Atraco
La inseguridad ciudadana es clamorosa en Madrid. El n¨²mero de atracos a personas y establecimientos est¨¢ pasando de casta?o oscuro. Menos mal que todav¨ªa quedan maleantes que, adem¨¢s de atracadores, son m¨¢s tontos que el que as¨® la manteca, y sus irrupciones criminosas llegan incluso a provocar carcajadas irremediables en los atracados. El arriba firmante fue testigo la semana pasada de uno de esos atracos en cierta cervecer¨ªa de Chamber¨ª. Fue perpetrado por tres mequetrefes que pretend¨ªan arramplar con la recaudaci¨®n del d¨ªa, el contenido de las m¨¢quinas tragaperras y las pertenencias venables o monetarias de los parroquianos. Eran las 23.30. El establecimiento hab¨ªa echado ya el cierre, pero la puerta estaba abierta. Dentro quedaban diez clientes habituales tomando la espuela y haciendo algunas risas.
Los maleantes entraron nerviosos. Uno de ellos esgrim¨ªa algo que bien pudiera ser una pistola; sus colegas amenazaban con sendos navajones dignos de Jos¨¦ Mar¨ªa el Tempranillo. "?Que nadie se mueva, porque le partimos las piernas!", bram¨® el de la pistola. Y entonces, como un coro de arc¨¢ngeles al un¨ªsono, todos los presentes emitieron una carcajada. Los atracadores se quedaron ofuscados ante tan ins¨®lita respuesta. Sin darles tiempo a reaccionar, en menos de diez segundos ya estaban desarmados los tres mequetrefes y envueltos en un batiburrillo de esos que te montan los yudocas en un pisp¨¢s. Resulta oportuno saber qui¨¦nes eran esos heroicos clientes con los que se toparon los tres mequetrefes: dos profesores de t¨¦cnicas marciales, tres monitores de k¨¢rate, una chica de esplendorosa belleza y cintur¨®n negro que ¨²ltimamente entrena en boxeo. En fin, un subcomisario de polic¨ªa fuera de servicio. Menos el periodista, todo el mundo all¨ª sab¨ªa partir piernas. Desde mi punto de vista, el citado subcomisario ejerci¨® una labor ejemplar sin decir palabra. Si no hubiera estado ¨¦l, aquello hubiera acabado como el rosario de la aurora de los hermanos Marx, pero con Terminator por medio y Chiquito de la Calzada. Sirva todo ello de aviso a los chorizos.
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