Espa?a envejece
Alg¨²n d¨ªa ser¨¢n espa?oles de pleno derecho. Espa?oles del futuro, nuevos espa?oles. Llegaron de Mal¨ª, una de las tierras m¨¢s pobres de ?frica (o sea, del mundo), y tuvieron la suerte de poder hacerlo por la v¨ªa legal, sin afrontar los azares de los viajes en patera que tantas veces terminan en muerte o repatriaci¨®n forzosa. Forman parte de los 1.444.670 extranjeros con tarjeta o permiso de residencia en vigor que hay en un pa¨ªs que no hace tanto exportaba mano de obra al norte de los Pirineos. En los seis primeros meses de este a?o, la cifra de los con papeles se increment¨® en 124.670.
Son inmigrantes extranjeros como los que contribuyeron en 2001 -fecha del ¨²ltimo censo, que registr¨® un aumento de dos millones de habitantes en 10 a?os (hasta 40.847.371)- a dar lustre al espejismo de que no hay peligro de que disminuya y envejezca la poblaci¨®n. Por cierto, que los datos del censo, referidos al 1 de noviembre de 2001, difieren de los que el 1 de enero de 2002, reflejaba la otra vara de medir la poblaci¨®n, el padr¨®n continuo, que arrojaba un saldo de 41.838.000 habitantes, probablemente m¨¢s ajustado a la realidad.
El equilibrio poblacional exige una fecundidad en torno al nivel de reemplazo, o sea, m¨¢s de 2 hijos por mujer f¨¦rtil. Ahora es tan s¨®lo de 1,26
Para evitar el descenso y envejecimiento poblacional es imprescindible un flujo continuado de inmigrantes, que ya generan el 10% del total de nacimientos
El pasado martes, el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) difund¨ªa unos datos seg¨²n los cuales el n¨²mero de extranjeros empadronados en Espa?a ascend¨ªa el 1 de enero de 2002 a 1.977.944 ( s¨®lo 1.109.060 de ellos con tarjeta de trabajo o residencia). O sea, el 4,7% de la poblaci¨®n total, una cifra que se triplic¨® en cuatro a?os y aument¨® en 2001, tras la gran regularizaci¨®n, en 607.287.
Muchos dem¨®grafos creen inevitable el envejecimiento de la poblaci¨®n a medio y largo plazo, a causa del fuerte desfase generacional que se remonta al baby boom de los sesenta y setenta (de natalidad desbocada) y de la inversi¨®n posterior del proceso hasta hoy mismo, con la menor tasa de fecundidad, junto a Italia, de la UE: 1,26 hijos por mujer en edad f¨¦rtil.
?l, Santoutou Diakite, de 44 a?os, lleg¨® el primero a Espa?a, en 1995; ella, Toutouba Sakiliba, de 35, le sigui¨® cuatro a?os despu¨¦s. Sus dos hijos, Mahmadou (de tres a?os) y Fatumata (de siete meses), nacieron en el hospital de Poniente de El Ejido (Almer¨ªa), aunque la familia vive en Roquetas de Mar, junto a los invernaderos en los que Santoutou suele trabajar, aunque por el par¨®n veraniego est¨¢ en el dique seco.
Es Toutouba, por tanto, la que se gana ahora el ¨²nico jornal que entra en casa, 30 euros diarios ganados por una labor agr¨ªcola de ocho horas en Cuevas de Almanzora, a 130 kil¨®metros y casi dos horas de autob¨²s, lo que la obliga a levantarse de madrugada.
Su marido se queda estos d¨ªas en casa cuidando de los peque?os. Y ambos coinciden: "De momento no queremos m¨¢s hijos". Una afirmaci¨®n que concuerda con la opini¨®n de los soci¨®logos de que los inmigrantes, que llegan con h¨¢bitos sociales y culturales muy arraigados y diferentes, terminan adapt¨¢ndolos paulatinamente a los del pa¨ªs de acogida, reduciendo, por ejemplo, la tasa de fecundidad. Si hoy nacen tantos hijos de extranjeras es, sobre todo, porque llegan en plena edad f¨¦rtil.
La Asociaci¨®n de Inmigrantes Malienses en Espa?a (AIME) ayuda a la familia Diakite a enfrentarse a una realidad mejor que la que dejaron atr¨¢s, pero muy dura, en una zona cuya actividad econ¨®mica depende de la mano de obra for¨¢nea, pero en la que no se atan los perros con longaniza y no son raros los incidentes de xenofobia.
