Argentina entregar¨¢ a Chile al general que orden¨® fusilar a prisioneros del golpe de 1973
El juez argentino rechaza la extradici¨®n del militar chileno solicitada por Francia
El juez bonaerense Jorge Urso resolvi¨® extraditar a Chile al general retirado Luis Ram¨ªrez Pineda, de 77 a?os, donde est¨¢ procesado junto a otros siete suboficiales en retiro por las ejecuciones de los prisioneros del palacio de La Moneda durante el golpe militar de 1973. La decisi¨®n desecha una solicitud similar de Francia, que pretend¨ªa procesar al militar por el secuestro y torturas de una de esas v¨ªctimas -George Klein-, de origen franc¨¦s, y termina con la preocupaci¨®n del Ej¨¦rcito respecto a la posibilidad de que uno de sus generales fuera juzgado en el exterior.
El juez Urso utiliz¨® tres argumentos para fundamentar su resoluci¨®n favorable a la petici¨®n de la justicia chilena. Primero, la existencia de un tratado de extradici¨®n entre Chile y Argentina, lo que no ocurre entre este ¨²ltimo pa¨ªs y Francia. Segundo, que la investigaci¨®n realizada por el magistrado del Quinto Juzgado del Crimen de Santiago, Juan Carlos Urrutia, muestra "un especial progreso en su tramitaci¨®n". Y tercero, que los delitos imputados al general "han sido presuntamente cometidos en territorio chileno".
Fuentes cercanas al juez Urso, citadas ayer por el matutino bonaerense La Naci¨®n, indicaron que, independientemente de si la decisi¨®n gusta o no a los organismos de derechos humanos, "esta persona [Ram¨ªrez Pineda] debe ser juzgada por sus connacionales".
La resoluci¨®n judicial, que puso fin a la segunda detenci¨®n de un militar chileno fuera de su pa¨ªs por cr¨ªmenes cometidos en la dictadura -la primera fue la de Augusto Pinochet, en octubre de 1988-, coincidi¨® con la visita del presidente Ricardo Lagos a Argentina para reunirse con el presidente N¨¦stor Kirchner, y desactiva uno de los temas que preocupaba al Ej¨¦rcito chileno, la posibilidad de que un general fuera juzgado en otro pa¨ªs.
La defensa de Ram¨ªrez Pineda acogi¨® con satisfacci¨®n la decisi¨®n. Seg¨²n el abogado del general, Vivian Bullemore, con el reconocimiento del tratado de extradici¨®n entre Chile y Argentina, el juez determina la primac¨ªa del principio de territorialidad de la ley penal, seg¨²n la cual el inculpado debe ser juzgado donde sea cometido el delito.
Un caso emblem¨¢tico
El general Ram¨ªrez Pineda deber¨¢ enfrentarse a la justicia en uno de los casos considerados emblem¨¢ticos en Chile; el asesinato de los prisioneros de La Moneda que se entregaron desarmados a los militares golpistas, despu¨¦s del asalto y bombardeo al palacio presidencial donde el presidente Salvador Allende resisti¨® a los militares, durante el golpe del 11 de septiembre de 1973.
Por esa fecha, Ram¨ªrez Pineda era comandante del Regimiento Tacna, al cual fueron trasladados las cerca de 50 personas retenidas. Los m¨¦dicos que estaban en el grupo fueron liberados por orden del general Javier Palacios, quien dirigi¨® el asalto al palacio. Los prisioneros restantes fueron trasladados en autobuses de la Armada hasta el regimiento de artiller¨ªa Tacna.
En la guarnici¨®n militar, los retenidos permanecieron bajo custodia hasta el d¨ªa siguiente -tendidos boca abajo y con las manos en la nuca-, y fueron golpeados. Horas despu¨¦s, los oficiales liberaron a los detectives de la escolta de Allende, que estaban dentro del grupo.
Al d¨ªa siguiente, el 13 de septiembre, Ram¨ªrez Pineda orden¨® que los restantes prisioneros -nueve asesores de Allende (entre ellos Klein) y 12 guardaespaldas- fueran trasladados a un terreno cercano al cuartel militar, donde fueron fusilados, seg¨²n testimonios de soldados y oficiales.
Cuerpos en un pozo
Los militares arrojaron los cuerpos a un pozo, lanzaron granadas y taparon el lugar con tierra. Ram¨ªrez Pineda explic¨® a sus subordinados que los detenidos hab¨ªan sido condenados por un tribunal militar y que los fusilamientos eran por "traici¨®n a la patria". El subteniente Jorge Herrera, que en 1973 ten¨ªa 21 a?os, sostuvo que los ejecutados "conservaron su dignidad y no se produjeron intentos de fuga. Ninguno pidi¨® clemencia y algunos murieron gritando consignas".
Algunos de los fusilados fueron sepultados en tumbas an¨®nimas en el Cementerio General de Santiago. Otros 12 permanecieron en la fosa hasta que, en 1978, soldados del Tacna sacaron sus restos, los metieron en sacos y los trasladaron hasta un helic¨®ptero desde donde, se presume, fueron arrojados al mar.
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