Vigilantes de la Ruta
La idea de que, tras la guerra de Irak, la Hoja de Ruta respaldada por Estados Unidos ha dado lugar a una nueva fase de pacificaci¨®n en el conflicto entre israel¨ªes y palestinos debe tomarse con una buena dosis de sal, ya que los hechos sobre el terreno muestran grandes contradicciones.
Hay factores que empujan hacia el fin de esta guerra de baja intensidad iniciada hace casi tres a?os. La fatiga de las dos partes, sobre todo, juega a favor de la superaci¨®n de la crisis. En los territorios palestinos, las condiciones de vida han empeorado dram¨¢ticamente. En Israel, a pesar de las promesas de seguridad hechas por Ariel Sharon, las medidas del Gobierno no han contribuido a atajar el terrorismo palestino. Y, tras un crecimiento espectacular en 2000, la econom¨ªa israel¨ª se ha contra¨ªdo en 2001 y 2002, a lo que se a?ade el descenso de otros indicadores importantes, como inmigraci¨®n, turismo e inversi¨®n extranjera.
No es suficiente con ofrecer una Hoja de Ruta para Oriente Pr¨®ximo; tambi¨¦n hay que vigilar su cumplimiento
En cuanto a los actores externos, EE UU necesita avanzar en la pacificaci¨®n del conflicto de Oriente Pr¨®ximo con el fin de hacer m¨¢s soportables los quebraderos de cabeza que le est¨¢ ocasionando la reconstrucci¨®n de Irak. Los aliados europeos presentes en la coalici¨®n reclaman de manera expl¨ªcita una mayor atenci¨®n a la crisis, mientras que todos los europeos piensan que la pacificaci¨®n del conflicto es una asignatura pendiente que deber¨ªa haberse afrontado hace tiempo. Por ello, la UE en su conjunto apoya los esfuerzos norteamericanos. Los pa¨ªses ¨¢rabes, empezando por Egipto, tambi¨¦n presionan a los palestinos para conseguir una tregua efectiva.
Otros factores, sin embargo, act¨²an en sentido contrario. Tanto en la sociedad israel¨ª como en la palestina existen escisiones que impiden asumir el nuevo plan de paz con la suficiente convicci¨®n. Dos tendencias pol¨ªticas opuestas en Israel mantienen concepciones muy diferentes de su destino como Estado. Est¨¢n aquellos que b¨¢sicamente quieren continuar la expansi¨®n territorial, y aquellos que piensan que es necesario encontrar un compromiso con los palestinos para repartir el territorio. La coalici¨®n de Gobierno tiende hacia la primera postura (con algunos partidos que propugnan incluso la deportaci¨®n de los palestinos), por lo que la respuesta a la Hoja de Ruta es m¨¢s bien ambigua: el desmantelamiento de las colonias se hace con cuentagotas y la construcci¨®n de un muro de aislamiento contin¨²a.
Los palestinos tampoco han dado una respuesta positiva a la Hoja de Ruta. A pesar de su aceptaci¨®n formal y de la declaraci¨®n de una tregua, algunas fuerzas pol¨ªticas y movimientos armados consideran que el nuevo plan no es garant¨ªa suficiente para reiniciar la v¨ªa pac¨ªfica, lo que constituye un grave error. Los palestinos deber¨ªan renunciar a la violencia y al terrorismo, y deber¨ªan respaldar sus reclamaciones s¨®lo a trav¨¦s de medios pol¨ªticos. Pero los palestinos tambi¨¦n est¨¢n profundamente divididos, como muestran las luchas internas cruzadas y las dificultades del primer ministro, Mahmud Abb¨¢s, para hacer o¨ªr su voz.
Por su parte, EE UU tampoco garantiza una ejecuci¨®n firme de la Hoja de Ruta, ante todo porque est¨¢ dispuesto a considerar algunas de las condiciones impuestas por Ariel Sharon, que en gran medida desvirt¨²an su contenido. El presidente Bush lanz¨® la Hoja de Ruta en la cumbre de ?qaba del 4 de junio, cuando hubiera sido m¨¢s ventajoso que todos los que hab¨ªan participado en su redacci¨®n (el Cuarteto, que incluye tambi¨¦n a Naciones Unidas, Rusia y la UE) hubieran intervenido en su aplicaci¨®n desde el principio.
?Qu¨¦ hacer frente a esta situaci¨®n, preocupante y esperanzadora a un tiempo? La ¨²nica respuesta posible es una intervenci¨®n internacional mucho m¨¢s activa. El conflicto est¨¢ tan arraigado en la historia, con tantas connotaciones pol¨ªticas y religiosas, que se hace imprescindible una mediaci¨®n eficaz. Solamente aquellos que saben mirar con objetividad esta lucha sin cuartel, y comprenden su car¨¢cter at¨¢vico y primitivo, pueden ayudar a las partes a salir de su deriva destructora. No es suficiente con ofrecer una Hoja de Ruta; tambi¨¦n hay que vigilar su cumplimiento.
Dos rasgos deben inspirar la mediaci¨®n internacional. En primer lugar, es precisa una acci¨®n con los medios necesarios, incluidas todas las medidas diplom¨¢ticas y econ¨®micas. EE UU y Europa disponen de suficientes instrumentos para obligar a las partes a detener la violencia y guiarlas hacia una soluci¨®n negociada. Es un error dejar que proyecten sus desencuentros sobre nosotros, del mismo modo que es un error pensar que el conflicto es "imposible", porque podr¨ªa ser resuelto si existiera un acuerdo de fondo entre los mediadores. La clave para la soluci¨®n del conflicto se encuentra en la relaci¨®n transatl¨¢ntica.
En segundo lugar, la mediaci¨®n exterior debe ser objetiva para garantizar la paz y la estabilidad a largo plazo. El Cuarteto es un marco multilateral id¨®neo que puede servir de guardi¨¢n privilegiado de la Hoja de Ruta. Desde luego, hasta ahora, la UE, por medio de las declaraciones del Consejo Europeo, y de la acci¨®n infatigable de su alto representante, Javier Solana, y de su enviado especial, Miguel ?ngel Moratinos, ha sabido mantener una posici¨®n equilibrada, condenar la violencia de las dos partes y reclamar la soluci¨®n de dos Estados basada en las normas internacionales. No obstante, nuestro compromiso deber¨ªa reforzarse todav¨ªa m¨¢s. Es evidente que la violencia en Oriente Pr¨®ximo no produce ning¨²n beneficio para las partes, propaga el terrorismo, perjudica nuestra seguridad y atenta contra los principios y valores que defendemos.
Mart¨ªn Ortega Carcel¨¦n es investigador en el Instituto de Estudios de Seguridad de la Uni¨®n Europea en Par¨ªs.
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