Fatumata, el peque?¨ªn de la familia, espa?olito en ciernes, engrosa la estad¨ªstica que indica que hubo en 2002 un total de 1.843 ni?os nacidos en el hospital de Poniente, de los que 498 (el 27,02%) eran hijos de extranjera. En toda la provincia llegan al 20%, el doble que en el conjunto de Espa?a (10,4%, frente al 3,26% en 1996), proporci¨®n que a su vez duplica con creces la de inmigrantes respecto a la poblaci¨®n total, que se sit¨²a entre el 4% y el 5%.
Dif¨ªcil equilibrio
?sta no es una historia de inmigraci¨®n, sino de demograf¨ªa, pero, tal como van las cosas, una y otra est¨¢n, y seguir¨¢n estando, estrechamente ligadas en Espa?a. Las proyecciones de aqu¨ª a 2050 son incapaces de reflejar un mantenimiento o aumento moderado de la poblaci¨®n sin una recuperaci¨®n de la tasa de fecundidad y sin un flujo continuado y notable de extranjeros: unos 160.000 al a?o.
Joaqu¨ªn Arango, ex presidente del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS) y director del Centro de Estudios sobre Ciudadan¨ªa y Migraciones del Instituto Universitario Ortega y Gasset, se?ala que "el equilibrio ideal es el que determina una tasa de fecundidad en torno al nivel de reemplazo, lo que significa una media superior a dos hijos por mujer". Como alcanzar esa cota roza la utop¨ªa, incluso en un horizonte de muchas d¨¦cadas, "el equilibrio s¨®lo se puede lograr por la llegada de inmigrantes, que aumentan la poblaci¨®n directamente, aportan m¨¢s nacimientos y tienen menos fallecimientos, gracias a que la composici¨®n por edades es ahora muy propicia para la fecundidad".
El Bar¨®metro del CIS correspondiente a mayo de 2003 se?alaba que el 53% de los espa?oles cree que hacen falta trabajadores extranjeros, siempre que lleguen con contrato, pero que m¨¢s del 58% relaciona inmigrantes con inseguridad, y un 68% cree que se les trata con desprecio (10%), agresividad (1,7%), desconfianza (45,5%) o indiferencia (10,6%).
Arango recuerda que Espa?a es el pa¨ªs de la UE en el que m¨¢s ha aumentado la inmigraci¨®n en los ¨²ltimos a?os, gracias en parte a la gran regularizaci¨®n efectuada entre los a?os 2000 y 2002 y a la fuerte demanda de trabajo, pero cree que "la legal aumenta poco, porque est¨¢ sometida a cauces legales muy estrechos, y la ilegal se incrementa demasiado". Algo que considera "una situaci¨®n an¨®mala consecuencia de una opci¨®n pol¨ªtica muy concreta" que hace o¨ªdos sordos a los propios empleadores, que dicen que necesitan 100.000 trabajadores extranjeros, pero se fija una cuota que no llega ni a la tercera parte, mientras se lucha infructuosamente contra los ilegales sin combatir a fondo la econom¨ªa negra en la que se sumergen.
Arango es un convencido de que la inmigraci¨®n es "m¨¢s una soluci¨®n que un problema" y de que su contribuci¨®n al equilibrio demogr¨¢fico "no es desde?able". "Tampoco la panacea", aclara, porque los extranjeros, aunque sean legales y coticen a la Seguridad Social, tambi¨¦n van al m¨¦dico, llevan a sus hijos al colegio y se convertir¨¢n en pensionistas, con los costes que todo ello supone.
El pasado 17 de junio, el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) avanzaba datos de su informe sobre el movimiento natural de la poblaci¨®n correspondiente a 2002. Entre ellos figuraba una tasa de fecundidad de 1,26 hijos por mujer en edad f¨¦rtil, un ligero repunte respecto a los dos a?os anteriores (1,24), explicable adem¨¢s por el mayor peso relativo de la poblaci¨®n inmigrante. En realidad, el dato, m¨¢s que dar aliento a la esperanza, no hac¨ªa sino reflejar una dram¨¢tica situaci¨®n que contrasta, no ya con la tasa alcanzada en los a?os del baby boom (todav¨ªa 2,8 en 1976, ya al final, y por encima de 3 unos a?os antes), sino incluso con los niveles actuales en otros pa¨ªses de la UE, donde la tasa media es de 1,47, con la punta m¨¢s alta en Francia (cerca del 1,9) y la opuesta en Italia y Espa?a.
