Las "Indias" de Cartagena
Entre sus numerosas actividades paralelas, la novena edici¨®n de La Mar de M¨²sicas incluye tres muestras memorables. En ellas, a trav¨¦s de la fotograf¨ªa o la pintura, seis artistas convergen su mirada sobre la India, pa¨ªs al que ha sido dedicado este a?o el festival. La centrada en la espectacular serie Sue?os de Bollywood, de Jonathan Torgovnik, pese a elegir en principio la perspectiva m¨¢s exc¨¦ntrica de todo el conjunto -la de ese microcosmos, colorista e inefable, de la cinematograf¨ªa india, rastreado por el fot¨®grafo israel¨ª a lo largo de cinco a?os- resulta curiosamente la m¨¢s cercana a una inercia de lectura enraizada en lo pintoresco. P¨®quer de ases, a su vez, en las visiones indias que re¨²nen otros cuatro fot¨®grafos magistrales, los franceses Bernard Plossu y Fran?oise N¨²?ez, el australiano Max Pam y el madrile?o Luis Bail¨®n. Im¨¢genes en blanco y negro desde perspectivas m¨¢s oblicuas y elusivas frente al estereotipo, las de los tres primeros, de enf¨¢tica inmediatez, implacable e intensa, las del espa?ol, todas alcanzan finalmente un horizonte de excelencia.
"El oro tiene m¨¢s valor monetario y simb¨®lico, me quedo con el plomo"
Y, como en las dos ediciones anteriores, los organizadores han invitado a un artista a visitar el pa¨ªs que centra el festival y a realizar un ciclo espec¨ªfico de trabajos inspirado en dicho viaje. Este a?o, la elecci¨®n ha reca¨ªdo en el pintor Gonzalo Sicre, jienense afincado en Cartagena y, sin duda, uno de los nombres clave de la figuraci¨®n espa?ola del cambio de siglo. La India de Sicre ha sedimentado finalmente, a trav¨¦s de un ins¨®lito envite, en una serie bipolar donde el artista enfrenta sendos registros en apariencia antit¨¦ticos, resuelta como di¨¢logo esc¨¦nico en los formatos mayores y en forma de d¨ªptico en los menores. Uno de esos polos prolonga las escenas de resonancia melanc¨®lica distintivas del Sicre reciente, con logros como el de las dos inquietantes figuras femeninas que ascienden la escalinata en Jaipur; el segundo, desconcertar¨¢ de entrada a quienes tomen por salto a la abstracci¨®n lo que no es, de hecho, sino un salto de escala. Pues lo que hace el artista es centrar la mirada en el c¨®digo de las tikas, esos signos que los hind¨²es trazan con pigmento sobre la piel de la frente. Dualidad ilusoria, pues, que indaga, sobre v¨ªas paralelas, la ecuaci¨®n que enlaza pintura e identidad.
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