Benjamin Constant, hoy

Oportuno me ha parecido el art¨ªculo del historiador Paul Kennedy, publicado en EL PA?S el jueves 21 de agosto y titulado "El juego de mesa planetario". En ¨¦l, haci¨¦ndose eco de un estudio llevado a cabo por Global Security, se refiere a las repercusiones que no s¨®lo en la econom¨ªa estadounidense, sino tambi¨¦n en el futuro de su democracia tiene el progresivo aumento de la presencia militar de los EE UU en el mundo, y alerta de los peligros que tiene un comportamiento imperialista. Estos datos no vienen sino a corroborar lo que, casi hace doscientos a?os, ya sab¨ªa Benjamin Constant, para quien "entre los modernos una guerra feliz cuesta infaliblemente m¨¢s que lo que produce". Es evidente que Benjamin Constant (1767 - 1830), no es un atolondrado pacifista, ni un revolucionario decadente, ni siquiera un trasnochado progresista. Es, eso s¨ª, un representante de la mejor tradici¨®n liberal de la vieja Europa. Quiz¨¢s por ello nuestros l¨ªderes pol¨ªticos y arrogantes intelectuales org¨¢nicos no lo frecuenten. Pero la verdad es que como ¨¦l defiende en su breve op¨²sculo Sobre el esp¨ªritu de conquista (1814) la guerra tiene efectos malsanos tanto en el interior de los pueblos conquistados como en el de los conquistadores, a quienes de una u otra manera acaba por corromper.