Corea: al menos hablan
Tras meses de escalada de la tensi¨®n, representantes de EE UU y del r¨¦gimen de Corea del Norte se han sentado durante tres d¨ªas a una misma mesa en Pek¨ªn. M¨¢s all¨¢ de unos principios generales y razonables para proseguir el di¨¢logo, no cab¨ªa esperar resultados tangibles en estas conversaciones en las que Corea del Sur, Jap¨®n, Rusia y el anfitri¨®n chino tambi¨¦n participaron. La Administraci¨®n de Bush ha conseguido evitar un di¨¢logo directo con Pyongyang, cuyo r¨¦gimen ha logrado, por su parte, romper su aislamiento internacional. Pero las amenazas de la delegaci¨®n norcoreana de hacer una prueba nuclear si no consigue una garant¨ªa de seguridad sobre su pa¨ªs no facilitan el avance hacia una soluci¨®n.
Y, sin embargo, las l¨ªneas maestras para una salida a esta situaci¨®n peligrosa para la regi¨®n y el resto del mundo est¨¢n claras: Pyongyang debe abandonar su programa nuclear de forma
"completa, verificable e irreversible", como exige Washington, que pide, adem¨¢s, garant¨ªas de que Corea del Norte no exportar¨¢ esta tecnolog¨ªa a otros pa¨ªses. A cambio, EE UU y los otros participantes en la reuni¨®n de Pek¨ªn ofrecer¨ªan ayuda y dinero. La cuesti¨®n es c¨®mo lograrlo cuando Corea del Norte se cierra en banda y en la Administraci¨®n de Bush predomina la l¨ªnea dura que no cree que Kim Jong Il quiera realmente negociar y que no se muestra dispuesta realmente a negociar garant¨ªas o ayudas mientras el r¨¦gimen no demuestre su renuncia total a las armas nucleares.
Los servicios de informaci¨®n occidentales parecen desconocer el verdadero alcance del programa nuclear norcoreano, por lo que no est¨¢ claro si los pasos dados por Corea del Norte -pruebas de misiles, anuncio de reactivaci¨®n de centrales, denuncia del Tratado de No Proliferaci¨®n y, ahora, amenaza de realizar una prueba at¨®mica- estaban destinados a forzar una negociaci¨®n o a conseguir esa preciada capacidad militar.
China, sali¨¦ndose de su papel tradicional, ha servido de intermediario entre Washington y Corea del Norte. A Pek¨ªn no le gusta ya el r¨¦gimen de Kim Jong Il, ni sus veleidades nucleares, pero apoya la existencia de un Estado tamp¨®n en la zona al que ayuda econ¨®micamente. Pues mientras el r¨¦gimen norcoreano se arma, sigue sin saber c¨®mo alimentar a sus castigados ciudadanos.
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