Marte
A veces hago gimnasia en casa, por las ma?anas, y enciendo el televisor para distraerme. Y las cosas que se ven son alucinantes. Dejando aparte a Mar¨ªa Teresa Campos, que siempre me ha parecido de lo m¨¢s sensata y profesional, a esas horas (y a cualquier otra, para qu¨¦ enga?arnos) la mayor¨ªa de los individuos que pululan por la peque?a pantalla son marcianos. Ahora bien, esos marcianos diurnos, y los nocturnos, que son mucho m¨¢s abominables, parecen acaparar todo el inter¨¦s del pa¨ªs. En realidad no son ellos los alien¨ªgenas, sino yo. A lo peor es que vivo en Marte y no me he enterado.
Por ejemplo, en la Espa?a democr¨¢tica, en la Espa?a que yo cre¨ªa vivir, se hab¨ªa conseguido una maravillosa tolerancia sexual. ?ramos el pa¨ªs menos mojigato y puritano de la Tierra, y eso es un orgullo. Pero en este Marte en el que de repente me he despertado, arrecia la pudibundez. Hace poco, mientras yo me machacaba los abdominales, los contertulios televisivos me machacaron las neuronas criticando acerbamente a Juli¨¢n Mu?oz, el alcalde de Marbella. Pero no porque el tal alcalde no haya justificado el gasto de 24 millones de euros (4.000 millones de pesetas) de los fondos p¨²blicos (de hecho, el Tribunal de Cuentas acaba de embargarle el sueldo), una marruller¨ªa gorda y criticable, sino porque el regidor peliplanchado y la tonadillera Pantoja est¨¢n manteniendo una relaci¨®n amorosa. ?Las cosas que dijeron los escandalizados tertulianos! Que ¨¦l estaba casado, horror de horrores; que c¨®mo se atrev¨ªan a besarse en p¨²blico; ?que adem¨¢s se besaban en una romer¨ªa religiosa! Todo de lo m¨¢s pecaminoso. Eso s¨ª, los millones de euros esfumados no parec¨ªan inquietar sus delicadas conciencias.
Soplan vientos retr¨®grados y puritanos sobre Marte. "La familia es lo primero", dice ahora una campa?a institucional. Alto ah¨ª, un momento: ?qu¨¦ tipo de familia y a qu¨¦ se refieren? ?Para ustedes lo primero es mantener el modelo tradicional de familia caiga quien caiga, o ayudar a cualquier clase de grupo familiar, por ejemplo, a dos lesbianas y su hijo? Soplan vientos hip¨®critas que cultivan la convencionalidad en lo social y la permisividad en el chanchullo. No me gusta Marte: yo quiero ser terr¨ªcola.
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