La herencia que deja Am¨ªn
Am¨ªn fue un personaje muy aprovechado por Estados Unidos y Occidente para demostrar que los africanos no estaban preparados para gobernarse, que la descolonizaci¨®n era un proceso negativo y nocivo. Am¨ªn desempe?aba el papel del ejemplo negativo, del pol¨ªtico no preparado, ignorante y brutal, incapacitado para gobernar bien a sus conciudadanos. La propaganda occidental se val¨ªa de ¨¦l, como de otro personaje indeseable, Bokasa, para desprestigiar las ansias de los africanos de independencia y libertad. Un diario brit¨¢nico relat¨®, por ejemplo, que Am¨ªn se sent¨ªa fascinado por la figura de Hitler e, incluso, quer¨ªa levantarle un monumento, pero lo cierto es que el dictador africano no ten¨ªa idea de qui¨¦n hab¨ªa sido Hitler.
Am¨ªn, que era musulm¨¢n, apoy¨® la idea de Arabia Saud¨ª de expandir el islam en ?frica
Ten¨ªa una gran ventaja sobre sus adversarios: era un hombre sanguinario y sin escr¨²pulos
Am¨ªn apareci¨® en el escenario pol¨ªtico en el momento en el que el proceso de descolonizaci¨®n del mundo, iniciado en los a?os veinte, adquiri¨® una dimensi¨®n masiva. Adem¨¢s, en las d¨¦cadas de los a?os sesenta y setenta ?frica se convirti¨® en un continente de enorme importancia para las superpotencias empe?adas en la guerra fr¨ªa. Las dos partes se esforzaban por hacerse con el control de los nuevos pa¨ªses africanos que, por su parte, quer¨ªan, a su vez, incorporarse a la divisi¨®n internacional del trabajo y con ese fin se abr¨ªan tanto a la acci¨®n del bloque sovi¨¦tico, como del occidental. ?sa fue tambi¨¦n la actitud que adoptaron l¨ªderes africanos aut¨¦nticamente grandes, como Nkrumah en Ghana y Nyerere en Tanzania. Las ilusiones de los africanos relacionados con la descolonizaci¨®n se derrumbaron y hoy tenemos una situaci¨®n en la que el continente negro salta a las primeras p¨¢ginas solamente cuando suceden tragedias como las matanzas de Ruanda, las sangrientas guerras civiles de Sierra Leona y Liberia o la desintegraci¨®n de Estados como Somalia.
Am¨ªn nunca obedeci¨® ¨®rdenes de nadie. Su carrera es t¨ªpica para un africano que serv¨ªa en un ej¨¦rcito colonial. La t¨¢ctica de los colonialistas era tener soldados africanos, pero oficiales blancos. Nunca formaban oficiales africanos, porque se reservaban los cargos militares superiores para sus propios profesionales. En el ej¨¦rcito congol¨¦s, hasta el momento en que el Congo consigui¨® la independencia no hab¨ªa ni un solo oficial nativo. La misma situaci¨®n reinaba en casi todos los ej¨¦rcitos coloniales africanos. Cuando surgieron los nuevos estados poscoloniales se hizo indispensable la "nacionalizaci¨®n" de los ej¨¦rcitos. Los colonialistas pensaban que los nuevos gobiernos aceptar¨ªan cuerpos de oficiales integrados exclusivamente por militares blancos, pero muy pronto se enteraron de que estaban equivocados. Result¨® que los nuevos gobiernos prefer¨ªan tener ej¨¦rcitos aut¨¦nticamente nacionales que de buena calidad profesional. Fue as¨ª como en muchas partes los suboficiales fueron ascendidos a generales y coroneles. En Uganda el ascenso le toc¨® al sargento Am¨ªn que se alist¨® en el ej¨¦rcito en 1946 como ayudante de cocinero. Era un hombre muy sencillo, sin preparaci¨®n alguna, que hablaba mal todas las lenguas excepto el dialecto de su peque?a tribu kakwa, que vive en el lugar en que se unen las fronteras de Sud¨¢n, el antiguo Zaire y Uganda. En 1964 una sublevaci¨®n de las tropas del ej¨¦rcito de ?frica Oriental, es decir, de Kenia, Tanganica y Uganda, oblig¨® a los oficiales blancos a abandonar sus cargos y regresar a sus pa¨ªses de origen. Fue entonces, cuando los suboficiales locales lograron en los tres pa¨ªses cargos de mando y galones de generales. Am¨ªn es el ejemplo mod¨¦lico de uno de esos ascensos absurdos, de una burla del destino, porque carec¨ªa absolutamente de preparaci¨®n para ser jefe de nada.
