Divisi¨®n entre los creyentes
La lucha pol¨ªtica y religiosa que se libra en la capital del chiismo no se percib¨ªa ayer en las calles de Nayaf. El asesinato del ayatol¨¢ Mohamed Baquer al Hakim en la puerta de su santuario m¨¢s sagrado, la tumba de Al¨ª, uni¨® a todos los creyentes en una muestra de dolor que, previsiblemente, se prolongar¨¢ hasta ma?ana cuando sea enterrado.
El l¨ªder de la Asamblea Suprema para la Revoluci¨®n Isl¨¢mica en Irak traduc¨ªa pol¨ªticamente la postura moderada de la hawza, m¨¢xima autoridad religiosa chi¨ª, respecto a las fuerzas de ocupaci¨®n. Al Hakim, conocedor de la experiencia revolucionaria de Ir¨¢n durante sus 23 a?os de exilio en ese pa¨ªs, propugnaba la tolerancia. Aunque deseaba ver salir a los soldados extranjeros "lo m¨¢s pronto posible", hab¨ªa aceptado que su grupo participara en el Consejo de Gobierno designado por la coalici¨®n.
A pesar de su r¨¢pida condena al atentado, algunos observadores apuntan al joven cl¨¦rigo Muqtada al Sader como principal beneficiario del mismo, y, de paso, a quien consideran su mentor, el vecino Ir¨¢n. Deseoso de hacerse un hueco en el panorama pol¨ªtico iraqu¨ª, Muqtada defiende desde su llegada una postura mucho m¨¢s radical de confrontaci¨®n, de momento te¨®rica, con el ocupante.
Sin duda, una acci¨®n como la del viernes no puede sino radicalizar a los chi¨ªes, quienes, pese a d¨¦cadas de represi¨®n y tortura bajo el r¨¦gimen de Sadam, han mostrado enorme paciencia en estos cuatro meses de posguerra. Sus l¨ªderes no han pedido venganza y se han volcado en dar servicios sociales a las barriadas en las que viv¨ªan abandonados.
Su lenguaje directo, pero sobre todo ese trabajo de asistencia de su gente, han granjeado a Muqtada el apoyo de un gran feudo chi¨ª: la antigua Ciudad Sadam, rebautizada como Ciudad Sader en memoria de su padre, el gran ayatol¨¢ Mohamed Sadek al Sader. Sin embargo, este cl¨¦rigo rebelde tiene dificultades para arrastrar a los seguidores de su padre. "Es un ni?o", desestiman muchos.
El sucesor espiritual de Al Sader es el ayatol¨¢ Kadhem al Haeri, pero ni iran¨ªes ni estadounidenses parecen interesados en su regreso a Irak. En el interregno, Muqtada trata de beneficiarse del legado de su padre. Entre los chi¨ªes, a diferencia de los sun¨ªes, funciona el principio de emulaci¨®n. Los fieles eligen a una eminencia religiosa como gu¨ªa espiritual cuya lectura del Cor¨¢n y de las leyes isl¨¢micas siguen. Se trata de los grandes ayatol¨¢s, que tienen reconocido el derecho de istihad, o interpretaci¨®n de los textos sagrados, y, por tanto, pueden emitir fetuas (edictos religiosos). Muqtada a¨²n no tiene ese rango.
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