Contra los tr¨¢nsfugas
Los partidos con representaci¨®n parlamentaria han acordado ampliar a las comunidades aut¨®nomas y a las Cortes Generales el pacto contra el transfuguismo suscrito en 1998 para los ayuntamientos. Mientras siga vigente el sistema electoral de listas cerradas, ¨¦sta es una buena noticia. Sin embargo, estar¨ªa bien que los partidos se emplazaran para entrar -pasadas las elecciones generales- en un debate a fondo sobre la conveniencia de modificar las normas electorales vigentes. La experiencia acumulada pone de manifiesto los m¨²ltiples problemas que se derivan de un sistema en que el diputado lo debe todo al partido, pero desde el momento en que es elegido tiene la capacidad de hacer con su esca?o lo que le venga en gana. Ser¨ªa interesante que los partidos llevaran propuestas alternativas en sus programas.
El acuerdo entre partidos no va a servir de nada si no se cumplen dos requisitos esenciales: la lealtad y el rigor. Lealtad de los partidos a la hora de aplicar el pacto. Sorprende que ¨¦ste se ampl¨ªe el mismo d¨ªa en que el PP present¨® en el municipio mallorqu¨ªn de Maria de la Salut una moci¨®n de censura contra un alcalde socialista apoy¨¢ndose en el voto de un tr¨¢nsfuga. El pacto para los ayuntamientos lleva cinco a?os en vigor. ?El PP no se siente vinculado por ¨¦l? ?Por qu¨¦ asume ahora su ampliaci¨®n? No es un caso aislado. El pacto no ha impedido casos de transfuguismo en todas direcciones. Quiz¨¢s pueda encontrarse parte de la respuesta en los intereses inmobiliarios. En cualquier caso, o los partidos se lo toman en serio o este nuevo acuerdo es una irrelevante p¨¦rdida de tiempo.
Y rigor en el control de sus listas por los partidos, de modo que dejen de pensar en candidatos de sumisi¨®n garantizada. El cargo electo sumiso es el que tiene menos nivel intelectual, talla moral y personalidad pol¨ªtica, y es asimismo el m¨¢s vulnerable, como se ha visto en Madrid. Por su propia defensa, los partidos deben subir el list¨®n de la exigencia. Sin estas dos condiciones el acuerdo no sirve de nada. El objetivo debe ser la defensa de los valores democr¨¢ticos, no el est¨ªmulo de vocaciones servilmente comprometidas con el partido. Los tr¨¢nsfugas son una consecuencia, pero la ra¨ªz del problema est¨¢ en las listas cerradas y en la falta de mecanismos de control democr¨¢tico en los partidos.
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