Lo que s¨ª ten¨ªa era popularidad, porque hab¨ªa practicado el boxeo y, durante ocho a?os, hab¨ªa sido campe¨®n de su pa¨ªs del peso pesado, y tambi¨¦n una gran habilidad para aprovechar a su favor todos los conflictos y enfrentamientos que se suced¨ªan en los c¨ªrculos gobernantes de Uganda. Ten¨ªa tambi¨¦n una gran ventaja sobre muchos de sus adversarios, porque era un hombre cruel y sanguinario, implacable y sin escr¨²pulos. Su ¨²nico objetivo era sobrevivir y mantenerse en el poder y lo consegu¨ªa con un comportamiento despiadado.
En enero de 1971 aprovech¨® la estancia del entonces primer ministro Milton Obote en una reuni¨®n de la Comunidad Brit¨¢nica en Singapur para dar un golpe de Estado. Inmediatamente llev¨® a cabo en el ej¨¦rcito purgas ¨¦tnicas muy sangrientas, y las hizo porque los jefes militares pertenec¨ªan a las tribus lange y acholi, que estaban tradicionalmente en conflicto con la tribu kakwa, de Am¨ªn. Elimin¨® literalmente a todos los oficiales superiores procedentes de esas dos tribus y los sustituy¨® con hombres de su tribu. Disolvi¨® el Gobierno y cre¨® su propio Ejecutivo, tambi¨¦n con gente de su tribu, tan mal preparada como ¨¦l mismo cuando fue ascendido a general.
Los amigos de Am¨ªn, muchos de ellos analfabetos, gobernaron en Uganda, bajo las ¨®rdenes del boxeador golpista, durante ocho a?os. ?C¨®mo fue posible que semejante gente llegase al poder y se mantuviese en ¨¦l tanto tiempo? Lo facilitaron tres circunstancias. En primer lugar hay que subrayar la crueldad de Am¨ªn, su comportamiento despiadado. Derramando constantemente sangre consegu¨ªa imponer la obediencia. La segunda circunstancia favorable para ¨¦l fue la Guerra Fr¨ªa, que se encontraba en su apogeo. Tanto el Este, como el Oeste, trataban de conseguir la simpat¨ªa de Am¨ªn. Uganda era un pa¨ªs muy importante, por el lugar que ocupa en las proximidades directas del centro de ?frica. Am¨ªn recib¨ªa ayuda militar de las dos partes y hay que reconocer que sab¨ªa estar a bien tanto con la Uni¨®n Sovi¨¦tica como con Occidente. La tercera circunstancia favorable fue la guerra entre Israel y Egipto en 1972 que provoc¨® un gran encarecimiento del crudo. El r¨¦gimen de Arabia Saud¨ª, que consigui¨® gracias a ello ingresos fabulosos, decidi¨® invertir mucho dinero en la expansi¨®n del islam en ?frica. Am¨ªn, que era musulm¨¢n, apoy¨® la idea y empez¨® a recibir grandes cantidades de dinero. Am¨ªn supo aprovechar las ambiciones de Arabia Saud¨ª indicando a sus amigos que los petrod¨®lares eran indispensables para fortalecer el islam en Uganda, donde los musulmanes eran apenas el 5% de la poblaci¨®n.
