"No me gusta extraditar a ning¨²n ciudadano argentino"
Eugenio Ra¨²l Zaffaroni, soltero, de 63 a?os, se encamina a ser el juez m¨¢s popular y respetado del pa¨ªs. Zaffaroni ocupar¨¢ el sitio vacante tras la renuncia de Julio Nazareno, el ex socio de los hermanos Menem que adem¨¢s era presidente de la Corte Suprema. Este tribunal, integrado actualmente por ocho miembros, decidi¨® postergar la resoluci¨®n de los principales conflictos que tiene a consideraci¨®n hasta que se incorpore Zaffaroni y concluya el juicio pol¨ªtico que la C¨¢mara de los Diputados inici¨® a Eduardo Molin¨¦ O'Connor. Zaffaroni deber¨¢ votar, entre otros temas, sobre la constitucionalidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, declaradas nulas por jueces de instancias inferiores. Si las leyes perdieran sus efectos, los tribunales argentinos podr¨ªan reabrir los juicios a m¨¢s de 1.100 oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas sospechosos de delitos de secuestro, tortura, asesinatos y la desaparici¨®n de miles de personas entre 1976 y 1983. Entre ellos, tambi¨¦n a los reclamados por el juez Baltasar Garz¨®n.
Pregunta. ?No siente como injustas las cr¨ªticas de grupos que intentaron antes justificar el terrorismo de Estado y se han metido ahora hasta con su vida ¨ªntima?
Respuesta. No, no lo siento injusto personalmente, siento como injusto lo que esos intereses le hicieron al pa¨ªs, siento como injusta la concentraci¨®n de riqueza que provocaron, siento como injusta la desocupaci¨®n y el desempleo, siento como injusta la violencia que han generado en la sociedad argentina estos mismos que hoy piden mano dura y ellos son los causantes de la violencia, siento como injusto que me imputen ser abortista los que causaron el mayor n¨²mero de abortos. Eso es lo que siento como injusto. En fin... son intereses muy fuertes y es l¨®gico que los peleen, el fascismo siempre procedi¨® as¨ª. El fascismo y la corrupci¨®n.
P. ?C¨®mo llega usted a ser juez durante la dictadura militar?
R. Yo soy juez en San Luis, en 1969, en 1973 fui procurador general de la provincia de San Luis, en el 75 fui juez federal de la ciudad de Buenos Aires, ¨¦ramos tres nada m¨¢s... Y en el 76, cuando viene el golpe, me degradan a juez de sentencia y ah¨ª me qued¨¦ hasta el 84, cuando el Gobierno constitucional me asciende a camarista.
P. ?Sufri¨® usted la desaparici¨®n de amigos o familiares m¨¢s o menos directos?
R. Desaparec¨ªa de todo, amigos y familiares no. Pero gente cercana s¨ª. Algunos ven¨ªan a verme, ?qu¨¦ se pod¨ªa hacer? Nada.
P. ?Tiene que arrepentirse de alguna decisi¨®n tomada entonces?
R. La ¨²nica duda que realmente se me cre¨® fue cuando me di cuenta de lo que estaba pasando durante la dictadura y, bueno, qu¨¦ hacer... Quedarme, irme... Es una perspectiva que el que no est¨¦ a la altura de la vida de uno no la entiende. Porque ven¨ªamos de una experiencia de golpes de Estado que generacionalmente me toc¨® vivirla. No pod¨ªa pensar que un golpe se pod¨ªa transformar en un genocidio. Las experiencias anteriores, el 62, el 66, no eran ¨¦sas. Y bueno, qu¨¦ hacer cuando me di cuenta... Yo era juez federal, he metido presa a gente, tambi¨¦n le he salvado la vida al meterla presa... Quer¨ªamos hacer juicios justos, pero nos pas¨® por encima una aplanadora.
P. Hay sectores vinculados con la dictadura que insisten en que habr¨ªa que juzgar a los "dos lados", como si hubiera habido dos Estados en pugna.
R. Pero es que no es lo mismo, naturalmente. No puede ser lo mismo que el tipo que me est¨¢ cuidando, para cuidar mi seguridad, me mate. El Estado no puede ser ilegal. Si el Estado se degrada ¨¦ticamente al mismo nivel que el delincuente -no estoy hablando de terrorista, porque es una palabra que no me gusta- y utiliza los mismos medios, el Estado no es m¨¢s que otro delincuente. Y entonces es una pelea entre delincuentes.
