Matrimonio a la caza de im¨¢genes
Decidieron que su hogar ser¨ªa aquel lugar que les deparara la aventura. Osa Johnson recuerda los ex¨®ticos viajes por Borneo o las islas Salom¨®n junto a su esposo, documentalista.
Si tuvi¨¦ramos que hacer una clasificaci¨®n de libros de viajes hablar¨ªamos, como en cualquier otro g¨¦nero, de libros anecd¨®ticos y libros reflexivos. Los primeros ser¨ªan aquellos que cuentan lo que pas¨® en el viaje y los segundos el porqu¨¦ de lo que pas¨® en el viaje. Los primeros s¨®lo cuentan lo que est¨¢ a la vista; los segundos, lo que hay detr¨¢s de lo que est¨¢ a la vista. Este libro de Osa Johnson se cuenta entre los primeros. De hecho, el trabajo de exploraci¨®n que su marido y ella llevaron a cabo se fund¨® en convertir en negocio sus expediciones para poder financiar nuevas expediciones, y Martin Johnson se acredit¨® as¨ª como un documentalista de gran ¨¦xito que tra¨ªa im¨¢genes ex¨®ticas y nunca vistas antes a los asombrados norteamericanos de los a?os veinte.
CASADA CON LA AVENTURA
Osa Johnson
Traducci¨®n de Francisco Reina
Ediciones B. Barcelona, 2003
400 p¨¢ginas. 19,50 euros
Convertida Osa en narradora, dedica las primeras cien p¨¢ginas de sus memorias a contarnos la vida de su marido y ella desde la infancia de ambos hasta que Martin, de vuelta de una larga singladura por los mares del Sur en la que naveg¨® con el gran novelista Jack London por una de esas mezclas de azar y audacia que tan a menudo se dio en la Am¨¦rica del individuo, el hambre y el progreso, se cas¨® con ella y ambos decidieron que su hogar ser¨ªa aquel lugar del mundo que les deparara la aventura. Esta parte est¨¢ narrada con un tono de comedia americana de gente pobre, pero sana, emprendedora, de padres animosos y tradicionales, hijos estupendos, hermanos muy queridos, gente honesta e hija o nieta de emigrantes, sencillos, noblotes y orgullosos de su medro, con un sistema de ganancias o empleo modesto, pero establecido y apreciado..., en fin, unas familias sanas de la Am¨¦rica sana en las que sus dos v¨¢stagos -Martin y Osa en este caso- parecen, respectivamente, Mickey Rooney y Judy Garland.
La aventura propiamente di
cha comienza despu¨¦s y cubre las islas Salom¨®n, los mares del Sur, Borneo, ?frica... La actividad de los Johnson es incansable y sus viajes verdaderamente notables, pero no se diferencian mucho de otros tantos viajes de exploraci¨®n por lugares semejantes. No s¨®lo no se diferencian sino que a la larga cansan un poco, no porque la actividad que despliegan no se transmita al lector, sino porque acaban siendo repetitivos. Eso es lo malo de los libros que s¨®lo relatan lo anecd¨®tico: que, al final, un safari se parece bastante a otro safari. La diferencia, aqu¨ª, est¨¢ en que Martin Johnson no es cazador sino fot¨®grafo y documentalista y el tipo de riesgo var¨ªa en ocasiones. De hecho, hay veces en que el lector tender¨ªa a dudar del estado mental de Johnson, pues su sistema de "caza de im¨¢genes" consiste en hacerse embestir por elefantes, rinocerontes y b¨²falos para obtener buenas tomas y todos acaban saliendo por pelos de la situaci¨®n encaramados a un ¨¢rbol. Y este tipo de relato, repetido varias veces, no deja de tener cierta dosis de inverosimilitud por muy verdadero que sea. La raz¨®n es sencilla: el lector suele preferir la ficci¨®n a la realidad, salvo que la realidad sea algo m¨¢s que la mera an¨¦cdota.
Y aqu¨ª es donde el libro marca sus l¨ªmites. Se nos muestran seres, animales y paisajes ex¨®ticos en abundancia, pero el porqu¨¦ de su ser y sus caracter¨ªsticas no asoma por ninguna parte. Los Johnson buscan im¨¢genes nunca vistas y punto. Sobre la cultura, tradiciones, razones de vida y existencia de lo que ven, nada de nada. Aqu¨ª s¨ª puede decirse que una imagen valdr¨ªa m¨¢s que mil palabras. Adem¨¢s, Osa hace un retrato tan admirativo de su marido que el lector -que reconoce en ¨¦l al t¨ªpico eg¨®latra insensato en cuanto ella empieza a desgranar sus cualidades- se vuelve a inquietar por la verosimilitud de lo que lee. Martin Johnson es un tipo que decide que es aventurero: ni una palabra acerca de por qu¨¦; se es aventurero como se es hembra o macho y no hay m¨¢s que hablar. Y el personaje -supongo que muy a pesar de su verdadera humanidad- resulta cargante. No s¨¦ si es su culpa, porque el relato de su esposa es el propio de un alma simple transida de admiraci¨®n.
En mi opini¨®n, el relato de
viaje, o bien se asemeja a los del antrop¨®logo cultural o social -es decir, muestra no s¨®lo los comportamientos de animales y humanos, la vida de la flora y fauna, sino que estudia y aventura los porqu¨¦s de esos comportamientos, individuales o grupales o sociales- o bien se asemeja al del narrador cl¨¢sico, para lo cual hay que tener no s¨®lo esp¨ªritu de aventura y osad¨ªa personal, sino saber que una narraci¨®n tiene orden y m¨¦todo y un punto de seducci¨®n. Los mejores libros de grandes viajeros los tienen, pero el viajero que se limita a amontonar sucesos cansa pronto; Jack London -por citar un caso de escritor que vive lo que escribe, pero es escritor- resulta cien veces m¨¢s atractivo en su ficci¨®n que el viajero en su verdad desnuda.
Osa Johnson cree sinceramente que su entusiasmo y su verdad son suficientes para seducir al lector. Osa Johnson, que debi¨® ser una persona muy interesante, se sacrifica en aras del recuerdo de su marido y esto resulta fatal para ambos, pues acaba entreg¨¢ndonos una especie de comedia americana de selva y peligros donde hubo mucho m¨¢s con toda seguridad. Y no es que no falte emoci¨®n, porque este par de insensatos se mete con tan s¨®lo una c¨¢mara y un palito entre can¨ªbales y cortacabezas que, seg¨²n sus propias palabras, hac¨ªan temblar a cazadores curtidos. Lo que falta es un buen contador y distancia, lamentablemente.

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