Hotel
La habitaci¨®n del hotel es el primer gran enigma de la aventura de las vacaciones. Uno llega, abre la puerta y ha de averiguar c¨®mo se enciende la luz. Luego, ya agotado y a punto de dormirse, ha de descubrir c¨®mo se apaga, tarea que se vuelve desesperante en el intento de combinar el interruptor de la entrada con los del dormitorio para reducir el aplique de la pared a simple oscuridad. Si por fin se consigue, siempre existir¨¢ esa rebelde abertura entre las cortinas por la que durante toda la noche entran po¨¦ticamente la luna y las estrellas y m¨¢s tarde la luz del amanecer.
Sin embargo, lo m¨¢s determinante de la habitaci¨®n de hotel es la gran sensaci¨®n de soledad que produce y que he tenido ocasi¨®n de comprobar. Recuerdo una habitaci¨®n preciosa de un hotel precioso de una noche remota en un pa¨ªs lejano. Recuerdo una gran cesta de frutas tropicales, una botella de champa?a y dos copas, bombones y un ramo de flores. Recuerdo la ciudad nocturna desconocida y palpitante tras las ventanas. Y me recuerdo a m¨ª, sentada en el borde de la cama sin saber qu¨¦ hacer con todo aquello y leyendo en una novela de Paul Theroux: "Nada me resulta tan er¨®tico como una habitaci¨®n de hotel". Me entraron ganas de llorar.
Puede que no se haya concebido un lugar mejor para atrapar lo transitorio de los deseos. S¨®lo las fantas¨ªas que despierta el espacio secreto de una habitaci¨®n an¨®nima por la que han pasado los susurros, risas y llantos de tantas personas, sus sue?os y zozobras de una noche, pueden explicar que Tamayo y S¨¢ez, en su fuga de la Asamblea de Madrid, no se ocultaran en un chalet en la sierra o en el apartamento de un amigo, m¨¢s discretos sin duda, sino que eligieran culminar su fechor¨ªa con un toque de locura, entre flores, champa?a y periodistas.
Por eso cuando un terrorista deja una bomba en una habitaci¨®n de hotel, pongamos de Alicante, Benidorm o Yakarta, no s¨®lo comete un crimen contra las personas que all¨ª puedan morir o ser heridas, sino contra el simple y dif¨ªcil pasar de todos por este mundo, contra esa particular habitaci¨®n de hotel llena de libertad que cada uno se ha construido para sobrevivir.
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