Arrugas sonoras
El primer s¨ªntoma del envejecimiento es la nostalgia musical. Los que nacimos en los setenta hemos observado a nuestros padres reblandecerse ante las tonadillas de los Bravos, los Brincos y dem¨¢s grupos con nombres y peinados absurdos. Interpret¨¢bamos esa a?oranza como un achaque entra?able de la edad. Hasta ahora los que rondamos la treintena hemos vivido a la ¨²ltima, encarnados en los grupos del momento, transitando por el presente como por un tiempo propio. Pero nos acaba de salir una arruga sonora.
Ya el a?o pasado detectamos algo. Apareci¨® como un simp¨¢tico lunar o un pliegue de la piel curiosamente atractivo. En julio se organiz¨® un concierto en Las Ventas donde actuaron grupos m¨ªticos de los a?os ochenta: Hombres G, Jaime Urrutia (Gabinete Caligari), Mikel Erentxum (Duncan Dhu) y Los Secretos. Aquel revival supuso una experiencia divertida por anacr¨®nica, primeriza y kitsch. Pocos dedujimos que nos est¨¢bamos haciendo mayores. Entonces no nos lo tomamos en serio. Jugamos en aquel coso a tener quince a?os menos, a rememorar sin melancol¨ªa agriada un tiempo tan sorprendentemente lejano como asombrosamente cercano. Cantamos y saltamos sobre el albero sin la consciencia de haber dejado atr¨¢s la juventud y mucho menos una ¨¦poca mejor, pensando que aquella noche s¨®lo la gente del escenario ten¨ªa motivos para a?orar el pasado.
Hombres G han vuelto. Han aparecido en el panorama musical como una pata de gallo en nuestro espejo. El problema, aparte de la desgracia sonora que supone su resurrecci¨®n, es que vienen de alg¨²n sitio, retornan de un lugar que efectivamente existe. Hasta ayer ese espacio, ese territorio de la memoria musical era un coto exclusivo de las generaciones anteriores. Pero ahora los j¨®venes tard¨ªos hemos descubierto que si miramos atr¨¢s tenemos muestro propia explanada, una parcela de pasado lo suficientemente extensa como para edificar una segunda residencia.
?C¨®mo hemos encajado este paso del tiempo? Hombres G llenaron Las Ventas hace unos d¨ªas y David Summers confes¨® en unas declaraciones que quince a?os atr¨¢s el 80% de su p¨²blico era femenino, pero que ahora casi la mitad son hombres. Antes atra¨ªan a adolescentes por su f¨ªsico, hoy convocan a treinta?eros por su memoria. Cuesta creer que la gente asista a los conciertos de Hombres G deseosa de degustar musicalmente un repertorio que hace quince a?os ya resultaba intragable. La masa acude a una llamada generacional, a la invocaci¨®n de una ¨¦poca pasada. Hacerse mayor es deprimente, pero todav¨ªa tenemos suficiente juventud como para interpretar los tiempos extinguidos como un rico y novedoso patrimonio del que nos descubrimos satisfechos.
Durante los noventa la est¨¦tica y la m¨²sica de los ochenta nos pareci¨® anticuada y hortera, quisimos desmarcarnos del simplista pop espa?ol y adentrarnos en lo cool del grunge y las nuevas tendencias norteamericanas. Pero ahora se lleva otra vez lo nuestro, y por primera vez nos identificamos m¨¢s con una parcela del pasado que con el solar del presente, de forma que, lejos de lamentar nuestro desfase, nos congratulamos por poseer una etapa en la historia.
Algunos grupos como Modestia Aparte o Amistades Peligrosas aprovechan esta embriaguez melanc¨®lica para volver a los escenarios, mientras que proliferan los conciertos y los CD conmemorativos de los a?os ochenta. La semana pasada en Majadahonda se celebr¨® un concierto homenaje al pop espa?ol de esa d¨¦cada y el peri¨®dico El Mundo vendi¨® anteayer un disco de Hombres G y durante los pr¨®ximos meses ofertar¨¢ a Radio Futura, Los Secretos, Duncan Dhu y Tequila, productos cuyo target es nuestra morri?a.
Hace unos cinco a?os toqu¨¦ con mi grupo en un local en el que trabajaba el bater¨ªa de Hombres G. Mientras coloc¨¢bamos los amplis sobre el escenario observ¨¢bamos c¨®mo aquel tipo, m¨¢s calvo y gordo que en sus tiempos de gloria, cargaba con pesadas cajas de botellines vac¨ªos. Le record¨¢bamos posando ufano en las portadas de los discos de platino y haci¨¦ndonos re¨ªr en las pel¨ªculas del grupo que vimos en cines de verano. Le miramos con compasi¨®n.
Volv¨ª a toparme con ¨¦l hace unos d¨ªas en una foto en el peri¨®dico aporreando la bater¨ªa en su concierto triunfal en Las Ventas. Mientras Hombres G se hace un lifting profesional a nuestra generaci¨®n le sale la primera arruga.
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