En el a?o 2002 hubo en el pa¨ªs 416.518 nacimientos (unos 250.000 menos que en 1976) y 366.538 defunciones (67.000 m¨¢s que en 1976). El crecimiento vegetativo fue m¨ªnimo, de 49.980 personas, pr¨¢cticamente sustentado en la inmigraci¨®n. En los pr¨®ximos a?os y d¨¦cadas, y si s¨®lo se contase con los espa?oles aut¨®ctonos, aunque se produjera una recuperaci¨®n moderada de la natalidad, la despoblaci¨®n ser¨ªa inevitable, a medida que vayan muriendo (pese al aumento de la esperanza de vida) los miembros de las generaciones muy numerosas del baby boom, sin ser reemplazados en la parte baja de la pir¨¢mide demogr¨¢fica por nuevos nacimientos.
Peor a¨²n, la pir¨¢mide, cuya forma fue anta?o cl¨¢sica, tendr¨¢ progresivamente una configuraci¨®n muy diferente, con la base (ni?os y j¨®venes) cada vez m¨¢s estrecha, y la copa (mayores y ancianos) mucho m¨¢s frondosa, y una parte central (poblaci¨®n en edad activa, que asume el coste de base y copa) con dificultades para conservar su peso espec¨ªfico. Una figura antiest¨¦tica y rechoncha sobre la que los pol¨ªticos pueden incidir con dietas que exigen imaginaci¨®n y consenso y que se resume en un fantasma que inevitablemente tomar¨¢ forma corp¨®rea: envejecimiento.
Margarita Cantalapiedra, responsable del Departamento de An¨¢lisis y Previsiones Demogr¨¢ficas del INE, recuerda que "el saldo vegetativo en Espa?a [diferencia entre nacimientos y defunciones] ha registrado una tendencia decreciente en los a?os ochenta y hasta finales de los noventa" y que "la consecuencia de mantenerse ser¨ªa la disminuci¨®n de la poblaci¨®n en torno al a?o 2010". El brusco descenso de la fecundidad de finales de los setenta es, a?ade, el principal factor de envejecimiento, junto al aumento de la esperanza de vida a edades altas.
Transici¨®n demogr¨¢fica
En su opini¨®n, "si se mantienen las tendencias actuales de mortalidad y fecundidad, y aunque se sigan registrando importantes aumentos en las cifras de inmigrantes, el envejecimiento poblacional ser¨¢ inevitable", suavizado en cierta medida por el hecho de que el 56% de los llegados del exterior tiene una edad comprendida entre los 20 y los 40 a?os, es decir, se hallan en plena edad f¨¦rtil.
Est¨¢ claro. Hay que incentivar la natalidad. Las mujeres tienen menos hijos, y a edades m¨¢s avanzadas. Es una transici¨®n demogr¨¢fica ligada a la progresiva incorporaci¨®n de las mujeres al trabajo, lo que modifica las condiciones para la reproducci¨®n de la fuerza de trabajo. Como se?ala Juan Antonio Fern¨¢ndez Cord¨®n, investigador del Departamento de Demograf¨ªa del Instituto de Econom¨ªa e Historia del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), "si las mujeres entran a formar parte de la poblaci¨®n activa, dos nacimientos significar¨¢n ya dos trabajadores en potencia", y no uno y pico como cuando la mayor¨ªa se quedaban en casa. "La productividad del sistema de reproducci¨®n demogr¨¢fica aumenta".