Aunque Am¨ªn tuvo la suerte de salir con vida de muchos atentados, su estrella se iba apagando poco a poco, porque crec¨ªa la fuerza de sus adversarios. Viendo que su prestigio estaba por los suelos, y con el fin de rehacerlo, invadi¨® Tanzania, un pa¨ªs gobernado por Julius Nyerere, un gran intelectual, una de las figuras m¨¢s importantes del per¨ªodo de la descolonizaci¨®n. Su ataque provoc¨® una reacci¨®n contundente. Las tropas de Tanzania entraron en Uganda y el ej¨¦rcito de ese pa¨ªs, corrupto hasta la m¨¦dula, se desmoron¨®. Am¨ªn huyo a Libia, porque en la ¨²ltima fase de la guerra con Tanzania el coronel Gadafi trat¨® de salvarlo enviando soldados a Uganda, principalmente pilotos. La ayuda libia de nada sirvi¨® y el dictador perdi¨® el poder. Despu¨¦s de cierto tiempo, Am¨ªn se traslad¨® de Libia a Arabia Saud¨ª y all¨ª vivi¨® un cuarto de siglo hasta que falleci¨®.
Durante su estancia en Arabia, Am¨ªn trat¨® de volver a Uganda. Intent¨® entrar con las armas en la mano desde el antiguo Zaire, con la ayuda de Mobutu, entonces presidente de ese pa¨ªs, con el que se llevaba muy bien. Sin embargo, ante la dura resistencia ofrecida por el ej¨¦rcito ugand¨¦s, Am¨ªn tuvo que abandonar su plan y se refugi¨® con sus hombres en el Zaire.
El caso de Am¨ªn es muy interesante, porque nos plantea un problema que, lamentablemente, es bastante frecuente en el mundo moderno, el problema de la ocupaci¨®n de cargos de enorme responsabilidad y poder por personas que carecen de las calificaciones m¨ªnimas para ello. ?C¨®mo es posible que un hombre sin preparaci¨®n alguna y con rasgos tan abominables como los de Am¨ªn llegase hasta donde lleg¨® y se mantuviese en la cumbre durante ocho a?os? ?Cu¨¢les son los mezquinos intereses y mecanismos que permiten semejante barbaridad? Un breve an¨¢lisis nos permite descubrir que pueden darse circunstancias que ayudan a personajes sanguinarios y crueles hasta lo imposible a convertirse en se?ores de pueblos enteros. Am¨¦rica Latina ha dado muchos ejemplos. Faltan los mecanismos que han de garantizar una selecci¨®n positiva de los gobernantes, faltan los mecanismos que han de evitar la degeneraci¨®n del poder. Pero, por otro lado, no deben extra?arnos historias como la de Am¨ªn, porque ¨¦l se hizo con el poder en una sociedad que carec¨ªa de experiencia y preparaci¨®n. En definitiva, ?qu¨¦ inter¨¦s pod¨ªan tener los colonialistas en preparar a la sociedad ugandesa para la independencia?
Toda la descolonizaci¨®n se produjo de manera vertiginosa, sin experiencia alguna. Por un lado los africanos deseaban su triunfo inmediato, pero pocos previeron los problemas que generar¨ªa. Por otro lado, los colonialistas ya no se aferraban a sus posesiones, porque hab¨ªan dejado de ser grandes negocios. Los mecanismos del mercado libre ya funcionaban y permit¨ªan controlar las antiguas colonias sin necesidad de tener en ellas tropas y gobernadores. Por ¨²ltimo los colonialistas esperaban que, si los nuevos Estados independientes carec¨ªan de cuadros propios preparados para gobernar, los antiguos administradores seguir¨ªan controlando la situaci¨®n. Por todas esas razones los colonialistas, salvo algunas excepciones, no defendieron con las armas los territorios controlados y la descolonizaci¨®n se produjo a toda velocidad, sin preparaci¨®n alguna, sin el menor per¨ªodo transitorio.
Am¨ªn se benefici¨® de esas circunstancias singulares y arruin¨® a su pa¨ªs, masacr¨® a sus habitantes, les rob¨® el entusiasmo que ten¨ªan, gracias a la independencia. ?sa es la ¨²nica herencia que dej¨® en Uganda el fallecido dictador, una herencia en todos los sentidos negativa.
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