El pecho
La imagen de Fraga Iribarne alicatando el pecho de Cascos con medallas pone los pelos de punta al homo sapiens m¨¢s templado. El problema de alcanzar el estatuto de homo sapiens es el horror que conlleva saber de d¨®nde vienes y reconocer tus or¨ªgenes en el comportamiento de algunos animales. Intenten imaginar una conversaci¨®n entre Fraga y Cascos mientras dan cuenta de un cervatillo abatido a pu?etazos por cualquiera de los dos, y comprobar¨¢n lo dif¨ªcil que resulta atribuirles un di¨¢logo... Dios m¨ªo, pensar que ha habido una ¨¦poca hist¨®rica en la que todos ¨¦ramos as¨ª... Y tambi¨¦n una ¨¦poca en la que Fraga era el perro de presa de un hom¨ªnido m¨¢s cruel que ¨¦l, si cabe, y que en nombre de ese hom¨ªnido (y de Dios, por cierto) arrancaba los tel¨¦fonos de las paredes y encarcelaba a quien le ca¨ªa mal y asist¨ªa a consejos de ministros en los que se jugaban a las cartas la vida de las personas decentes...
Quiz¨¢ sea bueno que existan Fraga y Cascos y que se pongan medallas e intercambien gru?idos de satisfacci¨®n para conmemorar asuntos tales como que durante el hundimiento del Prestige uno estaba de caza y el otro de pesca. Sus risotadas son un museo vivo de la memoria. El problema de los libros de historia es que a veces est¨¢n desconectados de la vida. Pero aqu¨ª pones el telediario y la realidad ilustra a la historia con una fidelidad sorprendente. A Fraga y a Cascos habr¨ªa que buscarles un Prestige semanal para retransmitir el acto de la condecoraci¨®n en horario infantil y que los ni?os vieran lo f¨¢cil que es caer en la barbarie de la que procedemos. Ser¨ªa el primer programa basura educativo de la tele.
Dir¨¢n ustedes que de d¨®nde sacamos tantas medallas. Yo las pago. No hay medalla que valga m¨¢s de dos c¨¦ntimos porque son todas de metales tristes pintados de amarillo. Su valor simb¨®lico, en cambio, no tiene precio. Hay gente que necesita llevar el uniforme forrado de condecoraciones para ocultar detr¨¢s de ellas un torso de primate. Una de las personas con el t¨®rax m¨¢s laureado del mundo es Pinochet, ya ven qu¨¦ clase de bestia. Y Fidel Castro, ya ven qu¨¦ clase de mono. No hay espect¨¢culo m¨¢s triste, pero tampoco m¨¢s did¨¢ctico, que el de un gorila condecorando a otro.
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