Espa?a era a comienzos de los ochenta el pa¨ªs europeo con menos tasa de actividad femenina, "pero ahora, las solteras o casadas sin hijos tienen tasas similares a las del resto del continente". Lo que, en definitiva, prueba que faltan incentivos espec¨ªficos para que la mujer, sin renunciar a sus aspiraciones profesionales, pueda tener hijos. Algo muy dif¨ªcil, sostiene Fern¨¢ndez Cord¨®n, "mientras Espa?a siga siendo el pa¨ªs de Europa que menos porcentaje del producto interior bruto gasta en familia", y cuando hay dificultades objetivas para compatibilizar la vida laboral y familiar, desde la falta de ayudas directas hasta horarios absurdos en muchos colegios, falta de flexibilidad en el trabajo y escasez alarmante de guarder¨ªas p¨²blicas y de servicios de asistencia a los mayores dependientes, al cuidado ahora de las familias, o sea, en la inmensa mayor¨ªa de los casos, de las mujeres. "Porque no es s¨®lo un problema econ¨®mico, aunque con dinero se puede solucionar casi todo, sino de que no se puede gestionar el tiempo. Por eso, las mujeres tardan mucho en tener el primer hijo, mientras que el segundo, aunque se desee, se va retrasando o no llega nunca".
Tener un hijo es, con frecuencia, una decisi¨®n de pareja, pero, como se?ala este dem¨®grafo del CSIC, las dificultades de acceso al trabajo y la vivienda producen un bloqueo en la integraci¨®n de los j¨®venes que les obliga a vivir en casa de los padres y les impide emanciparse y convertirse en reproductores. No se forman parejas o se forman tarde, y se tienen pocos hijos, especialmente entre los 20 y los 30 a?os, una franja de edad biol¨®gicamente ideal para la reproducci¨®n, pero en la que apenas se registran hoy nacimientos, excepci¨®n hecha de los de inmigrantes.
Hay expertos como Jos¨¦ Barea, catedr¨¢tico em¨¦rito de Econom¨ªa en la Universidad Complutense y antiguo asesor de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, que apuestan por ayudas directas a la familia que vayan incluso m¨¢s all¨¢ de la ayuda de 100 euros mensuales a las trabajadoras madres de ni?os de menos de tres a?os. "Har¨ªa falta", se?ala, "pagar sueldos en funci¨®n del n¨²mero de hijos y mantenerlos hasta la mayor¨ªa de edad de ¨¦stos o hasta que terminasen los estudios".
Jos¨¦ Antonio Herce, director de la Fundaci¨®n de Estudios de Econom¨ªa Aplicada (FEDEA), sostiene que "la gente no quiere que la sobornen para tener hijos, sino que se remuevan obst¨¢culos. ?Cu¨¢ntos hijos desean las parejas? La mayor¨ªa dice que m¨¢s de los que tienen. Pero les falta tiempo, guarder¨ªas, alguien que les ayude a cuidar de sus mayores y flexibilidad en el trabajo". Joaqu¨ªn Arango lo dice de otra forma: "La fecundidad requiere seguridad".
El ex director del CIS sostiene que "la evoluci¨®n demogr¨¢fica plantea una grave amenaza, con frecuencia subestimada", y que, "sin querer ser catastrofista, una extrapolaci¨®n nos llevar¨ªa a una situaci¨®n insostenible dentro de 30 o 40 a?os". La revisi¨®n efectuada por el INE en 1999 de la hip¨®tesis de evoluci¨®n de la fecundidad, que ya tomaba en cuenta el aumento de la poblaci¨®n, le llevaba a una proyecci¨®n (que no previsi¨®n) del n¨²mero de hijos por mujer f¨¦rtil de 1,424 (1,26 en 2002), sin variarla para los 30 a?os siguientes.
En la hip¨®tesis de reducci¨®n paulatina de la entrada de inmigrantes, hasta ser cero en 2020, la poblaci¨®n bajar¨ªa en 2050 hasta unos 35 millones de habitantes. Otras proyecciones no van tan lejos. Hay una que apunta, tambi¨¦n para 2050, a una poblaci¨®n de 46 millones, eso s¨ª, con una entrada anual constante de 250.000 inmigrantes que obligar¨ªa a un descomunal esfuerzo de integraci¨®n.
La mayor¨ªa de los dem¨®grafos coinciden en que la importancia de la bomba demogr¨¢fica no estriba tanto en el n¨²mero total de habitantes como en la distribuci¨®n por edades, cuya variaci¨®n a lo largo de los ¨²ltimos a?os, y sobre todo la previsible en el futuro, conduce inevitablemente al envejecimiento y plantea retos trascendentales al Estado del bienestar.
