Entre la realidad y el deseo
Lula pide paciencia a los brasile?os, despu¨¦s de obtener unos pocos ¨¦xitos importantes y demasiados fracasos
La llegada al poder de un ex obrero y l¨ªder sindical, venido del grupo social m¨¢s pobre de Brasil, despert¨® hondas esperanzas de cambio en la poblaci¨®n. Pasados siete meses, los resultados se reparten entre unos pocos ¨¦xitos importantes, varias expectativas defraudadas y algunos de los peores indicadores econ¨®micos de los ¨²ltimos a?os. Luiz In¨¢cio Lula da Silva, sin embargo, pide paciencia.
El sector productivo ha pasado un primer semestre negro y ya no tiene ninguna expectativa de recuperar terreno de aqu¨ª a finales de a?o
Dos reformas aprobadas este a?o, la tributaria y la del sistema de jubilaciones, e iniciar otra que modifique la legislaci¨®n laboral; ampliaci¨®n y consolidaci¨®n de la base de apoyo pol¨ªtico al Gobierno en el Congreso; relanzamiento de la econom¨ªa, control r¨ªgido de la inflaci¨®n y de las cuentas p¨²blicas;recuperaci¨®n de la confianza de los inversores nacionales y extranjeros; implantaci¨®n de programas sociales efectivos; mayor generaci¨®n de empleo; nuevo impulso y nuevos criterios para la reforma agraria, y desaparici¨®n gradual de lo que su Gobierno llama de "herencia maldita", es decir, del panorama recibido de los ocho a?os del Ejecutivo anterior, del presidente Fernando Henrique Cardoso. ?sas son las metas del actual Gobierno brasile?o. Siete meses despu¨¦s de haber llegado a la presidencia de Brasil, Lula da Silva sigue con esos temas en su agenda de prioridades m¨¢ximas. Avanz¨® bastante en algunos puntos, logr¨® cumplir -al menos hasta ahora- con otros, y tiene buenas posibilidades de obtener ¨¦xito en parte de lo que falta.
Pero un tercer tema, que oficialmente no consta en la pauta de prioridades de Lula, viene ocupando un espacio cada vez m¨¢s significativo en la agenda de preocupaciones primordiales del Gobierno: la tensi¨®n social, que va en aumento, y que se refleja en la acci¨®n de movimientos populares tradicionalmente afines al PT (Partido de los Trabajadores), como los sin tierra y los sin techo. En lo que va del a?o, el n¨²mero de invasiones a fincas y haciendas ya supera el registrado a lo largo de todo 2002.
Problemas econ¨®micos
El Primer Empleo se propone generar 260.000 nuevos puestos de trabajo para j¨®venes este a?o, cuando ya se sabe que, entre enero y julio, 560.000 brasile?os se han quedado sin sueldo. El alardeado programa de apoyo al peque?o cr¨¦dito y a la apertura de cuentas bancarias populares no despega por el exceso de burocratismo. Y, como cierre de todo eso, la econom¨ªa sigue malparada.
Para 2003, todas las proyecciones se?alan que el PIB de Brasil podr¨¢ crecer hasta 1,5%. Bastante menos de lo que el Gobierno de Lula admiti¨® en abril (la meta inicial era del 3,5%), y la tercera parte de lo que ser¨ªa necesario para empezar a generar puestos de trabajo en un pa¨ªs que experimenta los peores niveles de desempleo (un 13%) de los ¨²ltimos 18 a?os. La meta de crear 10 millones de empleos hasta 2007, tal como Lula afirm¨® en diversas ocasiones mientras era candidato, parece definitivamente relegada al caj¨®n de las promesas electorales que jam¨¢s se cumplen.
Es verdad que al menos un temor -la explosi¨®n de una nueva ola inflacionaria, tras el 12,5% registrado en 2002- parece haber sido despejado. Las nuevas proyecciones, tanto oficiales como del mercado financiero, ya admiten una inflaci¨®n menor al 10% este a?o. Sin embargo, no hay motivo para ning¨²n exceso de optimismo: se especula entre el 9,8% y el 9,93%. Nada muy espectacular, pero se prev¨¦ una inflaci¨®n controlada en un d¨ªgito, l¨ªmite para no desatar el temor generalizado. Para el consumidor com¨²n, todo eso significa poco: los presupuestos dom¨¦sticos fueron duramente desbordados por los precios. La retracci¨®n en la econom¨ªa ha sido de tal manera significativa en los primeros siete meses del a?o, que la mayor¨ªa de los precios ha bajado por absoluta falta de compradores.
