Domar el c¨®lera
Un programa de MSF capacita a la isla tanzana de Pemba para controlar una plaga end¨¦mica
Pemba, isla al norte de Zanz¨ªbar, es la cenicienta de este archipi¨¦lago m¨ªtico para el turismo. Pero si la isla afortunada, Unguja, resplandece de servicios, Pemba, de apenas 70 kil¨®metros de largo y 25 de ancho, s¨®lo cuenta con una carretera digna de tal nombre, construida por italianos, y sus pocas playas son salvajes. El paisaje es intenso: los ¨¢rabes llamaban a la isla A
l Jadra, la Verde. La capital, Chake Chake, tiene como atractivos un cine con pel¨ªculas indias y enfrente un chiringuito con pinchos especiados de carne. Los principales alimentos, hasta el arroz, se importan del continente.
La malaria es, como en toda Tanzania, la primera causa de muerte. La mitad de las consultas del hospital de Chake Chake o el cercano de Vitongoji son por malaria. Sida, por supuesto, abunda, pero el peso de las costumbres musulmanas impide que se hable del tema; sobre todo es arduo saber c¨®mo lo viven esas mujeres veladas que sin embargo miran directo, a la africana.
Pero Pemba tambi¨¦n sufre de c¨®lera end¨¦mico, y en 2000 la epidemia oblig¨® a trasladar a los enfermos de la capital a Vitongoji, donde al menos se les pod¨ªa aislar en dos precarios pabellones para hombres y mujeres. En un brote normal puede haber el 1% de muertes, pero en una situaci¨®n que se descontrola alcanza f¨¢cilmente el 50%.
La habitual amenaza del c¨®lera en Pemba puede estar tocando a su fin, gracias al programa de M¨¦dicos Sin Fronteras-Espa?a (MSF) que ahora termina y que ser¨¢ trasladado a otro punto de Tanzania. Unos 800 trabajadores sanitarios han recibido formaci¨®n para prevenir y tratar la enfermedad, y est¨¢n en permanente contacto con las comunidades para evitar los brotes.
"Ahora, en periodo normal, tenemos como mucho tres casos que nos llegan de Chake", explica Mohamed Ali Hassan, partero y m¨¦dico auxiliar en Vitongoji y formado contra el c¨®lera por MSF. "Aqu¨ª hemos entrenado a ocho personas para clorar el agua y educar a las mujeres y tambi¨¦n a los familiares que traen al paciente. El problema es que al principio las familias ignoran si es c¨®lera, y como no todos se contagian piensan que no es una enfermedad sino una maldici¨®n dirigida contra el enfermo. Pero ahora estamos logrando que se sepa lo que es el c¨®lera y que es curable".
El programa ha conseguido en dos meses beneficiar m¨¢s o menos directamente a los 350.000 habitantes de Pemba. "Nos hemos centrado en 26 comunidades con m¨¢s riesgo, para irradiar desde all¨ª", dice Silvia Zunino, de 35 a?os, turinesa, coordinadora sobre el terreno del proyecto y que por esta vida ha abandonado su profesi¨®n de arquitecta de hoteles en Singapur o Malaisia. "El reto para ?frica es no olvidar lo que sabe y transmitir el conocimiento que adquiere. En el caso del c¨®lera, creo que nuestro proyecto va por el buen camino".
En algunas zonas de Pemba, como Kojani (noreste) hubo que lidiar con la poblaci¨®n, que en nombre del islam no quer¨ªa interferencias. "Pero hemos logrado interesar en todas partes a las autoridades y l¨ªderes
", destaca Zunino, "y as¨ª poner a trabajar a las comunidades en su propio beneficio".
La infraestructura existe, e incluso la red de mezquitas act¨²a sanitariamente. Pero en las farmacias no hay apenas dawa (medicamentos). "Hay una grave falta de capacitaci¨®n del personal sanitario del Gobierno", dice Mshauri David Delem, de 31 a?os, responsable m¨¦dico del programa. "La gente, aunque tenga cerca alg¨²n dispensario, ha de desplazarse a la capital para ser diagnosticada".
Todo depende de rehidratar contrarreloj al enfermo
El c¨®lera, causado por la bacteria vibrio cholerae, es una enfermedad del intestino contagiada por agua o comida contaminada o por contacto con las heces. En apenas ocho horas el enfermo, con fuerte diarrea, puede deshidratarse hasta morir. Los ni?os corren el mayor peligro.
"El tratamiento no es complejo, pero hay que iniciarlo a tiempo", dice el doctor Delem. "Hay que rehidratar urgentemente, con agua con sales o, en casos m¨¢s graves, con suero; en situaciones cl¨ªnicas extremas, deben emplearse antibi¨®ticos".
En ciertos puntos de Pemba, el contagio se produc¨ªa por la manipulaci¨®n de los cad¨¢veres seg¨²n los ritos funerarios musulmanes, que implican vaciar los intestinos del fallecido. "Garantizando el respeto religioso, hemos logrado que los l¨ªderes musulmanes apoyen el uso de guantes en esos ritos", indica Delem.
"El hincapi¨¦ hay que hacerlo en el tratamiento del agua, que debe ser clorada o hervida, y hay que convencer a las mujeres de que el c¨®lera acecha", expone Harold Samuel Matee, de 39 a?os, auxiliar m¨¦dico responsable de la sensibilizaci¨®n comunitaria, con experiencia en servicios sociales en el Ayuntamiento de Dar Es Salaam y entre las aisladas aldeas masai de las inmensidades del Kilimanjaro.
"Limpiar la casa y lavarse las manos antes o despu¨¦s de ir a la letrina deben convertirse en automatismo. Y hervir el pescado. Cuando se aprende eso, se transmite, y esa cadena es fundamental", remacha Zunino.
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