiene que operar un cirujano bueno, y no s¨¦ que traumat¨®logos habr¨¢ en una ciudad peque?a como Gap".
Hace exactamente 32 a?os, bajo una tormenta que ennegreci¨® el cielo de los Pirineos a las tres de la tarde, se cayeron Eddy Merckx y Luis Oca?a bajando el puerto de Ment¨¦. En la misma curva, pero mientras el can¨ªbal belga, que intentaba arrebatarle el maillot amarillo al espa?ol, fue a dar contra una zona de hierba y sigui¨® indemne, Oca?a choc¨® contra una piedra y cuando se fue a levantar Zoetemelk le embisti¨® por la espalda. Abandon¨® un Tour que pod¨ªa ganar. Volvi¨® dos a?os despu¨¦s y lo gan¨®.
"S¨ª, s¨¦ la historia de Oca?a, pero dentro de dos a?os nosotros ya estaremos demasiado viejos". Saiz est¨¢ inconsolable.
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