El duelo fue un paseo
El australiano Ian Thorpe barri¨® al holand¨¦s Van den Hoogenband en la final de los 200 metros libres
El duelo de los campeonatos no tuvo otra historia que la demostraci¨®n de poder¨ªo que efectu¨® Ian Thorpe. No hubo oportunidad para el holand¨¦s Van den Hoogenband, que fue barrido en la final de 200 metros libre, la prueba que le convirti¨® en el hombre que mat¨® a Liberty Valance. Eso ocurri¨® en Sydney cuando derrot¨® a Thorpe, y desde entonces siempre se especula con su victoria frente al australiano en los grandes acontecimientos. Pero lo cierto es que Van den Hoogenband no ha vuelto a ganar a Thorpe desde los Juegos Ol¨ªmpicos. Tampoco lo hizo en Barcelona.
No hubo dramatismo ni una gran marca. Thorpe se mantiene en un margen de marcas inalcanzables para los dem¨¢s, pero bastante inferiores a sus r¨¦cords mundiales. Su registro de Barcelona (1m 45,14s) est¨¢ un segundo por detr¨¢s de su marca mundial: 1m 44,06s. Por lo visto, el nadador australiano ha dejado de combatir contra sus marcas. Ha perdido el apetito, o algo as¨ª. Para vencer a sus rivales le basta lo que tiene en estos momentos, un deposito medio lleno que es suficiente para imponerse a fen¨®menos como Van den Hoogenband en los 200 metros libre o a su compatriota Grant Hackett en los 400.
Por qu¨¦ se administra Thorpe es un poco misterioso. Durante los ¨²ltimos cuatro a?os ha funcionado como un can¨ªbal. Aplastaba r¨¦cords mundiales y ganaba campeonatos. Ahora se ha detenido. Su prioridad es la nataci¨®n, sin duda, pero necesita desaf¨ªos mayores de los que encuentra en estos momentos. ?C¨®mo saldr¨¢ de los Mundiales? Gana con registros que consegu¨ªa hace tres o cuatro a?os y, sin embargo, sus adversarios est¨¢n m¨¢s lejos que nunca. S¨®lo la aparici¨®n del norteamericano Phelps en el horizonte puede devolverle a su estado de depredador. El problema es que Phelps brilla en la otra parte del cuadro de la nataci¨®n: en las pruebas de mariposa y en las de estilos. Thorpe se ha concedido un reto interesante: comienza a explorar la prueba de 200 metros estilos, donde Phelps es el rey. Lo m¨¢s notable de la decisi¨®n del australiano es que, por primera vez, se pone en una situaci¨®n de debilidad. Acepta que es inferior a Phelps, pero va a buscarle a su territorio. A un gesto de este calibre corresponder¨ªa otro del nuevo fen¨®meno norteamericano. Nadar los 200 metros libre, por ejemplo. Este a?o es el segundo del r¨¢nking de su pa¨ªs, con un amplio margen de mejora. No ser¨ªa extra?o que lanzase a la aventura de pelear con Thorpe en la prueba que el australiano domina con pu?o de hierro.
Van den Hoogenband no es el nadador que sorprendi¨® a Thorpe en Sydney. Posiblemente se haya tomado este a?o como una temporada valle, con la vista puesta en los Juegos de Atenas. Por lo que sea, ha perdido energ¨ªa. Su aspecto tambi¨¦n es revelador. Cuando apareci¨® por Barcelona llam¨® la atenci¨®n su delgadez. Daba la impresi¨®n de haber perdido algunos kilos de peso. Flaco como nunca, con los huesos de las costillas marcad¨ªsimos, parec¨ªa un hu¨¦rfano al lado de Thorpe. Con su redondeado volumen, el australiano parec¨ªa un elemento extra?o en la final. M¨¢s grande que todos, m¨¢s aparatoso, una especie de lujoso paquebote en un mundo de barquitos.
El holand¨¦s pretendi¨® repetir la estrategia de Sydney con una salida explosiva. Su parcial en los 50 metros fue de 24,64 segundos. Pas¨® por los 100 en 51,38s. El ritmo era alt¨ªsimo, pero Thorpe no se dej¨® sorprender por Van den Hoogenband. Le sigui¨® con su perfecta y morosa brazada, sin un gesto de tensi¨®n, siempre a una d¨¦cima del holand¨¦s. Por detr¨¢s, Hackett asist¨ªa como invitado a la funci¨®n, como siempre le sucede con Thorpe. Se agit¨® el p¨²blico porque daba para pensar en la repetici¨®n de la c¨¦lebre noche de Sydney. Pero Van den Hoogenband no logr¨® repetir la proeza. Le falt¨® energ¨ªa y excitaci¨®n. Thorpe le manej¨® con tanta facilidad que la ¨²ltima parte de la carrera se desarroll¨® en medio de algo parecido al silencio. No hab¨ªa emoci¨®n. Faltaba dramatismo. Thorpe tom¨® el mando de las operaci¨®n en el viraje de los 150 metros. Sali¨® de la pared como un tiro. De repente, Van den Hoogenban desapareci¨®. Se retir¨® de escena y dej¨® solo a Thorpe en su paseo triunfal. Porque fue eso: un paseo, no el duelo que se presum¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.