El orgasmo fantasma
A los dos lados del cerebro, m¨¢s o menos por encima de cada oreja, reside la percepci¨®n de nuestro propio cuerpo. Los anatomistas lo llaman el hom¨²nculo somatosensorial, y el realismo pict¨®rico brilla all¨ª por su ausencia. Ustedes habr¨¢n visto ese personaje deformado hasta la pesadilla, todo manos y cara y genitales, porque de esos tres sitios viene la mayor¨ªa de nuestro universo t¨¢ctil. Prueben a pellizcarse un codo. ?Duele? No mucho, porque el hom¨²nculo casi no tiene codos. Cada dedo de su mano, sin embargo, se proyecta sobre enormes territorios del hom¨²nculo. El resultado es francamente feo, pero, en fin, as¨ª es como nos ve nuestro propio cerebro, y eso es lo que hay.
Una de las grandes guerras de la neurobiolog¨ªa contempor¨¢nea se refiere a si el cerebro es pl¨¢stico o r¨ªgido, si su hardware manifiesta una gran flexibilidad para responder a las alteraciones del entorno o est¨¢, por el contrario, impreso a fuego en los yunques de nuestra biolog¨ªa del desarrollo. Muchos de los argumentos del bando pl¨¢stico tienen relaci¨®n con las amputaciones. Por ejemplo, Michael Merzenich, de la Universidad de California en San Francisco, ha demostrado que la amputaci¨®n de un dedo modifica la mano del hom¨²nculo somatosensorial: en cuesti¨®n de unos meses, la zona cerebral que representaba ese dedo, viendo que ya no tiene gran cosa que hacer, se ha reciclado y ahora representa (recibe se?ales desde) los laterales internos de los dos dedos adyacentes. Es un ejemplo de plasticidad cerebral. Pero el reajuste no es perfecto. En muchas ocasiones, basta tocar a la vez esos dos dedos adyacentes para que el paciente perciba el dedo que ya no tiene: un dedo fantasma.
Sobre los miembros fantasmas se han dicho tantas tonter¨ªas que mucha gente sigue archiv¨¢ndolos en la carpeta de los ovnis, las psicofon¨ªas y los ectoplasmas. Pero el fen¨®meno no s¨®lo es real, sino que, seg¨²n han demostrado los estudios con cientos de veteranos de guerra, es pr¨¢cticamente universal en las personas que sufren cualquier tipo de amputaci¨®n. En algunos casos el miembro fantasma s¨®lo dura unos meses, pero otras veces persiste toda la vida. La forma de despertar al fantasma es siempre la misma: estimular la piel adyacente a la amputaci¨®n.
Michael Gazzaniga, director del programa de Neurociencia Cognitiva del Darmouth College y uno de los m¨¢s influyentes neurocient¨ªficos del mundo, cita en su libro The Mind's Past (El pasado de la mente, University of California Press, 1998) un caso asombroso analizado unos a?os antes por Ramachandran y Stewart: "Un ingeniero de Florida inform¨® de que su pierna fantasma (la izquierda, que hab¨ªa sido amputada) incrementaba su presencia durante el orgasmo, y que de hecho la sensaci¨®n org¨¢smica se extend¨ªa hacia abajo por toda la pierna fantasma hasta el pie, y resultaba mucho m¨¢s intensa que antes de la amputaci¨®n". Por espectacular que resulte este caso, se trata del mismo efecto que hemos visto antes con los dedos: el fantasma se despierta cuando se estimula la piel adyacente a la amputaci¨®n.
?Son los miembros fantasmas una prueba de la plasticidad del cerebro? Merzenich dir¨ªa que s¨ª. Pero Gazzaniga dice que no. El cerebro es una suma de m¨®dulos especializados, y todos tienen mucha arquitectura innata. Las ¨¢reas cerebrales del lenguaje son incre¨ªblemente eficaces para aprender a hablar, pero no hay entorno, accidente ni experimento que pueda ense?arlas a reconocer caras, ni a calcular trayectorias, ni a sentir orgasmos. Por las mismas, el hom¨²nculo somatosensorial es un perfecto in¨²til si de lo que se trata es de aprender a hablar (por eso no hablan los monos). Los dedos adyacentes al amputado pueden proyectar sus est¨ªmulos a la zona cerebral que ha quedado desocupada, pero ello s¨®lo es posible porque esa zona ya estaba hecha para eso, para percibir est¨ªmulos t¨¢ctiles. Los fantasmas existen, pero aprueban el examen copiando al de al lado.
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