Sobresaltos pol¨ªticos en Estados Unidos
Dos hechos recientes han provocado sendos sobresaltos pol¨ªticos en EE UU. Por una parte, el conservador Tribunal Supremo ha sorprendido a todo el mundo al aprobar, por 6 votos a 3, la legalizaci¨®n de las relaciones homosexuales. Y Howard Dean, el desconocido ex gobernador de Vermont, el ¨²nico dem¨®crata que se manifest¨® firmemente en contra de la guerra de Irak, nos ha sorprendido a todos al recaudar a trav¨¦s de Internet 7 millones de d¨®lares para la campa?a presidencial, lo que le convierte en el principal candidato dem¨®crata.
En primer lugar, echemos un vistazo al Tribunal Supremo. A pesar de que los conservadores republicanos se apresuraron a declarar que la sentencia se hab¨ªa debido a un Tribunal "activista" (liberal), los jueces del Supremo nombrados por los conservadores dictaron la sentencia inmediatamente despu¨¦s de otro fallo de car¨¢cter liberal. El Tribunal ha respaldado la discriminaci¨®n positiva para garantizar la diversidad racial en las universidades.
Procedo de una familia de juristas y, desde muy peque?a, he observado lo diferentes que son los sistemas de pensamiento pol¨ªticos de los ideol¨®gicos.En el instituto conoc¨ª a muchos izquierdistas. La idea de que exist¨ªa un "enemigo" omnipresente me pareci¨® esencial en su argumento (y tambi¨¦n en el de la derecha). De hecho, calcul¨¦ que el supuesto n¨²mero de enemigos de la izquierda, sumado a los supuestos enemigos de la derecha, ser¨ªa en total superior a toda la poblaci¨®n de Estados Unidos. Despu¨¦s, al volver a casa, escuchaba a mi padre discutir con su hermano (profesor de Derecho Constitucional en el Roosevelt's Brain Trust). La noci¨®n de los "enemigos" nunca sal¨ªa a relucir, su dios era la Constituci¨®n estadounidense. El lado negativo de nuestra excesiva dependencia de la Constituci¨®n es que hay muchas cuestiones sociales que no constituyen materia legal, como la posici¨®n de las mujeres, y que obviamente no incluye la concepci¨®n de que los trece Estados originales constitu¨ªan una potencia mundial (quiz¨¢ el general Lafayette debiera haberles susurrado "Europa, Europa" a los hombres que la redactaron).
A menudo los magistrados conservadores se vuelven liberales durante su mandato porque el Tribunal Supremo es la profesi¨®n m¨¢s elevada en nuestro pa¨ªs; sus cuestiones no se presentan de manera exactamente id¨¦ntica a las guerras culturales. Un magistrado del Tribunal Supremo tiene la oportunidad, si suena el timbre divino, de convertirse en parte de la historia estadounidense. ?Qui¨¦n no aprovechar¨ªa la oportunidad de codearse con los grandes h¨¦roes de los deportes, con grandes presidentes como Abraham Lincoln y con los miembros hist¨®ricos del Tribunal Supremo, en el cielo de la inmortalidad?
Desde hace tiempo tenemos una cultura homosexual abierta. Canad¨¢ ha legalizado el matrimonio entre homosexuales; Vermont y otros Estados est¨¢n a punto de hacerlo, y el Tribunal sintoniza con la mayor¨ªa de la opini¨®n p¨²blica respecto a los derechos de los homosexuales. A pesar de tantas protestas y tanto ruido por la sentencia, para contentar a sus votantes m¨¢s recalcitrantes, los republicanos son perfectamente conscientes de que existen muchos conservadores homosexuales -la preferencia sexual no sigue una l¨ªnea pol¨ªtica-, y que si se vuelven excesivamente hom¨®fobos abrir¨¢n la caja de Pandora de los esc¨¢ndalos. El lado negativo de esta sentencia liberal es que los republicanos querr¨¢n nombrar a jueces de la extrema derecha para futuras vacantes en el Tribunal.
Pero la verdadera bomba ha sido el creciente ¨¦xito del ex gobernador de Vermont, Howard Dean, como candidato dem¨®crata a la presidencia. Hasta ahora, los dem¨®cratas, los republicanos y la prensa hab¨ªan menospreciado a Dean, al considerarlo un candidato marginal e incauto, franco en su denuncia de la guerra mientras otros dem¨®cratas supuestamente inteligentes desde el punto de vista pol¨ªtico guardaban silencio. No creo en absoluto en la explicaci¨®n de los medios, seg¨²n la cual su extraordinaria capacidad para conseguir que muchos habitantes aporten peque?as cantidades de dinero se debe meramente a su buen manejo de Internet. El gran logro de Bill Clinton fue la refundaci¨®n del Partido Dem¨®crata, convirti¨¦ndolo en un centro-izquierda sensato, pero el escenario estaba dominado en gran medida por las insaciables ambiciones secretas de Hillary y Bill. El que Howard Dean disfrute de un ambiente familiar normal resulta un alivio.
En un momento en que los estadounidenses est¨¢n preocupados por el desempleo, por la cada vez mayor riqueza de los ricos, por el caos que ha provocado la guerra de Irak, el contundente atrevimiento de Dean tiene un atractivo pleno de carisma. Conservador en lo que al presupuesto p¨²blico se refiere (procede de una larga tradici¨®n de banqueros de inversi¨®n, los elegantes ancestros de la familia, procedente de Long Island, se remontan a capitanes balleneros del siglo XVIII), ha hecho una gran labor en sus cinco mandatos como gobernador de Vermont. Hay mucho en ¨¦l para que los j¨®venes estadounidenses le respondan favorablemente. Tiene un buen historial en sanidad p¨²blica, un estilo de vida actual, informal y abierto, y su familia (su padre es episcopalista; su madre, Andree Maitland Dean, que trabaja en el mundo del arte, es cat¨®lica, y su mujer, la doctora Judith Steinberg, m¨¦dica en activo, es jud¨ªa) personifica la mezcla religiosa que tanto admiran los estadounidenses. La doctora Steinberg tiene pensado seguir ejerciendo como m¨¦dica y no participar¨¢ con su esposo en la campa?a electoral. Esto resulta atractivo para las mujeres trabajadoras de Estados Unidos; la imagen de esposas de presidentes que o son meros ap¨¦ndices sociales o bien pol¨ªticas ambiciosas huele a rancio.
Pienso que son los otros candidatos dem¨®cratas, d¨¦biles de car¨¢cter, los que no tienen oportunidades de derrotar a Bush y que s¨®lo son "seguros", del mismo modo poco imaginativo en que Gore era seguro. Para ganar, los dem¨®cratas tienen que asumir algunos riesgos razonables. Siento curiosidad por saber m¨¢s sobre las personas desconocidas que siguen aportando dinero a la campa?a de Dean. Si, por casualidad, Dean fuera el candidato del Partido Dem¨®crata, se producir¨ªa una verdadera guerra cultural. No creo que sea un John McCain ni un George McGovern. Creo que es un hijo de banquero inteligente, un alumno de Yale. Tendr¨ªamos dos ex alumnos de Yale enfrentados: el supuesto encanto de Bush frente al apasionamiento de Dean. Y el noreste liberal luchar¨ªa abiertamente contra el suroeste conservador para granjearse el favor del pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.