Cometas de galipot
He de reconocer que en verano me vuelvo estelar. No tienen m¨¢s que ver los t¨ªtulos de mis ¨²ltimas columnas: estrellas fugaces, galipotes siderales...Confieso que las primeras me encantan y alguna vez les he hablado aqu¨ª de una noche de San Lorenzo en el cielo de mi national country --Zumaia, ya saben-, en la que me hart¨¦ a pedir deseos, hasta que casi explot¨¦. No acababa de pedir uno cuando ya me ve¨ªa obligado a pedir otro, que justo contradec¨ªa el anterior. Fr¨¢gil memoria, que me imped¨ªa recordar entre cada vuelo maravilloso el impulso anterior. ?Ocurrir¨ªa algo entre cada fogonazo que me llevaba a modificar mi deseo o ser¨ªa todo fruto de mi inconstancia? ?Ah, tiempos que ya no volver¨¢n! Pero una estrella fugaz tiene y tendr¨¢ siempre para m¨ª el sabor de una escena infantil: el sobresalto de un milagro nocturno y la urgencia nerviosa de hurgar en el saco de los deseos para formular uno.
El galipot es otra cosa. Mierda, literalmente. Y no es nada fugaz, sino pegajoso como una mirada de amor. Es imposible formular deseos contradictorios ante las sucesivas perlitas de galipot que se le adhieren a uno. Una estrella fugaz abre y cierra un mundo con su esplendor: es el sue?o de Peter Pan, o el advenimiento de los Reyes Magos. Una perlita de galipot es una pesadilla que uno teme que se repita, y que casi siempre se repite. Lo apresa a uno, y la que viene a continuaci¨®n es m¨¢s de lo mismo. ?Triste actualidad!: contemple usted el cielo nocturno desde La Concha y no ver¨¢ una estrella fugaz ni aunque se la invente: las ciudades carecen de cielo y tienen el firmamento a ras de tierra. M¨ªrese luego las plantas de los pies y ver¨¢ como el cielo urbano ha hecho sus estragos.
Este verano est¨¢ resultando galipotero en todos sus extremos. Como el mar, que recoge todos los desechos y los va depositando en la playa. No nos dan tregua vacacional, no quieren que nos olvidemos ni por un instante de esta cosecha infernal. Hagamos balance: querella contra Atutxa, conflicto de la Comunidad de Madrid, soldaditos a Irak, reg¨¹eldos de chapapote, atentados de ETA...plan Ibarretxe. Todo un ejercicio de musculaci¨®n veraniego para entrar en forma en la pr¨®xima temporada. Traca veraniega en el cielo ib¨¦rico, cometas de galipot.
De momento me abstengo de hablar del plan Ibarretxe. Ya lo hice cuando lo anunci¨® y volver¨¦ a opinar ante su formulaci¨®n definitiva. Lo que me ha sorprendido es la reacci¨®n suscitada por el famoso borrador: ?qu¨¦ esperaban? Puesto a ser mordaz, definir¨ªa el plan como un delirio de monja que, avalada por la verdad divina, ha perdido todo sentido del rid¨ªculo y se cree con derecho a ponerse la realidad por montera. Es el s¨ªndrome del ni?o peque?o: ?por qu¨¦ no puedo?, ?qu¨¦ tiene de malo? Son las preguntas que suelen acompa?ar a los caprichos y no a los proyectos solventes. Y en pol¨ªtica, sobre todo en un pa¨ªs acosado por el terror, los caprichos est¨¢n fuera de lugar. Tan fuera de lugar como el peloteo cruzado entre los dos gobiernos a ra¨ªz del atentado de Santander. Sinceramente, no creo que el terror de ETA necesite avales de ning¨²n tipo tras cuarenta a?os de terror. Lo que s¨ª le beneficia es ese peloteo entre instituciones que no se ponen de acuerdo para combatirla ni para crear un clima social que permita estructurar un pa¨ªs decente.
Jon Juaristi, a quien admiro y respeto, se preguntaba hace unos d¨ªas en un art¨ªculo si hab¨ªa que defender el Estatuto. El lo dudaba y fundaba sus dudas en una argumentaci¨®n que puede parecer intachable: el Estatuto es cosa de los nacionalistas y si ellos lo rechazan no ser¨ªa cuesti¨®n de que los dem¨¢s lo defendi¨¦ramos, cubri¨¦ndoles de esta forma la retirada para cuando fracasaran sus nuevos planes y proyectos. Es cosa de ellos, y si ellos lo rechazan, acabemos con ¨¦l y punto. Bien, pero, ?es "ya" s¨®lo cosa de ellos, y de la contribuci¨®n de bienintencionados almac¨¢ndidas y de timoratos s¨²bditos de la correcci¨®n pol¨ªtica? ?No habr¨ªa que reorganizar el Estado actual para ser coherentes con esa actitud, puesto que no sabr¨ªamos responder a la demanda de que "ellos" responde? ?Qu¨¦ Historia lo avala? ?Es sensato todo esto? En fin, preguntas impropias de un verano a la espera de las estrellas fugaces.
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