El gran transgresor
Lo mataron a golpes el 2 de noviembre de 1975, en la playa de Ostia a la que hab¨ªa acudido en coche para tener un encuentro ¨ªntimo con Giuseppe Pelosi, joven al que apenas conoc¨ªa. Para quienes llevaron a juicio a Pier Paolo Pasolini decenas de veces, por considerar amoral su obra y escandalosa su vida privada, su muerte fue algo as¨ª como la reconfortante confirmaci¨®n de que quien mal anda, mal acaba. Pero ni la sentencia del tribunal correspondiente, que conden¨® a Pelosi como autor ¨²nico, ni su ratificaci¨®n en la Corte di Cassazione despejaron las dudas sobre la autor¨ªa del crimen. En el libro Omicidio nella persona di Pasolini (Kaos Edizioni, 1992), varios autores, entre ellos Oriana Fallaci, aseguran, con la secuencia de los hechos probados y la autopsia en la mano, que hubo m¨¢s de un ejecutor. A esta teor¨ªa conspiratoria se apunta el autor franc¨¦s Michel Azama en su obra Vida y muerte de Pier Paolo Pasolini que, con direcci¨®n de Roberto Cerd¨¢, est¨¢ girando por algunos de los escasos festivales de verano que no se dedican en exclusiva al teatro cl¨¢sico.
Se estren¨® en febrero, junto a otras dos piezas de Azama, dentro de un ciclo anual que el teatro Pradillo, de Madrid, dedica a un autor contempor¨¢neo de envergadura (Beckett, Pinter, M¨¹ller, Kolt¨¨s, Joan Brossa...). Estos montajes suelen morir all¨ª mismo, a veces injustamente, despu¨¦s de tres o cuatro representaciones. Es lo que sucedi¨® con La pen¨²ltima, un drama breve en el que Harold Pinter dibuja con rapidez e intensidad extremas varias escenas en las que un ni?o y sus padres pasan, indefensos, por las manos de un mando torturador y patriota. Roberto Cerd¨¢ ya hab¨ªa hecho antes una puesta en escena, fallida, de esta obra dificil¨ªsima, casi imposible para los actores. Pero en Pradillo consigui¨®, cuesti¨®n de alquimia, que canalizaran toda la tensi¨®n del texto a su favor y a favor del p¨²blico: cuando Pedro Casablanch, int¨¦rprete del torturador, rotaba el pu?o derecho con el pulgar y el me?ique extendidos a unos mil¨ªmetros de los ojos de sus v¨ªctimas, nadie respiraba.
El trabajo de Cerd¨¢ en La pe-
n¨²ltima levant¨® grandes expectativas sobre su nuevo montaje. Vida y muerte de Pier Paolo Pasolini es otra cosa muy distinta, una obra de aliento po¨¦tico, un friso en el que aparecen algunos de los personajes que determinaron la vida del autor friulano. Para dar una idea, la escritura de Azama est¨¢ m¨¢s cerca del poema dram¨¢tico que de la biograf¨ªa, del lirismo que del drama. Hay en ella m¨¢s fr¨ªo que calor, y aunque destila admiraci¨®n por Pasolini, no est¨¢ claro qu¨¦ es lo que admira Azama: de sus obras habla poco, y su vida aparece apenas apuntada, resumida en un par de mon¨®logos, en un di¨¢logo con Ninetto Davoli (interpretado por Rafael Rojas), su compa?ero sentimental y protagonista de tantas pel¨ªculas. En el montaje de Cerd¨¢ destacan las escenas entre Davoli y Pasolini, y entre ¨¦ste y Pelosi. Rojas consigue una naturalidad de expresi¨®n que se aproxima, sin imitarlo, a la que su personaje da en la pantalla grande, e I?aki Font (Pelosi) es un actor joven que parece muy c¨®modo en su propia piel y, por tanto, en la de su personaje. Adolfo Fern¨¢ndez hace un Pasolini contenido, sin apenas pluma, f¨ªsicamente muy diferente del real, pero perfectamente posible. Las mejores reacciones qu¨ªmicas del elenco se establecen precisamente entre Font y Fern¨¢ndez. Pero la interpretaci¨®n de mayor m¨¦rito es probablemente la de Alfonso Torregrosa, que se multiplica con exactitud en tres personajes poco agradecidos, entre ellos el abogado Salvatore Pagliuca, ex diputado dem¨®crata-cristiano cuyo nombre y apellido Pasolini puso al proxeneta protagonista de Accattone. Pagliuca, claro, lo demand¨®. El director y la productora Arco Film perdieron el juicio y fueron condenados a cambiar el nombre del personaje.
Cerd¨¢ ha elaborado una puesta en escena limpia y bien dibujada, sobre un suelo de pal¨¦s hermoso, pero poco pr¨¢ctico a la hora de caminarlo. El muy buen de boca a oreja que ha despertado este montaje ha sido suficiente para que volviera a ser programado el mes pasado en Pradillo, y para que en oto?o regrese a Madrid, al teatro de La Abad¨ªa, dentro de un ciclo de autores contempor¨¢neos puestos en escena por directores j¨®venes. Entretanto, tiene fechas en los festivales de Ribadavia (Ourense) y Sonseca (Toledo).
Teatro de La Abad¨ªa. Madrid. Del 2 al 19 de octubre.
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