Un vendaval llamado C¨¦sar Jim¨¦nez
C¨¦sar Jim¨¦nez se encuentra en estado de gracia. La suerte y ¨¦l est¨¢n aliadas. Y Valencia, adem¨¢s, se ha convertido en su plaza talism¨¢n. Variado, imaginativo, original, lo suyo de ayer fue un recital sin soluci¨®n de continuidad. Al tercero lo recibi¨® en la boca de riego, para recetarle, as¨ª de entrada, una buena dosis de chicuelinas. En quites combin¨® delantales y tafalleras; y ya en la muleta ech¨® de repertorio de principio a fin. Primero de pie, por estatuarios, luego con las dos rodillas en tierra, por redondos. Y, de nuevo en pie, utilizando el temple como principal arma, derechazos a pies juntos y naturales sosegados. Ante ¨¦l, un buen toro, o santo toro, para ser m¨¢s claros. Noble, suave, al que Jim¨¦nez lo dej¨® respirar entre serie y serie para no venirse abajo. Aun as¨ª, el dulce zalduendo acab¨® al paso y sin transmisi¨®n. El colorado que cerr¨® plaza, sin clase pero con aire, permiti¨® que Jim¨¦nez se recreara. Olvidada, para bien, su afectaci¨®n de otras veces, relajado y muy centrado, la faena fue un derroche de frescura e inteligencia a la vez.
Zalduendo/Gonz¨¢lez, Ponce, Jim¨¦nez
Toros de Zalduendo, correctos de presentaci¨®n, 2? y 3? m¨¢s justos. Muy ofensivos de cara, destac¨® por su nobleza el 3?. D¨¢maso Gonz¨¢lez: siete pinchazos, media trasera y tendida y dos descabellos (pitos); pinchazo, media baja y atravesada y descabello (pitos). Enrique Ponce: pinchazo y descabello (saludos); bajonazo (saludos). C¨¦sar Jim¨¦nez: estocada (dos orejas); pinchazo -aviso- otro pinchazo y casi entera (ovaci¨®n). Plaza de Valencia, 7? de feria. M¨¢s de media.
Berre¨®n y de fuerzas justas, fue el segundo. Toro al que tore¨® muy bien Ponce con el capote. Porf¨ª¨®, ayudando mucho al toro a seguir la muleta. Impuso su t¨¦cnica, pero en este caso no sirvi¨® de mucho. El quinto, espectacular de cara, con una guada?a por pit¨®n derecho, s¨®lo acumul¨® defectos: sin clase y embistiendo a cabezazos. La infalible t¨¦cnica de Ponce volvi¨® a imponerse de nuevo, a?adiendo esta vez una buena dosis de amor propio. Ponce le rob¨® las intenciones al marrajo y sac¨® lo que parec¨ªa no tener el toro. Poco fue, desde luego, pero de m¨¦rito.
D¨¢maso Gonz¨¢lez ech¨® un borr¨®n en su brillante trayectoria valenciana. Sus intentos con el manso primero nunca se consolidaron, a pesar de que hubo un momento en que pareci¨® que iba a meter al toro en la muleta. Todo result¨® un espejismo. Al apagado cuarto, lo machete¨® por la cara. Desmoralizado, D¨¢maso casi ni lo intent¨® mientras que el p¨²blico, olvidando antiguas haza?as del manchego, no le perdon¨®.
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