De fuegos
Hay tantas formas de ver los fuegos como... fuegos. O sea, tres. Bueno, puede que entre candelas, bombas japonesas, pioggias o lluvias doradas -con perd¨®n- cohetes portugueses y sibilantes haya m¨¢s pero desde luego s¨®lo hay tres formas de verlos, aunque en esto tambi¨¦n ocurre como en Medicina que no hay enfermedades sino pacientes, digo clientes. Por cierto, Od¨®n tambi¨¦n habla de los ciudadanos en fiesta como clientes de las fiestas, ?se habr¨¢ pasado al pensamiento ¨²nico o ser¨¢ cosa de su particular pirotecnia mental? La primera forma de ver los fuegos es desde casa y comprende dos subvariantes, la del balc¨®n o terraza y la de la tele.
Por regla general los fuegos se oyen en todas las casas, la ¨²nica diferencia es que desde algunas no se ve nada y de otra s¨®lo se ven trozos. En aqu¨¦llas desde las que se pueden ver enteros, los propietarios no lo hacen porque est¨¢n tan cerca que les revientan los t¨ªmpanos y les llueven encima las pavesas. Mi vecino Kepa les tacha de burgueses, porque vive en un s¨®tano y cuando sube a la terraza com¨²n no ve ni un cuarto. Pero nadie le har¨¢ rebajarse a la masa, porque a la que te descuidas te judicializan, interiorizan o, peor, constitucionalizan. A ¨¦l que le den su justo medio, el s¨®tano ?o era el avestruz?
La primera forma de ver los fuegos es desde casa y comprende dos subvariantes: la del balc¨®n o terraza y la de la tele
Mi amiga Pastel es de las que prefiere los fuegos por ETB. Con una copita de an¨ªs -una- y la superposici¨®n alucin¨®gena de planos cortos y largos se siente transportada a un para¨ªso que identifica con los a?os 60, cuando era joven. Ese no saber de d¨®nde salen los cohetes ni qu¨¦ lugar ocupan en el espacio debido a las virguer¨ªas del realizador hacen que los viva como una psicodelia reforzada por el hecho de que no comprende tampoco el idioma materno en que se la retransmiten. Pero, ?acaso todos deber¨ªamos tener la misma lengua materna? Pastel es una adicta de las terapias alternativas, la dieta vegetariana y el crecimiento interior, una mujer muy espiritual, vaya, pero no puede privarse en fiestas de su copita de an¨ªs, aunque le trabe la lengua. Ah, y de los fuegos.
Maritxu es partidaria de verlos en la calle pero como tiene perro se ve obligada a situarse lejos del Marco Incomparable o in situ, que es la tercera y mejor opci¨®n. Ahora todo lo bueno se ve in situ. Lo que no se ve in situ seguro que es cutre. Aunque tampoco est¨¢ mal juntarse con el grupo de n¨®madas de los perros con quienes coincide tres veces al d¨ªa todos los d¨ªas del a?o incluida la Semana Grande. ?O tampoco van a tener derecho a las fiestas los perros?
Hombre, reconoce que se le est¨¢n limitando el vocabulario y el tono de tanto hablarles como se habla a los ni?os, ?pero hacen tanta compa?¨ªa! Hay ma?anas en que se ha sorprendido ladrando. A veces, cuando estalla la carcasa m¨¢s espectacular, tiene que agacharse para utilizar cierta bolsa de pl¨¢stico, pero no le importa: entre los fuegos y el civismo siempre escoger¨¢ lo que perteneci¨® a su perro.
A Bartolo que no le quiten la primera l¨ªnea de la Concha. No es que estuviera dispuesto a cometer cualquier barbaridad para conseguirlo, pero que no le busquen las cosquillas. Disfruta como un ni?o poniendo boca de oh y buches de contento. En su c¨ªrculo m¨¢s inmediato, o sea un metro a una redonda que cambia cada d¨ªa, pasa por el entendido que sabe no s¨®lo de composici¨®n, ritmo, color y estruendo, sino de si lo que estalla en el cielo tiene sabor a vainilla o lo que chupa del cucurucho sabe a candela. De los 40 a?os que llevan los fuegos con su concurso internacional, no se ha perdido ni uno. A veces en marzo o septiembre siente un zumbido en los o¨ªdos y se le dispara la saliva crey¨¦ndose con el helado en los fuegos. Como el perro de Paulov, digo de Maritxu... Eder galantori.
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