Por alusiones
Cuando ya lleve unos d¨ªas en nuestro pa¨ªs, el extranjero quiz¨¢ detecte expresiones referidas a realidades extra-peninsulares. Algunas tienen plena vigencia, aunque por razones distintas a las que inspiraron su concepci¨®n. "Moros en la costa", por ejemplo, procede de "?Hay moros en la costa!", el grito de alarma que daban los vigilantes de la playa de una ¨¦poca remota al ver acercarse las embarcaciones de los compulsivos piratas berberiscos. Las cosas han cambiado bastante desde entonces: ya no hay torreones de vig¨ªa, y los vigilantes de playas y piscinas son en su mayor¨ªa atractivos socorristas argentinos en busca de un dinero que mejore su traum¨¢tica situaci¨®n econ¨®mica. En cuanto a las temidas emboscadas de pirater¨ªa berberisca, la autoridad competente est¨¢ m¨¢s preocupada por las sofisticadas embarcaciones que, a toda leche, intentan cruzar el Estrecho, cargadas de unos inmigrantes sin m¨¢s peligro que su inquebrantable persistencia y un resentimiento alimentado por d¨¦cadas de agravio comparativo televisado.
Por cierto: en el argot del mundillo de la inmigraci¨®n y la vigilancia costera, la voz de "?Hay moros en la costa!" sigue viva. A veces incluso se producen cinematogr¨¢ficas persecuciones entre lanchas ilegales y embarcaciones de la Guardia Civil (las llamaban Heineken por los colores verde y blanco, que recuerdan los de las latas de cerveza Heineken). Otra expresi¨®n que mantiene su vigencia en nuestro l¨¦xico es "hacerse el sueco". En las ¨²ltimas d¨¦cadas, Espa?a ha demostrado un l¨²brico inter¨¦s hacia Suecia, y no me refiero a los escritores que estar¨ªan dispuestos a cometer asesinatos varios para conseguir el Premio Nobel ni a los infructuosos intentos de parecerse a Olof Palme de alg¨²n pol¨ªtico. Aunque, para qu¨¦ nos vamos a enga?ar: han tenido mucho m¨¢s aceptaci¨®n las suecas que los suecos. Ellas fueron, a principios de los sesenta, el ejemplo de turista ligera de ropa y desinhibida, sin lastres religiosos ni represiones pol¨ªticas, que llegaban a nuestras costas a buscar en las velludas patillas de nuestros pichabravas el toque salvaje que no le daban sus g¨¦lidos compatriotas.
La expresi¨®n "hacerse el sueco" no se refiere a la cara que pon¨ªan los novios suecos cuando ellas regresaban de un agitado viaje por Espa?a. En realidad, ni siquiera tiene que ver con Suecia. Seg¨²n fuentes bien informadas (un par de recomendables diccionarios de Jos¨¦ Mar¨ªa Iribarren y Gregorio Doval), lo de sueco podr¨ªa tener su origen en soccus, nombre con el que, en lat¨ªn, se designaba un tipo de calzado romano. De este soccus habr¨ªa derivado zueco, artefacto de madera que se maneja con los pies y que algunos optimistas pretenden elevar a la condici¨®n de zapato. Con lo cual todo apunta a que "hacerse el sueco" vendr¨ªa a ser algo as¨ª como "hacerse el zueco". O sea: hacerse el trozo de madera. Es decir: hacerse el tonto. En otras palabras: que es perfectamente factible que un moro de la costa pillado por una Heineken intentando pasar el Estrecho montado en una zodiac con overbooking se haga el sueco en el momento de ser detenido por un vigilante de la playa de uniforme que ya no lleva tricornio pero como si lo llevara.
Ejercicio del d¨ªa: reflexione sobre la siguiente posibilidad: ?puede un sueco hacerse el sueco?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.