La mala estrella
Los responsables de la verdadera Academia han debido maldecir mil veces aquella iniciativa, que destap¨® una insospechada caja de Pandora. La radiante Miami, que presume de capital de la industria discogr¨¢fica latina, se revel¨® como una trampa, al empe?arse los cubanos verticales en obstaculizar la presencia de sus compatriotas que viven bajo el yugo del castrismo, una batalla vicaria s¨®lo explicable en el contexto de la envenenada pol¨ªtica del exilio de Florida. Sin embargo, ese espect¨¢culo miserable escond¨ªa el conflicto mayor: en Estados Unidos, lo latino -o lo hispano- es una entelequia para uso de los magos de la mercadotecnia y los expertos en elecciones; en realidad, se trata de una suma de comunidades que se ignoran o se detestan. Dentro del mundillo musical, el conflicto viene de que los cubanos de Miami se han arrogado la representatividad de "lo latino", algo que indigna profundamente a la mayor¨ªa mexicana y, en menor medida, a los puertorrique?os y los dominicanos asentados en Nueva York. La LARAS (siglas en ingl¨¦s de Academia Latina de las Artes y las Ciencias de la Grabaci¨®n) naci¨® bajo el paraguas del clan de Emilio Estefan, un "pecado original" que, a pesar de los esfuerzos para ampliar su base de miembros, sigue despertando amargas suspicacias.
Simult¨¢neamente, el boom de lo latino, que encarnaban los Estefan, se ha ido desinflando (aunque no el sue?o del crossover hacia el mercado principal). Los premios de la LARAS y la retransmisi¨®n televisiva de su entrega no tienen demasiado eco en la sociedad angl¨®fona, qued¨¢ndose finalmente como elementos de promoci¨®n interna. Si siguen adelante -dentro de la Academia yanqui muchos piensan que no vale la pena seguir tropezando anualmente con "el problema cubano"- su credibilidad depende de aumentar tanto el n¨²mero de votantes como el de categor¨ªas: con sus 41 premios, los Grammy Latinos no reflejan m¨¢s que una porci¨®n del inmenso mosaico que es la m¨²sica popular en espa?ol (y en brasile?o, ya que Portugal no ha entrado en esta latinidad sonora). Mientras no ocurra esa ampliaci¨®n, ser¨¢n el espejismo de una ambici¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.