Un ejemplo de por d¨®nde van los tiros: en 1900, el 33,52% de la poblaci¨®n ten¨ªa menos de 14 a?os; en 1950 bajaba al 26,23%, y en 2001, al 15,70%. O sea, menos j¨®venes. En ese mismo siglo, los mayores de 65 a?os pasaron del 5,20% (1900) al 7,23% (1950) y al 16,75% (2001). O sea, m¨¢s mayores y ancianos, porque la medicina y la calidad de vida han disparado el n¨²mero de personas que viven m¨¢s de 80 a?os. Ahora mismo, la esperanza de vida al nacer es de 83,23 a?os para las mujeres y de 75,83 para los hombres.
A¨²n m¨¢s: cuando los nacidos durante el baby boom se jubilen y alcancen edades avanzadas, sin que el hueco que van dejando se cubra con ni?os y adultos activos en la misma proporci¨®n (desde entonces, la tasa de fecundidad ha ca¨ªdo en picado), la media de edad de la poblaci¨®n, especialmente de la aut¨®ctona, se elevar¨¢ considerablemente. Entre 1991 y 2001, el periodo comprendido entre los dos ¨²ltimos censos, pas¨® de 36,5 a 39,5 a?os. En esos mismos 10 a?os, el grupo de mayores de 85 a?os, que plantean m¨¢s problemas de dependencia, pas¨® de 450.000 a 710.000, y el de mayores de 90, aunque m¨¢s reducido, se duplic¨®. Espa?a se hace m¨¢s vieja. Pagar pensiones y servicios sanitarios y sociales a los mayores exigir¨¢ un esfuerzo que crecer¨¢ exponencialmente y cuyo peso recaer¨¢ sobre una poblaci¨®n activa que tiende a disminuir.
Rickard Sandell, en un reciente an¨¢lisis demogr¨¢fico para el Real Instituto Elcano, se?ala que "el mercado laboral espa?ol est¨¢ al borde del que ser¨¢, posiblemente, el mayor cambio estructural de la historia", ya que "es evidente que la poblaci¨®n activa crecer¨¢ mucho menos r¨¢pidamente entre 2003 y 2014 que en los a?os anteriores, y disminuir¨¢ a partir de 2014". En su opini¨®n, la evoluci¨®n demogr¨¢fica obliga a "reconsiderar c¨®mo deber¨ªan funcionar en el futuro los sectores m¨¢s costosos de la sociedad espa?ola", como el educativo, el sanitario, el de trabajo y el de pensiones. Este ¨²ltimo est¨¢ especialmente en el punto de mira, con proyectos, objeto de fuerte pol¨¦mica, como el de retrasar la edad de jubilaci¨®n y ampliar a toda la vida laboral el periodo de c¨®mputo para calcular la prestaci¨®n. En Francia y otros pa¨ªses europeos, planes que van en la misma direcci¨®n han puesto al Gobierno contra las cuerdas.
Julio P¨¦rez D¨ªaz, investigador del Centre d'Estudis Demogr¨¤fics, adscrito a la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, es un convencido de que ni la disminuci¨®n ni el envejecimiento de la poblaci¨®n son un desastre en s¨ª mismos. "No todo es aritm¨¦tica", se?ala. "No sirve contar cu¨¢ntos ocupados y cu¨¢ntos pensionistas hay para determinar si el Estado del bienestar se puede sostener. En los a?os setenta y ochenta se consideraba, por ejemplo, que el crecimiento demogr¨¢fico era una cat¨¢strofe. Entre 1964 y 1994, la poblaci¨®n aument¨® en unos siete millones sin que creciese el n¨²mero de ocupados, pero se compens¨® con un fuerte incremento de la productividad. Y nadie se atrever¨ªa a decir que no mejor¨® el nivel de vida".
La mejora de la vejez
P¨¦rez D¨ªaz public¨® recientemente un detallado an¨¢lisis titulado
?C¨®mo ha mejorado tanto la vejez en
Espa?a?, en el que afirma que "la p¨¦sima situaci¨®n relativa de la vejez ha experimentado un vuelco radical en cuesti¨®n de s¨®lo dos o tres d¨¦cadas". A medida que se produce el relevo generacional, disminuye la proporci¨®n de mayores que viven en malas condiciones (herencia de ¨¦pocas muy duras) y aumenta la de quienes llegan a esa etapa de la vida con una saludable situaci¨®n econ¨®mica. Con mejores pensiones, vivienda propia y, en muchos casos, con reservas patrimoniales suficientes para compensar los obst¨¢culos que encuentran sus hijos para emanciparse, por las dificultades de acceso a la vivienda y al mercado de trabajo. La situaci¨®n de los actuales mayores de 80 a?os, de trayectoria laboral y vital muy dif¨ªcil, est¨¢ lejos a¨²n de ser favorable, pero la de quienes tomen el relevo ser¨¢ mucho mejor. "La transmisi¨®n patrimonial se produce ahora en vida, recibiendo los j¨®venes mucho m¨¢s de sus padres que ninguna otra generaci¨®n anterior".