P. ?Por qu¨¦ dec¨ªa reci¨¦n que no le gusta la palabra "terrorista"?
R. Porque es una palabra de la que se ha abusado y se ha extendido, no hay una definici¨®n internacional de terrorismo muy clara, no s¨¦ exactamente qu¨¦ significa. Hay generalizaciones como "crimen organizado", "terrorismo" y otras que son palabras que se pueden aplicar a cualquier cosa. En general ocultan comportamientos muy heterog¨¦neos que, si uno los quiere prevenir en serio, los tiene que prevenir haciendo distinciones. No podemos juntar el c¨¢ncer con el sida. No es lo mismo Unabomber que una organizaci¨®n, que ETA. Se usa una palabra com¨²n, pero normalmente se la emplea para hacer avanzar el sistema inquisitorio. Es decir, para hacer retroceder las garant¨ªas. Para eso se sataniza algo que no queda muy claro qu¨¦ es y se usa una palabra confusa.
P. ?Conoce usted al juez Baltasar Garz¨®n?
R. S¨ª, lo conoc¨ª este a?o, en enero, cuando tuve que presentarlo en Salamanca, en un curso para Am¨¦rica Latina. Me pareci¨® un tipo jugado por una idea.
P. ?C¨®mo valora su acci¨®n judicial?
R. Me parece muy positiva. Es un juez tremendamente valiente. No estoy de acuerdo con cierto sector de la opini¨®n p¨²blica espa?ola en el sentido de que toma sus decisiones por un af¨¢n publicitario. Es alguien convencido de lo que hace. Las decisiones que toma le dan notoriedad, pero sus decisiones siempre se ajustan a derecho.
P. ?Si en una acci¨®n contra militantes de ETA en Espa?a mueren ciudadanos argentinos, un juez de aqu¨ª podr¨ªa pedir la extradici¨®n de los responsables?
R. S¨ª, claro que podr¨ªa hacerlo, ¨¦se es el problema que se genera, y por eso el Tribunal Penal Internacional... Porque el principio universal es muy lindo, los diplom¨¢ticos lo pusieron en todas las convenciones, es un principio importante, pero es un principio que puede generar un caos internacional. Entonces, de alguna manera eso hay que ordenarlo, y el Tribunal Penal Internacional tiende a eso.
P. El juez Gabriel Cavallo declar¨® nulas las leyes de Obediencia Debida y de Punto Final. Mientras la Corte no resuelva sobre el tema, ?puede continuar el proceso a los imputados en esa causa?
R. La nulidad o declaraci¨®n de inconstitucionalidad de un juez no hace perder la vigencia general de la ley, s¨®lo deja de aplicarse en el caso concreto.
P. ?Los militares reclamados por Garz¨®n deben ser juzgados en el pa¨ªs o extraditados?
R. Habr¨ªa que ver caso por caso. En l¨ªneas generales puedo decirle que a m¨ª no me gusta dar la extradici¨®n de ning¨²n ciudadano argentino. No me inclino a que seamos generosos en la extradici¨®n de argentinos. Lo considero muy peligroso. Pero, bueno, eso es una cuesti¨®n de gusto. Habr¨¢ que ver qu¨¦ corresponde jur¨ªdicamente en cada caso, porque en una de esas no es lo que a m¨ª me gusta.
P. ?En que sentido es peligroso?
R. En el sentido de que ma?ana me pueden llevar a cualquier pa¨ªs acusado de cualquier cosa. Nosotros no tenemos una disposici¨®n constitucional como Brasil, que proh¨ªbe la extradici¨®n de ciudadanos. Jur¨ªdicamente no hay un impedimento constitucional. Pero me resulta algo antip¨¢tico, lo pensar¨ªa dos veces.
P. Entonces usted hubiera mantenido vigente el decreto que derog¨® el presidente Kirchner, por el que se impon¨ªa el "principio de territorialidad" y se ordenaba rechazar los reclamos de extradici¨®n.
R. No, porque ese decreto era inconstitucional. Si se da o no una extradici¨®n lo debe resolver la justicia. El Ejecutivo no es quien para decir.
P. ?El acusado puede optar por ser juzgado en el pa¨ªs?
R. S¨ª, seg¨²n nuestra ley de extradici¨®n, puede hacerlo.
P. ?Cu¨¢l es el problema entonces? Llegado el momento, son los acusados los que dicen "no" a la extradici¨®n.
R. El problema es que la ley de extradici¨®n est¨¢ calculando delitos cometidos en el extranjero. Y en tal caso el ciudadano argentino puede decir: bueno, est¨¢ bien, extrad¨ªtenme. O puede decir: no, j¨²zguenme aqu¨ª. En cuyo caso el Gobierno argentino tiene que pedirle al Gobierno reclamante que le d¨¦ todos los antecedentes y lo somete a juicio. Cosa que ha pasado ya much¨ªsimas veces por estafas en Europa. A esos los hemos juzgado y condenado nosotros.
