Carles Santos hace cantar a Lis¨ªstrata en el festival de M¨¦rida
La est¨¦tica del director valenciano se impone al texto de Arist¨®fanes
La Lis¨ªstrata de Arist¨®fanes, la l¨ªder feminista que propugnaba a ritmo de lenguaje descarado la sujeci¨®n del hombre a los deseos sexuales para conseguir la paz, se convirti¨® en la noche del viernes en el teatro romano de M¨¦rida y gracias a Carles Santos en un espect¨¢culo provocador y sugerente donde el texto cl¨¢sico se supedit¨® descaradamente a la m¨²sica, al vestuario y a la propia est¨¦tica del montaje.
A Carles Santos le sorprendi¨® el encargo de trabajar sobre un texto cl¨¢sico. Y nada menos que de Arist¨®fanes, ese hacedor de comedias al que un especialista como Carlos Garc¨ªa Gual siempre ha se?alado como "el escritor de su tiempo que mejor supo retratar en sus farsas fantasiosas a los individuos ingeniosos, taimados, tozudos, gru?ones y divertidos que formaban el p¨²blico de ese teatro y esa ciudad bulliciosa y democr¨¢tica ". Santos acept¨® el desafio, se lo pens¨® dos veces e hizo un regate de corte fenicio y se llevo Lis¨ªstrata a su terreno, el del montaje multidisciplinar, r¨ªtmico y, sobre todo, atrevido en las formas.
"Tengo una ventaja que a veces tambi¨¦n puede ser un inconveniente", admiti¨® Santos. "Soy m¨²sico". Y en Lis¨ªstrata ha ejercido como tal . "Los contenidos son importantes, pero tienen el peligro de los t¨®picos : los problemas de las mujeres, la paz... Y a m¨ª me interesan otras cosas. Sigue siendo la obra de Arist¨®fanes, pero hay una ¨®pera que navega al mismo tiempo en el escenario, se habla y se canta".
Llegaba a M¨¦rida el espect¨¢culo estrenado en Valencia, y a punto quiz¨¢s de extinci¨®n si los responsables del Festival de Teatro Cl¨¢sico extreme?o no hubiesen estado ojo avizor. Ven¨ªa de ser representado en una nave industrial enorme, descarnada, fr¨ªa, y se encontr¨® de pronto en el escenario de los sue?os para cualquier core¨®grafo o director con una chispa de conocimiento, imaginaci¨®n y atrevimiento. "Este p¨®rtico te chupa", dec¨ªa impresionada ?ngela Castilla tras su toma de contacto con el marco. Santos aterriz¨® esc¨¦ptico en M¨¦rida pensando que todo estaba hecho y se dio cuenta de que sobre el escenario la pieza dram¨¢tica que hab¨ªa articulado como buen artesano se proyectaban con otra dimensi¨®n.
El achique de espacio favoreci¨® una impresionante entrada de motoristas, las luces reinventaron con la arena esparcida sobre el suelo la soledad de la utop¨ªa pacifista entre ruido de motos y machitos cargados de atributos sexuales, el vestuario atrevido, llamativo e ingenioso reinaba con gusto. Incluso los figurantes chocaban con un toque ir¨®nico e irreverante parte del decorado.
Pocas veces como en esta ocasi¨®n el escenario emeritense tiene una ocupaci¨®n tan amplia. Casi 100 personas entrando y saliendo a un ritmo desenfrenado. Y dos Lis¨ªstratas. Comenzando por una explosiva Leticia Rodr¨ªguez: una soprano generosa en kilos y curvas que, cual Venus de Rembrandt, aparece y desaparece montada sobre la moto. Es todo un ejercicio profesional para una cantante que proviene de la ¨®pera tradicional. La otra Lis¨ªstrata, ?ngela Castilla, se perfila como una de las voces m¨¢s sosegadas, intuitivas y acariciadoras que ¨²ltimamente han pasado por el teatro romano.
Babelia
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