Hospitales al rojo vivo en Par¨ªs
Los servicios de urgencia de la capital francesa se ven desbordados por los ingresos de ancianos afectados por golpes de calor
En la cabina telef¨®nica de las urgencias del hospital Saint-Louis, en Par¨ªs, una mujer se seca la frente. Habla en voz alta: "S¨ª, soy yo. Mam¨¢ est¨¢ en el hospital. A causa del calor, sabes... El doctor me dijo que no estaba seguro de poder salvarla". En la sala de espera, unas 15 personas tambi¨¦n se secan la frente.
En una cama, una anciana tiene la cabeza envuelta en una toalla h¨²meda. Empujada por dos socorristas, una mujer muy vieja y de cuerpo esquel¨¦tico se acurruca, con la cabeza echada para atr¨¢s. "Es casi centenaria", calcula el socorrista. Sin esperar, un enfermero le pone bolsas de hielo sobre la cabeza y debajo de las axilas. Su boca, lentamente, se cierra, en se?al de alivio. Son las cuatro de la tarde. "Desde esta ma?ana, es el vig¨¦simo caso que atendemos", cuenta el enfermero que acompa?a a los pacientes hacia otros establecimientos. "Lo peor era en Lariboisi¨¨re. No hab¨ªa m¨¢s camas para los que tra¨ªamos. A veces, tuvimos que dejarles en el suelo".
"No hab¨ªa m¨¢s camas para los que tra¨ªamos, tuvimos que dejar a algunos en el suelo"
En Lariboisi¨¨re, uno de los mayores servicios de urgencias m¨¦dicas de Par¨ªs, se registran una media de 220 admisiones al d¨ªa. Hay un ambiente de hormiguero; un vaiv¨¦n de enfermeras y ayudantes. En la sala de espera y en los pasillos, unos 30 pacientes sudan a la gota gorda. Un ni?o inclinado sobre su abuela se abanica.
Higiene deplorable
En la noche del s¨¢bado al domingo, 20 personas fueron atendidas por hipertermia; 4 de ellas han muerto. "Ahora, con ese calor, es el Apocalipsis", dice una enfermera. La cristalera de la entrada crea un efecto invernadero y transforma la sala de espera en una sauna. Un chorro de agua corre sobre el techo de cristal. "Lo instalaron hace unos d¨ªas para bajar la temperatura", explica un agente de seguridad. "Yo, francamente, no veo la diferencia".
Sobre las ocho de la tarde, en Saint-Louis, Pierre Taboulet, el m¨¦dico jefe del servicio de urgencias, pasa de un paciente a otro y expresa su sorpresa ante el n¨²mero de patolog¨ªas vinculadas al calor: cerca de uno de cada dos pacientes que entran. Dos personas han muerto a su llegada. Una decena fueron hospitalizadas. "Ancianos dependientes, en su mayor¨ªa", explica el m¨¦dico, "todos son mayores de 75 a?os, v¨ªctimas de un golpe de calor". Adem¨¢s, muchos pueden sufrir alguna infecci¨®n. El m¨¦dico tambi¨¦n se dice sorprendido por "el estado de higiene deplorable" en el cual llegan los enfermos. Hasta tres pacientes se amontonan en el mismo cuarto de urgencias.
Al final de la ma?ana, el servicio de urgencias especializado del hospital, que acoge esencialmente a los enfermos del barrio (unas ochenta personas cada d¨ªa), ha permitido descongestionar el hospital de Saint-Antoine, desbordado. Para hacer frente a la afluencia de pacientes, la solidaridad funciona en el seno del establecimiento. Al final de la tarde, el director del hospital, Jean-Patrick Lajonch¨¨re, ha reunido a los enfermeros jefes y a los m¨¦dicos jefes del centro. En funci¨®n de las necesidades, cada uno puso a su disposici¨®n m¨¢s personal para reforzar el equipo de urgencias (cuatro enfermeros y dos ayudantes), lo que ha permitido duplicarlo. "El problema no es tanto la capacidad de acogida", explica Lajonch¨¨re, "sino la capacidad en camas, para asegurar las hospitalizaciones, especialmente de los ancianos dependientes, con lo que eso supone en n¨²mero de personal".
En el mes de agosto, a causa de la parte de la plantilla que est¨¢ de vacaciones, el 35% del hospital est¨¢ cerrado. "Es un escenario catastr¨®fico", a?ade el doctor Taboulet. "Todo se junta. El calor, la falta de m¨¦dicos, con las vacaciones en los centros privados hacia donde los enfermos pudieran dirigirse, esta afluencia masiva hacia las urgencias, los problemas de capacidad de hospitalizaci¨®n...".
? Le Monde / EL PA?S
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