"Me han quitado el plato"
La subasta de 'La vajilla imaginaria' recauda 26.270 euros para el museo de la comida que impulsa Miralda
Imposible ocultarlo. Nos gusta comer. No hay como prometer un piscolabis para que un acto social atraiga a multitudes de amigos de la croqueta ni existe nada m¨¢s eficaz que un delicioso manjar para propiciar el intercambio de ideas. Como escrib¨ªa Tibor Fischer en Filosof¨ªa a mano armada, "uno tiende a ver el mejor lado de las personas cuando est¨¢n sentadas a la mesa". Desde luego, haber convertido la necesidad de alimentarse en un placer tal vez constituya uno de los m¨¢s altos logros de la civilizaci¨®n, aunque el hambre que sufren amplias zonas del planeta constituya uno de nuestros m¨¢s estrepitosos fracasos.
"Me han quitado el plato", se lamentaba el otro d¨ªa una de las asistentes a la fiesta de clausura de la exposici¨®n de La vajilla imaginaria. La mujer no se refer¨ªa a un plato de comida de verdad, sino a uno de los 215 platos creados y donados por artistas, escritores, cineastas, fil¨®sofos y otras gentes de la cultura para la subasta callada que tuvo lugar del 11 al 17 de julio en lo que ha sido el primer acto del Centro Internacional de la Cultura Alimentaria-Food Culture Museum (FCM). El museo, impulsado por Antoni Miralda, un artista cuyo trabajo pulveriza las fronteras entre alta cultura y cultura popular y que ha explorado las conexiones entre la comida, la transmisi¨®n cultural, lo sagrado, la tecnolog¨ªa y la creaci¨®n art¨ªstica, ser¨¢ el primero en su g¨¦nero en el mundo y, aunque todav¨ªa es virtual, a partir de la primavera de 2004 podr¨ªa ubicarse en la Casa de la Prensa, de titularidad municipal, situada en la confluencia de las calles de Rius i Taulet y de la Gu¨¤rdia Urbana.
La ausencia de representantes del Ayuntamiento de Barcelona fue la nota discordante de la velada
Y lo cierto es que, a juzgar por el nutrido p¨²blico que se dio cita en este imponente edificio construido en 1929 para albergar a los periodistas que acudieron a la Exposici¨®n Universal, el Museo de la Cultura Alimentaria parece suscitar el entusiasmo de un p¨²blico tan amplio como heterog¨¦neo. Armados de un set de etiquetas adhesivas y de una tarjeta con un n¨²mero de identificaci¨®n para poder pujar, centenares de ciudadanos de todas las edades y condiciones iban de plato en plato mientras los oblicuos rayos de un sol crepuscular penetraban por los balcones abiertos del primer piso de este destartalado edificio y se derramaban sobre copas y canap¨¦s, lo que parec¨ªa un ataque de gula solar que habr¨ªa sido de mal tono censurar.
Abajo, una mujer olisqueaba no sin cierta timidez Plats olorosos, la propuesta de Cora Egger y Karin Peine: se trata de tres platos blancos con un abultamiento y una rajita que evocan un sexo femenino. Si uno acerca lo bastante la nariz, descubre que cada una de estas rajitas exhala los distintos olores de los tres platos de un men¨².
Curiosamente, las dos propuestas que alcanzaron las pujas m¨¢s altas fueron dos platos que derrochaban sentido del humor: La paella falla (600 euros), de Manolo Mart¨ªn, maestro fallero, un delirio kitsch que incluye varios murci¨¦lagos (el s¨ªmbolo del escudo de Valencia) y receta del plato tradicional, y el de la artista Sabala (500 euros), donde dos de sus caracter¨ªsticos personajes, tan narigudos como socarrones, se disputan o est¨¢n a punto de compartir un bomb¨®n. M¨¢s pol¨ªticas son las propuestas de Francesc Torres, con dos tanques de pl¨¢stico gris en miniatura enfrentados sobre plato blanco, y la pieza Duralex, del propio Miralda, una b¨¢scula donde se ve a un ni?o africano en avanzado proceso de desnutrici¨®n. Ambas pasaron tambi¨¦n de los 400 euros y engrosar¨¢n los fondos destinados a financiar las pr¨®ximas actividades del museo, que hoy por hoy no cuenta con ayudas institucionales.
La ausencia de representantes del Ayuntamiento de Barcelona fue un hecho muy comentado y constituy¨® la nota discordante de la velada. Las ¨²ltimas noticias sobre una hipot¨¦tica ayuda no mueven al optimismo. Pese a lo mucho que en apariencia encaja el proyecto del Museo de la Cultura Alimentaria con el F¨°rum 2004 -?no estaban buscando contenidos?, pues ah¨ª los tienen-, a trav¨¦s de la gestor¨ªa que se ocupa de estos asuntos el Ayuntamiento ha comunicado que se limitar¨¢ a ceder la Casa de la Prensa sin poner dinero alguno para financiar la restauraci¨®n de un edificio que se halla en un notable estado de abandono. Esta negativa del Ayuntamiento no compromete el proyecto del museo, pero s¨ª su ubicaci¨®n en Barcelona.
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