Galanter¨ªas
(Lo relatado en esta columna es cierto. Se cambian nombres para no complicar las cosas a la ardorosa pareja protagonista de los hechos.) Ella tiene 22 a?os, ¨¦l uno m¨¢s. Son novios. Ella prepara su tesina universitaria y se aloja en una residencia regentada por monjas; ¨¦l, camarero en Chamart¨ªn, vive con su familia en las afueras de la capital. La historia de sus encuentros galantes en poco m¨¢s de un mes es un pelicul¨®n de aventuras y carcajadas sin cuento. He aqu¨ª algunos datos por orden cronol¨®gico.
2 de julio de 2003. La pareja acude a una sesi¨®n matinal de cine en Arg¨¹elles. Minutos despu¨¦s de comenzar la pel¨ªcula, comenzaron a hacer de las suyas. Una se?ora de la fila de atr¨¢s, indignada, comenz¨® a gritar como una arp¨ªa. Llega el acomodador, enchufa con la linterna, suelta una palabra malsonante, algunos espectadores se acercan para ver qu¨¦ pasa, se interrumpe la sesi¨®n, se encienden las luces de la sala y nuestros protagonistas salen a escape con la ropa bajo el brazo y ocultando con las manos sus partes pudendas.
3 de julio de 2003. Pasan la noche en compa?¨ªa de otra pareja amiga en un piso de Moratalaz que los padres de la otra chica pretenden alquilar. A las diez en punto de la ma?ana, los susodichos padres entran al inmueble con una posible clienta. Cervezas vac¨ªas por los suelos, botellas de ron, olor a marihuana, dos calzoncillos y otras tantas bragas colgando de una l¨¢mpara. Los chicos, en pelota brava, salieron asustados de sendas habitaciones. Sin decir palabra, agarraron sus pantalones y huyeron al ascensor como alma que lleva el diablo. El marronazo posterior lo padecieron las chicas, que son unas santas, la verdad.
7 de julio de 2003. El camarero logr¨® colarse en la residencia de su novia. Una envidiosa se chiv¨®. La pareja fue sorprendida en plena actividad por seis monjas. Otra vez hubo de huir el mozo en pelotas.
3 de agosto de 2003. Alquilan un apartamento por horas en Clara del Rey. A la media hora se declara fuego en el edificio. Escapan apresuradamente sin tiempo para recoger sus ropas. A la salida del inmueble hab¨ªa bomberos, polic¨ªas y c¨¢maras de televisi¨®n. Entonces va el mozo y me dice: "Yo acabo cartujo".
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