El iceberg
De este peligroso iceberg s¨®lo nos ense?an la punta, aunque sean muchos los que intuyen el calado de un gigantesco bloque que parece no tener fondo. A diferencia de otros, la punta de este iceberg tiene forma de caja de acero. Su maqueta no est¨¢ en ning¨²n museo mar¨ªtimo, ni siquiera en el Oceanogr¨¤fic, sino que la encontraremos en el mism¨ªsimo IVAM.
La punta de ese iceberg que amenaza las costas valencianas est¨¢ firmada oficialmente por Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa, dos arquitectos japoneses que creen haber proyectado un enorme recubrimiento para la ampliaci¨®n del museo valenciano, cuando en realidad lo que han hecho es crear el s¨ªmbolo de un vac¨ªo, el de las arcas de la Generalitat Valenciana.
Sejima y Nishizawa van de bolos, presentando su proyecto de ampliaci¨®n del IVAM en las universidades de verano y no se dan por enterados de que el nuevo Gobierno valenciano ha utilizado su iceberg como avurnave (aviso urgente a los navegantes). Cuando Francisco Camps aplaza (o renuncia) a la construcci¨®n del gigantesco cubo de acero en aras de la inversi¨®n en centros educativos, hace, evidentemente, pol¨ªtica de gestos, pero acostumbrados como est¨¢bamos a los aspavientos chulescos y a las huidas hacia adelante, lo de ahora es recibido por muchos como un gui?o saludable, aunque haya entre los suyos quienes prefieren que no se hagan olas.
Porque cosa bien distinta es lo que hay debajo de la punta del iceberg, lo que no se acaba de querer mostrar. Es p¨²blico, aunque no sabido por todos, que la deuda reconocida de la Generalitat Valenciana es la segunda m¨¢s alta de todas las comunidades aut¨®nomas y la m¨¢s cuantiosa con relaci¨®n al PIB. Pero se desconoce a¨²n la aut¨¦ntica envergadura financiera de la demora en los pagos de la administraci¨®n valenciana, aunque se sepa que est¨¢ haciendo estragos en muchos de sus proveedores. Y luego est¨¢n los alrededores de la deuda auton¨®mica, los pufos de las empresas p¨²blicas y semip¨²blicas, creadas, en muchos casos, para centrifugar la deuda y evitar los controles. Los cien millones de euros de d¨¦ficit que arrastra Terra M¨ªtica son tan vertiginosos como la ca¨ªda del F¨¦nix y tras el impago del cr¨¦dito concedido por las cajas, imposibles de remontar.
En algo tenemos que estar agradecidos al director del IVAM, Kosme de Bara?ano. Un problema feo y peligroso como el de la deuda va a pasar a la historia con una apariencia art¨ªstica. La incapacidad de Bara?ano para mantener el prestigio que sus predecesores dieron al IVAM, le llev¨® a convertir en espect¨¢culo la reforma del edificio y ahora ese proyecto irrealizable de Sejima y Nishizawa se convierte en s¨ªmbolo del desastre financiero del Gobierno que lo nombr¨®. Gracias a Zaplana y a Bara?ano, en poco tiempo hemos pasado de la ingenier¨ªa financiera y la contabilidad creativa a la arquitectura de la deuda, a la representaci¨®n del vac¨ªo. Y aunque los centenares de agujeros del cascar¨®n proyectado por los japoneses para el IVAM respondan a alguna funci¨®n arquitect¨®nica, no puede pasarse por alto la gran carga simb¨®lica que con el tiempo est¨¢n alcanzando. Por algo siempre el arte se adelanta al futuro. Si luego los valencianos se estrellan con el iceberg, desde luego no es el problema ni de Bara?ano, ni de Zaplana.
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