"El envejecimiento demogr¨¢fico", concluye P¨¦rez D¨ªaz, "puede alarmar a algunos, pero en la trayectoria vital e individual de los j¨®venes y adultos actuales ha resultado una aut¨¦ntica bendici¨®n". La vejez, horizonte com¨²n para todos, "ha irrumpido definitivamente como etapa importante, prolongada y generalizada en la vida de las personas, y existe una manera ¨®ptima de que no se convierta en penuria y desprotecci¨®n". Un mensaje de optimismo para concluir el repaso a un cambio social destinado a marcar la agenda pol¨ªtica en el siglo XXI.
Con la colaboraci¨®n desde Almer¨ªa de Mar¨ªa Jos¨¦ L¨®pez
Un mundo no tan lleno y un futuro sin desempleo
En demograf¨ªa, hacer previsiones es como jugar a la ruleta. Por eso los expertos prefieren hablar de proyecciones basadas en escenarios diferentes en los que se mezclan, como en una coctelera, hip¨®tesis diferentes: de n¨²mero de inmigrantes que llegan cada a?o, de evoluci¨®n de la tasa de fecundidad, de esperanza de vida... Una variaci¨®n de las oportunidades de trabajo en los pa¨ªses emisores de mano de obra, un cambio de pol¨ªtica que favorezca la integraci¨®n de las mujeres en la vida laboral o restrinja la llegada de extranjeros, un descubrimiento cient¨ªfico que alargue la esperanza de vida o un cambio de ciclo econ¨®mico pueden alterar sustancialmente el panorama.
Los c¨¢lculos de la ONU sobre la evoluci¨®n de la poblaci¨®n mundial se han visto sometidos a dr¨¢sticas revisiones. En 1980 se estimaba que llegar¨ªa a los 15.000 millones en 2050. Luego se rebaj¨® a 12.000 millones y, m¨¢s tarde, a 10.000 millones. Ahora, esa cifra redonda no se contempla hasta 2183, 129 a?os despu¨¦s de que, en 2054, se llegue a los 9.000 millones. ?El motivo? Que incluso en el Tercer Mundo, la tasa de fecundidad ha disminuido dr¨¢sticamente.
?El futuro? Qui¨¦n sabe. Lo cierto es que hay 6.300 millones de personas y que la tasa anual de crecimiento, que era del 2,04% en 1969, se ha reducido ya hasta el 1,22%.
En Espa?a, las proyecciones arrojan tambi¨¦n escenarios muy diferentes, entre 35 y 46 millones para 2050, pero de lo que apenas cabe duda es de que, por la l¨®gica del peso num¨¦rico de las diferentes generaciones, no est¨¢ lejos el momento en el que la poblaci¨®n activa se reducir¨¢ sustancialmente (cu¨¢nto exactamente depender¨¢ de la inmigraci¨®n y el trabajo femenino) y disminuir¨¢ el paro, tal vez hasta una tasa del 5%, considerada t¨¦cnicamente de pleno empleo. As¨ª lo cree, por ejemplo, Jos¨¦ Antonio Herce, director de FEDEA, que ve un n¨ªtido futuro de "restricci¨®n de brazos", o sea, de falta de mano de obra, s¨®lo superable con inmigrantes y mujeres. A esa conclusi¨®n llega tambi¨¦n Juan Antonio Fern¨¢ndez Cord¨®n, del CSIC, quien ve una contradicci¨®n en que, con ese horizonte, "una acci¨®n pol¨ªtica claramente ideol¨®gica" facilite el empleo precario. "El espectro del paro desaparecer¨¢, pero en este pa¨ªs no se habla de ello porque se vive, se trabaja y se piensa exclusivamente en el cort¨ªsimo plazo".
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