P. ?C¨®mo valora la forma en que se han intentado resolver las responsabilidades de las graves violaciones a los derechos humanos durante la dictadura? La aprobaci¨®n de las leyes de Punto Final, de Obediencia Debida, los indultos...
R. Bueno, nunca me gust¨®. Creo que las cosas hay que resolverlas en serio. Si en las Fuerzas Armadas hay o hubo delincuentes, hay que condenarlos, y listo. En toda corporaci¨®n aparecen delincuentes. Hay que limpiar todas las sospechas sobre las Fuerzas Armadas. Yo he hablado con oficiales actuales y creo que lo entienden. Naturalmente, no lo entienden los que fueron responsables.
P. ?Considera esta forma de designaci¨®n de los jueces del Supremo como un cambio sustancial?
R. S¨ª, yo lo valoro como un cambio m¨¢s que pol¨ªtico. Creo que es un cambio en la sociedad argentina. Revela un grado de madurez importante. Quiz¨¢ se deba a los garrotazos que hemos recibido.
P. ?Cu¨¢nto tiene que ver Kirchner en todo esto? Usted fue uno de sus cr¨ªticos cuando reform¨® la Constituci¨®n de Santa Cruz para que se permita su reelecci¨®n como gobernador y cuando aument¨® el n¨²mero de miembros del Tribunal Supremo provincial.
R. Yo conozco poco a Kirchner, pero creo que sabe calibrar el talante de una sociedad en un momento. Eso se aprende gobernando provincias que no tienen tanta poblaci¨®n, cuando uno est¨¢ en contacto con la gente. Yo critiqu¨¦ a Kirchner como a todos los gobernadores que reformaron las constituciones provinciales para incorporar la reelecci¨®n indefinida. Creo que eso es violatorio de la Constituci¨®n federal, y lo sigo sosteniendo... Me parece que todo eso le sirvi¨® de lecci¨®n a Kirchner para no volver a intentarlo.
Una elecci¨®n sin precedentes
El Senado argentino se dispone a aprobar, por primera vez en su historia, al candidato propuesto por el Ejecutivo para la Corte Suprema, el m¨¢ximo tribunal del pa¨ªs, despu¨¦s de que sus antecedentes personales, su trayectoria laboral y su patrimonio econ¨®mico fueran previamente expuestos y sometidos a revisi¨®n, investigaci¨®n y posibilidad de recusaci¨®n p¨²blica durante 30 d¨ªas. El presidente argentino, N¨¦stor Kirchner, inici¨® a comienzos de julio el proceso de selecci¨®n limit¨¢ndose la facultad de proponer al Senado candidatos a discreci¨®n hasta que sean aprobados. Cuando se confirm¨® la renuncia de uno de los nueve miembros, Julio Nazareno, que era adem¨¢s presidente del Supremo, el presidente argentino eligi¨® a Eugenio Ra¨²l Zaffaroni para ocupar el sitio vacante.
Los datos de identidad, profesionales, t¨ªtulos, cargos judiciales, trabajos, publicaciones, premios y distinciones, asistencia a congresos, art¨ªculos period¨ªsticos, dict¨¢menes y las clases extraordinarias de Zaffaroni se publicaron durante tres d¨ªas consecutivos en el Bolet¨ªn Oficial del Estado, en la p¨¢gina de Internet del Ministerio de Justicia y se difundieron a trav¨¦s de anuncios pagados en peri¨®dicos de difusi¨®n nacional. Desde ese momento las organizaciones sociales, las defensoras de los derechos humanos, asociaciones profesionales de abogados y "los ciudadanos en general" disponen de un plazo, que vence el pr¨®ximo 6 de agosto, para presentar, "por escrito y de modo fundado y documentado", las objeciones que consideren de inter¨¦s.
Por su parte, Zaffaroni present¨® su declaraci¨®n jurada de bienes, entre los que se incluyen dos casas, cinco apartamentos de ambiente ¨²nico, todos alquilados; uno a la venta; uno en San Jos¨¦ de Costa Rica, alquilado; uno en Madrid, alquilado; una cuenta en un banco suizo con 10.000 euros; una en Madrid en la que se depositan los alquileres del piso, otra en Buenos Aires en la que se depositan sus salarios como profesor universitario y una m¨¢s en Brasil en la que le depositan los derechos de autor de sus 23 libros.
El presidente Kirchner debe remitir antes del 27 de agosto toda la documentaci¨®n al Senado, que la debatir¨¢ finalmente en una audiencia p¨²blica antes de aprobarla.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.