M¨¢s que gozar de los buenos resultados de las leyes del mercado, lo que afecta a los brasile?os es la necesidad imperiosa de comprar menos porque la misma renta de los trabajadores experiment¨® una ca¨ªda ruidosa en lo que va de a?o, alrededor del 7%. Si se suma a eso la inflaci¨®n acumulada (a pesar de la deflaci¨®n registrada en junio y julio), la p¨¦rdida de poder adquisitivo llega a niveles efectivamente preocupantes, superiores al 13%. Natural, por tanto, que los precios de algunos productos haya bajado sensiblemente. En este a?o, la venta de combustibles baj¨® un 4,7%, de alimentos y bebidas un 6,63%, de art¨ªculos de supermercado (higiene, limpieza) un 6,04%, los muebles y electrodom¨¦sticos un 10,4% y los veh¨ªculos y recambios un 11,65%. Tomando como base la media general, el comercio brasile?o vendi¨® en el primer semestre de 2003 un 13% menos que en 2000. En un pa¨ªs donde el uso del tal¨®n bancario es tan corriente que hasta se paga un taxi con ellos, el volumen de cheques sin fondo registrado en el primer semestre de 2003 es el m¨¢s elevado desde 1991.
Ante sus asesores m¨¢s ¨ªntimos, el presidente Lula admite, sin mayores disfraces, que la situaci¨®n del pa¨ªs es mucho m¨¢s grave de lo que ¨¦l y su equipo hab¨ªan previsto. A los ojos de la opini¨®n p¨²blica, todo lo que se logr¨® de positivo, como hacer bajar los ¨ªndices de riesgo-pa¨ªs desde los estratosf¨¦ricos 2.400 puntos a niveles que oscilan entre 850 y 900, o mantener la cotizaci¨®n del d¨®lar alrededor de los tres reales, para no mencionar el control de la inflaci¨®n, parece poco. El presidente repite, al menos cuatro veces a la semana, sus peticiones de calma y reitera que las cosas cambiar¨¢n, pero a su ritmo, sin precipitaciones. Sabe que su llegada al poder ha despertado demasiadas expectativas.
Esperanzas para 2004
El sector productivo ha pasado un primer semestre negro y ya no tiene ninguna expectativa de recuperar terreno de aqu¨ª a fines de a?o. Resta como esperanza alguna mejora en 2004, pero a¨²n as¨ª las proyecciones son m¨¢s bien cautas y t¨ªmidas. El dur¨ªsimo ajuste en los gastos p¨²blicos, que super¨® con creces todas las metas pactadas con el FMI, sumado a una pol¨ªtica de elevadas tasas de inter¨¦s b¨¢sico que ahora mismo se sit¨²an en el 24,5% al a?o (en mayo estaban al 26,5%), hace que el cr¨¦dito directo al consumidor sea prohibitivo. Los bancos piden hasta un 175% al a?o por conceder cr¨¦ditos a personas f¨ªsicas, y un 95% a empresas. En los primeros d¨ªas de agosto, el Banco Central brasile?o liber¨® alrededor de 8.000 millones de reales (unos 2.400 millones de euros) de los coeficientes de garant¨ªa de dep¨®sitos bancarios, con el objetivo de inyectar circulante en el mercado y facilitar cr¨¦ditos a tasas m¨¢s potables. Los efectos, en todo caso, no se har¨¢n sentir antes de octubre, dicen empresarios y banqueros.
Lula sabe que todav¨ªa tiene bastante le?a para quemar en esa dura batalla entre las expectativas que despert¨® y las medidas que se ve obligado a tomar. De la misma forma, sabe que la inercia, y la ineficacia, de su Gobierno a la hora de concretar programas sociales efectivos acabar¨¢n por dilapidar parte esencial de su capital pol¨ªtico. Una parte sustancial de los brasile?os sigue esperando.

Reforma para evitar el naufragio
Lula ha logrado hacer aprobar en la C¨¢mara de Diputados el proyecto de enmienda constitucional que reformula el sistema de jubilaciones de Brasil. Los resultados concretos tardar¨¢n muchos a?os -entre cinco y siete- para empezar a hacerse notar, pero el efecto psicol¨®gico de la medida es casi inmediato. Brasil tiene, cada a?o, un d¨¦ficit imparable en sus cuentas de previsi¨®n social. Para 2003, las proyecciones indican, solamente en las cuentas del Gobierno federal, una diferencia de por lo menos 23.000 millones de reales (unos 6.900 millones de euros) entre lo que recauda de contribuciones sociales y lo que paga de pensiones a jubilados y sus c¨®nyuges. Lo m¨¢s impresionante es que un 78% de ese d¨¦ficit es motivado por el sector p¨²blico, aunque los jubilados y pensionistas del sector privado signifiquen un 80% del total. Y es que mientras un campesino trabaja hasta los 70 a?os para poder jubilarse con una pensi¨®n de 240 reales (70 euros), hay jueces que se jubilan a los 50 cobrando pensiones de 5.000 euros, y que en muchos casos llegan a 12.000. El m¨¢ximo que un trabajador del sector privado recibe de jubilaci¨®n es 700 euros. En el sector p¨²blico, no hay l¨ªmites. Pero eso, hasta ahora.
Ahora le toca al Gobierno la segunda batalla: la reforma tributaria. La intenci¨®n de Lula es poner orden al baile. Sabe que enfrentar¨¢ resistencias enormes. Muchos de los infinitos impuestos cobrados por el Gobierno federal son blanco de la codicia de gobernadores y alcaldes. En un pa¨ªs donde el fisco significa un 37% del PIB, es comprensible que cada uno trate de asegurar su tajada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.