Pasear sin sem¨¢foros
Imposible sacarle el relato de otro viaje que no sea a San Sebasti¨¢n. All¨ª naci¨® y creci¨® uno de los primeros espadas de la cocina espa?ola. Su restaurante de Lasarte es templo de paladares, pero ¨¦l se muere por los pinchos del casco viejo donostiarra.
?Barriendo para casa?
Me sale sin querer, de verdad. San Sebasti¨¢n es mi ciudad, pero hay que reconocer que tiene magia. Una temperatura impresionante, playa, monte. Y al que le guste pasear, como es mi caso, kil¨®metros sin un sem¨¢foro. Por no hablar de la riqueza gastron¨®mica.
?Su paseo preferido?
Arranca de El peine de los vientos y llega hasta la punta de Sag¨¹¨¦s, pasando por el muelle donostiarra, un lugar espl¨¦ndido con la filosof¨ªa y la gracia de los puertos del Cant¨¢brico.
Digamos que le visita un amigo. ?Se arranca con un plan? A las siete de la ma?ana, arriba, para empezar a pasear media hora m¨¢s tarde. Ir¨ªamos por la playa de Ondarreta, de ah¨ª a la de la Concha, una paradita en el Ayuntamiento y por el paseo nuevo al puente del Kursaal. Una vuelta por este moderno palacio de congresos y luego hacia el centro.
Parece mentira, ni una parada gastron¨®mica.
No, porque el siguiente objetivo es el mercado de abastos, con sus verduras y frutas de cultivo ecol¨®gico, y sus carnes, pescados, setas. Un reto para el o¨ªdo, la vista, el olfato y el gusto.
Ya, pero est¨¢ feo ponerse a picar en pleno mercado.
Es que de ah¨ª tomar¨ªamos un barquito para ir a la isla de San Sebasti¨¢n y tomar un aperitivo. Se me ocurren unas anchoas y alg¨²n plato a base de chipirones, que pescan all¨ª mismo. Como es temporada de bonito, yo mismo preparar¨ªa un marmitako o una ventresca asada con guindillas y unos huevos de pollita templados sobre lecho de brezo y patata.
Con semejante aperitivo, no comer¨¢n despu¨¦s, digo.
Hombre, piense que todo son platos peque?itos. Despu¨¦s podemos ir a una confiter¨ªa excepcional, Barrenechea, a tomar un postre y el caf¨¦.
Cinco de la tarde. ?Qu¨¦ pone en su agenda?
Pone partido de pelota mano en Anoeta. Despu¨¦s, una ronda escult¨®rica con obras de Oteiza, Barrenechea y Chillida. Pinchos en el casco viejo y, por la noche, copas en el bulevar.
Cre¨ª que los cocineros no trasnochaban.
Yo trasnocho y madrugo. Cuando me toque ir a villaquieta, ya descansar¨¦.
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